martes, 4 de julio de 2017

Faltan 109 días

Ayer me acosté tarde porque estuvimos cerrando la puesta a punto de una nueva página web que se ha abierto hoy. Los jerarcas de la información han acuñado un nuevo dogma, más exigente que los viejos de la dogmática católica. El nuevo dogma reza así: “Si no estás en Internet, no existes”. ¡Menos mal que la experiencia lo contradice! Algunas de las personas que más quiero ni están en Internet ni se las espera. Pero es cierto que Internet es hoy la plaza pública en la que, tarde o temprano, todos nos encontramos. Por esa razón, hemos abierto una página web que ayude a preparar la beatificación de 109 misioneros claretianos el próximo 21 de octubre en Barcelona. Todos ellos fueron martirizados entre 1936 y 1937. Hemos querido jugar con el simbolismo del número. Por eso, el lanzamiento de la página se ha producido 109 días antes de esa fecha. A partir de hoy, comienza la cuenta atrás. Cada día iremos presentando la figura de uno de ellos, con un texto bíblico que ayude a interpretar su entrega desde la palabra de Dios. Necesitamos conocer historias de carne y hueso, comprobar que personas como nosotros han sido capaces de entregar su vida superando el temor a la muerte. Los maestros iluminan pero solo los testigos convencen. 

No es fácil explicar a las generaciones actuales el significado del martirio. Y más cuando se trata de un martirio producido hace poco más de 80 años. Millones de personas sufrieron las consecuencias de la guerra civil española. Muchas nunca han podido saber el paradero de sus seres queridos. Una capa de silencio cubre historias de seres humanos que fueron asesinados. ¿Tiene algún sentido beatificar a unos pocos cuando a otros muchos no los recuerda nadie? ¿No supone una beatificación reabrir viejas heridas que creíamos cicatrizadas? Son preguntas pertinentes que nos empujan a precisar un par de cosas. La beatificación de unos pocos no supone ninguna afrenta a los demás. Todos los muertos, con independencia de su credo religioso o político, tienen derecho a ser recordados y enterrados con dignidad. De esto no me cabe duda. Cualquier esfuerzo en esta dirección ayudará a una verdadera reconciliación. Pero una beatificación no es, sin más, un deber de piedad, un recordatorio amistoso o un homenaje social. Una beatificación, en sentido cristiano, significa atestiguar que una persona (o varias como en el caso presente) han sido asesinadas por confesar a Jesucristo, por odium fidei (por usar la expresión técnica). No se trata solo de ser fieles a unos ideales del tipo que sean (políticos, sociales, etc.) sino de confesar a Jesucristo. Y, además, se requiere que el mártir (es decir, el testigo) muera sin odio, perdonando a sus verdugos. Los mal llamados mártires yihadistas de nuestros días también mueren por sus ideales, pero no lo hacen por amor y perdonando, sino todo lo contrario: mueren víctimas de su propio odio y matando a muchos inocentes. La diferencia salta a la vista, aunque todos invoquen el nombre de Dios. 

Estos dos elementos (confesión de Jesucristo y perdón de los verdugos) se dan heroicamente en el caso de los 109 misioneros claretianos que serán beatificados en octubre. En la página web que hoy se abre (www.109cmf.org) se pueden conocer con detalle sus historias, la autenticidad de su testimonio probado. Es verdad que a veces uno se queda sin palabras ante la crueldad con que fueron tratados, pero llama mucho más la atención su respuesta valiente y entusiasta. Los misioneros eran conscientes del riesgo que corrían. Con prudencia, buscaron ponerse a salvo, pero, cuando fueron cazados (no encuentro una expresión mejor), en ningún caso renunciaron de su fe, a pesar de que en muchas ocasiones les prometieron la libertad si lo hacían. ¿No es admirable una entereza como ésta? Tras un largo proceso de investigación, la Iglesia ha reconocido la autenticidad de su testimonio martirial. Celebrarlo no supone ir contra nadie, ni siquiera contra aquellos que los asesinaron. Una beatificación es siempre una celebración de la fe y del perdón. Por eso, tiene siempre sentido. No es un ajuste de cuentas con el pasado sino una apuesta de futuro. Solo podemos vivir juntos cuando aprendemos a respetarnos y perdonarnos.

Es verdad que el historiador no se contenta con levantar acta de los hechos. La pregunta que siempre flota es: ¿Por qué se llegó a un extremo tan inhumano en pleno siglo XX? A un amigo mío indio, que lleva viviendo en Europa más de 15 años, le costó mucho entender que en un país católico –como se suponía que era España en el siglo XX– se hubiera producido una matanza fratricida. En toda guerra hay mucho de diabólico, de inexplicable. Pero hay también causas que, bien analizadas, nos ofrecen claves para no cometer los mismos errores. ¿Por qué los cristianos suscitaban tanto odio en algunos grupos sociales? ¿Era solo por el rechazo que siempre produce el Evangelio en quienes viven en contra de sus valores o hubo también actitudes y comportamientos por parte de los creyentes que incitaron al odio? Sin un profundo examen de conciencia, es imposible avanzar en la dirección justa. En cualquier caso, el testimonio de estos 109 misioneros es inequívoco. No se trata de militantes de un bando político sino de personas (en su mayoría, bastante jóvenes) que no dudaron en confesar su fe aun a costa de su vida. En tiempos líquidos como los nuestros, estas actitudes sólidas nos desarman.

1 comentario:

  1. Hooooola, buenos días. Internet tiene muchas ventajas entre ellas llegas muy rápido a mucha gente y no hay distancias y para el oficio tuyo de pastor de almas es otra forma de pescar, de sembrar.
    En cuanto a las beatificaciones escribí un relato en el que estudié un poco por encima el proceso de beato. Te pongo aquí la dirección por si te entretiene y tienes tiempo, esto segundo creo que un poco dificil pero...
    https://angelesysuscuentos.blogspot.com.es/2016/01/doce-escalones.html

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