martes, 12 de noviembre de 2024

Sobrios, justos y piadosos


He pasado la mañana de este martes en El Escorial con un grupo de unos 50 directivos y responsables de pastoral de los doce colegios que las Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza tienen en España. Hemos reflexionado juntos sobre las cinco prioridades que se han propuesto para este sexenio. Son concretas. Conectan con las necesidades que se perciben en el campo educativo. Aunque no he estado mucho tiempo con el grupo, enseguida he percibido que hay buen ambiente entre ellos. Se conocen, saben lo que quieren, buscan hacerlo mejor. Miles de alumnos y sus familias se beneficiarán de esta misión compartida. 

Procesos parecidos están siguiendo otras congregaciones que trabajan en el campo de la enseñanza. Son afluentes que vierten sus aguas en el gran río de Evangelio que sanea el lago social. Es verdad que hay muchas personas corruptas, violentas e insolidarias en nuestro mundo, pero siempre es más poderoso el bien que hacen quienes buscan lo mejor del ser humano. A propósito de la DANA que hace dos semanas golpeó el Levante, he leído varios artículos en los que se reconocía que la llamada “generación de cristal” (frágil, caprichosa y pasiva) se está demostrando como una “generación de hierro" (resistente, comprometida y solidaria). A veces tiene que llegar una crisis para medir nuestra consistencia interior y nuestra capacidad de reacción y resistencia.


Como son muchos los factores que nos impulsan al desánimo, tenemos que ayudarnos unos a otros a descubrir puntos de luz, motivos para seguir confiando en la gente, razones para hacer bien nuestro trabajo y entregarnos a las personas Podríamos abandonarnos al pesimismo o dedicar nuestro tiempo a quejarnos de lo mal que va el mundo, pero eso no arregla nada y acaba debilitándonos. 

Los grandes hombres y mujeres no son quienes hacen obras vistosas, sino quienes mantienen el ritmo en la batalla diaria, quienes -como nos recuerda el Evangelio de hoy- hacen “lo que tienen que hacer”, sin exigir una paga, conscientes de que servir es nuestra misión en la vida. Ese “hacer bien lo que tenemos que hacer” es una forma resumida de aprender a estar en lo que debemos estar (“estar presentes” se dice ahora en la jerga psicológica), de creer que nuestro trabajo bien hecho puede contribuir a mejorar la vida de las personas, de apostar por la gratitud como actitud vital y no por la permanente indignación.


Hay algo en la primera lectura de la carta a Tito que también me ha resultado luminoso cuando celebraba esta mañana la Eucaristía a las 7,45 con el grupo de directivos. Se nos invita a llevar una vida sobria, justa y piadosa. Los tres adjetivos califican muy bien las tres principales relaciones de toda ser humano: sobrios (en relación con las cosas), superando los hábitos consumistas que nos esclavizan; justos (en relación con las personas), desarrollando actitudes de respeto y compasión; piadosos (en relación con Dios), cultivando una vida de oración sencilla y confiada. Las cosas más esenciales son también las más sencillas.

1 comentario:

  1. Gracias Gonzalo por hacerte portavoz de la Palabra, aportándonos puntos de luz, para que podamos descubrir la invitación a llevar una vida sobria, justa y piadosa.

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