sábado, 10 de septiembre de 2016

De roca, arena y otras cosas

Llegué al aeropuerto de Colombo, la capital de Sri Lanka, ayer a las 8,45 de la mañana, después de un vuelo tranquilo desde Dubai. Me sorprendió el modo como nuestros misioneros de Sri Lanka habían organizado la acogida. Todo discurrió con orden y cordialidad. Después de pasar unas horas en el St. Claret Seminary de Kattuwa, proseguimos camino hacia la casa de espiritualidad del monasterio benedictino de Montefano en el que ahora me encuentro. Fueron más de cuatro horas en microbús. La distancia no es larga (unos 100 kms.), pero las innumerables curvas de la carretera de montaña y el tráfico intenso hicieron que este tramo me pareciera más pesado que los dos anteriores en avión. El lugar es tranquilo y fresco, ideal para un encuentro como el que vamos a comenzar a mediodía. Durante dos semanas, los miembros del gobierno general de los Misioneros Claretianos estaremos reunidos con todos los superiores mayores de las 33 provincias y delegaciones de todo el mundo. Será un encuentro bilingüe (español-inglés) cuyo objetivo es “fortalecer la comunión congregacional y, en espíritu de corresponsabilidad, concordar los criterios, estilo y acciones de gobierno para el sexenio 2016-2021, según las orientaciones del XXV Capítulo General y el Plan de Acción del Gobierno General”. Imagino que a los lectores de este blog no os interesan demasiado estos asuntos, pero me parecía obligado decir una palabra sobre una actividad que me tendrá muy ocupado durante las próximas dos semanas. Haré lo posible por ser fiel a mi cita diaria en El rincón de Gundisalvus. Espero conseguirlo. Aunque estamos en un lugar bastante retirado, parece que la conexión a internet es buena. Esto facilita las cosas.

En el evangelio de este sábado Jesús habla de dos tipos de construcción: sobre roca y sobre arena. Siempre me ha llamado la atención la capacidad plástica que Jesús tiene para decir las cosas de un modo inteligible. Es evidente que una casa construida sobre arena, sin cimientos, corre el peligro de venirse abajo con facilidad. Por el contrario, una casa, construida sobre roca fuerte –como las construcciones de esta zona– aguanta los embates del agua y del viento. Algo semejante sucede en nuestras vidas. ¿Qué significa construir sobre arena? No lo tengo muy claro. Quizá depender demasiado de los sentimientos volubles, de la opinión pública, de los medios de comunicación, de la moda… Conozco personas que apenas tienen convicciones porque no se han parado a pensar las cosas. Dependen de lo que dicen los demás, de lo más plausible en cada momento y del contexto. Su fe también puede cambiar de la noche a la mañana. Para ellas, decir que son cristianas no significa nada que afecte de veras a su vida. Pero hay también personas que, a base de lucha y sufrimiento, han ido madurando algunas convicciones en la vida. En este sentido, admiro mucho a la generación de mis padres. También ellos han vivido las crisis que hemos vivido las generaciones posteriores, pero poseen una entereza que les ha permitido sortearlas con éxito. Creen que la verdad es más importante que la mentira, que creer en Dios merece más la pena que andar tras el dinero, que las personas están por encima de los objetos, que hay que ser honrados en el trabajo, que la amistad no tiene precio, etc. Quizá no se trata de sistemas elaborados, de “casas muy sofisticadas” –por seguir con el ejemplo de Jesús– pero sí de construcciones sencillas y sólidas. Con personas así se puede ir a fin del mundo.

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