
Comenzamos ayer por la tarde nuestro retiro de Pascua. Somos un “grupo apostólico” (es decir, doce más uno). Varios de los que estaban inscritos no pudieron acudir por distintas razones. Desde el primer momento nos sentimos como viejos amigos que se vuelven a encontrar. Alguno de los lectores habituales de este Rincón me preguntó si íbamos a transmitir algo en línea. Dado que se trata de una experiencia (y no tanto de un taller) personal y comunitaria, no es fácil vivirla en la red.
Se requiere la intimidad y discreción de un cenáculo, pero ya habrá formas de compartir la experiencia en las próximas semanas. Esta mañana hemos comenzado la jornada con la oración, el desayuno y una meditación introductoria. Queremos combinar tiempos de reflexión conjunta con otros de silencio, oración personal, diálogo en grupos y celebraciones comunitarias. Como es natural, no nos abstraemos del momento que está viviendo la Iglesia con la reciente elección de León XIV. Su persona y sus primeros mensajes están muy presentes en el retiro.

El día ha amanecido nublado y un poco más frío que ayer, pero se está bien dentro de la casa y es posible pasear por el jardín. Lo que estamos haciendo es un privilegio. Pienso en las muchas personas que no pueden permitirse el lujo de desconectar para conectarse, que no pueden compartir su aventura personal con otras personas, que no disponen de medios económicos para costearse un fin de semana fuera de casa. Por eso, me brota un sentimiento espontáneo de gratitud y de empatía.
El itinerario que podamos hacer “de quemados a encendidos” es, en el fondo, una preparación para estar más cerca de la gente que necesita compañía, para caminar con otros, para escuchar con mas atención, para estar más disponibles. De lo contrario, un retiro se puede convertir en un pasatiempo y, peor aún, en un ejercicio de ombliguismo individual y colectivo.

En su primera homilía como Papa, León XIV nos recordaba que “no faltan tampoco los contextos en los que Jesús, aunque apreciado como hombre, es reducido solamente a una especie de líder carismático o a un superhombre, y esto no sólo entre los no creyentes, sino incluso entre muchos bautizados, que de ese modo terminan viviendo, en este ámbito, un ateísmo de hecho”. ¿Seremos también nosotros “ateos de hecho”? ¿Quién es Jesús para nosotros? ¿Cómo está transformando nuestra vida?
Estas preguntas nos acompañan desde el primer momento del retiro. El mismo Papa nos lanzó enseguida a la misión: “Este es el mundo que nos ha sido confiado, y en el que, como enseñó muchas veces el Papa Francisco, estamos llamados a dar testimonio de la fe gozosa en Jesús Salvador. Por esto, también para nosotros, es esencial repetir: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo» (Mt 16,16)”. Eso es lo que quisiéramos hacer nosotros, no solo con los labios, sino con nuestra vida entera, de forma que -como nos señala el evangelio de hoy- a la pregunta de Jesús –“¿También vosotros queréis marcharos?”- respondamos como Simón Pedro: “Señor, ¿a quién vamos a acudir? ¡Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios!”.
A todos los lectores de este Rincón os pedimos que nos acompañéis con vuestra oración para que este retiro de Pascua sea luminoso y fructífero.
🙏🙏🙏
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