viernes, 20 de octubre de 2017

Menos de 20 horas

Esto es lo que falta para la ceremonia de beatificación de mañana. Escribo estas notas en Vic, a 80 kilómetros de Barcelona. La intensa lluvia de ayer ha dejado paso a un día soleado, que se está cubriendo de nuevo. Nuestra casa de Vic se va llenando de invitados venidos de diversas partes del mundo: Alemania, Inglaterra, Italia, Estados Unidos, México, Congo, Nigeria, Sri Lanka, Guinea Ecuatorial… A las 7 de la tarde comenzaremos la vigilia de oración en el Santuario del Corazón de María de Barcelona. Es como poner la clave de fe al comienzo de la partitura litúrgica que se interpretará mañana en la basílica de la Sagrada Familia. Yo voy a estar en la “cocina”, tratando de que todo esté coordinado para que los cientos de personas que participen puedan concentrarse en la oración. Esperemos que, más allá de los símbolos, los cantos y las palabras, podamos vivir un tiempo de escucha. Sin él, corremos el riesgo de que mañana todo se deslice por la pendiente de la superficialidad.

Me meto en la piel de todas las personas que viven la “cuenta atrás” de acontecimientos importantes en sus vidas. Es como si en las horas previas se activasen en nosotros recursos que creíamos ya oxidados o desaparecidos. Es probable que haya una explicación bioquímica para estas reacciones en las que se mezcla la ansiedad con la creatividad y el espíritu de equipo. El organismo hace un derroche de energía; por eso, luego suele venir un necesario tiempo de refracción y descanso. Necesitamos de vez en cuando vivir momentos así. Nos sacan de la monotonía, ponen en danza nuestros sentidos y, sobre todo, nos hacen vivir cosas que en la vida diaria permanecen como aletargadas. Algunos recurren al uso de estupefacientes y sustancias psicotrópicas para conseguir estados anímicos de alto voltaje. No es necesario. Algunas experiencias los llevan incorporados, pero no en forma de exaltación vana, sino en forma de exultación que deja un regusto de paz y serenidad. La nuestra pertenece al segundo grupo. Espero contaros mañana cómo han ido las cosas.

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