jueves, 9 de marzo de 2017

Todo comienza contigo

Hay pocas canciones que me emocionen tanto como Non, je ne regrette rien (No, no me arrepiento de nada) de la cantante francesa Edith Piaf (1915-1963). Aunque no fue compuesta por ella, es un como un himno a su azarosa vida, marcada por el signo de la fatalidad desde su mismo nacimiento bajo una farola de una calle parisina. La letra autobiográfica, la manera rasgada como Edith interpreta las notas, sus erres gangosas y tremolantes, el ritmo envolvente, su rotundo tout ça m'est bien égal con el que cierra el estribillo… todo me estremece. Es una canción antigua, pero, en realidad, es una canción clásica porque no pasa de moda. Se la puede escuchar hoy sin tener la sensación de regresar al pasado. Conserva la misma frescura que cuando fue compuesta. Uno tiene la sensación de encontrarse ante una pieza única. No es como la mayoría de las canciones electrónicas de hoy, que suenan todas igual, puros productos enlatados que pasarán sin pena ni gloria.

La letra de la canción de Edith Piaf no tiene metáforas rebuscadas –como muchas de Bob Dylan o Leonard Cohen– ni recurre a mensajes crípticos. Es directa, cristalina, comprensible, una especie de testamento escrito con sangre. El categórico Non, je ne regrette rien –que da título a la canción– es, en realidad, un ejercicio de aceptación valiente de la propia trayectoria vital, sometida a infinitas pruebas. No me arrepiento de nada, acepto la vida como es, no huyo. Esta fue la actitud valiente de Edith. Ella –que nació en la calle– tuvo una vida sentimental atribulada, descendió al sótano del alcohol y las drogas, experimentó la enfermedad en carne propia y murió prematuramente. Sin embargo, nunca perdió la fe ni la generosidad. El mismo día de su muerte, su amigo Jean Coucteau confesó: “Nunca he conocido un ser más desprendido de su alma. Ella no entregaba su alma, ella la regalaba, ella tiraba oro por las ventanas”. No hubo ninguna ceremonia religiosa en su entierro, aunque un sacerdote amigo le dio la bendición, pero estoy seguro de que Alguien la estuvo esperando con los brazos abiertos. Para los ojos humanos, fue una oveja perdida, un genio errático. Dios ve las cosas de otra manera.  

Hay en la canción de Edith algo que me recuerda al salmo 50: “Misericordia, Dios mío, por tu bondad, / por tu inmensa compasión borra mi culpa; / lava del todo mi delito, limpia mi pecado”. El salmista usa tres verbos con respecto a su pasado: borrar, lavar  y limpiar. Le pide a Dios que borre su culpa, lave su delito y limpie su pecado; en definitiva, que le permita empezar de nuevo. También Edith Piaf usa tres participios para describir su pasado: pagado (payé), barrido (balayé), olvidado (oublié). Ha saldado las cuentas pendientes, ha barrido su casa sucia y ha olvidado los recuerdos opresivos. Para rematar, añade una imagen poderosa: “He prendido fuego a todos mis recuerdos. Ya no necesito mis decepciones y placeres”. Poco antes de morir, Edith es consciente de que ha vivido una vida turbulenta, desigual, al límite. No quiere que los recuerdos se conviertan en un fardo que le impida vivir el presente. Anhela recomenzar: “Comienzo otra vez de cero”. De nuevo el salmista le presta sus palabras: “Oh Dios, crea en mí un corazón puro, / renuévame por dentro con espíritu firme”.

¿Cómo se puede empezar una nueva vida cuando uno camina con una mochila cargada de recuerdos amargos, de crueles decepciones, de resentimientos homicidas? Solo si alguien se cruza en el camino y pone en danza todo lo que somos: “Porque mi vida, porque mis alegrías hoy comienzan contigo”. No sé a quién alude ese contigo. La vida de Edith estuvo llena de admiradores, amigos y amantes. A pocos años de terminar su carrera, quiero creer que ese contigo no se refiere a ninguna de las personas que se cruzó en su vida sino al Amor que siempre añoró y que estaba más dentro de ella de lo que ella misma podía imaginar. La canción termina aquí. Todo está abierto.

Ya sé que es un atrevimiento, pero Non, je ne regrette rien me parece una historia de conversión para este tiempo cuaresmal. Solo las personas que han descendido a las fosas marianas del dolor y la depresión saben percibir la fuerza sanadora de la luz. Solo ellas nos pueden acompañar con credibilidad por las sendas de la vuelta a casa. Nos recuerdan que, cualquiera que haya sido nuestro pasado, siempre se nos ofrece una nueva oportunidad. La vida humana puede estar marcada por las sombras, pero no hay noche que sea más fuerte que el amanecer. Quien tiene la dicha de encontrarse con Él –el contigo de la canción de Edith Piaf– experimenta que todo empieza de nuevo. Cada conversión es una especie de Génesis. Donde había tristeza renace la alegría. 

Os dejo con la voz única de esta irrepetible francesa.


FRANCÉS 


ESPAÑOL

Non, rien de rien,
non, je ne regrette rien
ni le bien qu'on m'a fait, ni le mal
tout ça m'est bien égal.

Non, rien de rien,
non, je ne regrette rien
c'est payé, balayé, oublié,
je me fous du passé.

Avec mes souvenirs j'ai allumé le feu.
Mes chagrins, mes plaisirs,
je n'ai plus besoin d'eux.

Balayé les amours avec leurs trémolos
balayé pour toujours
je repars à zéro.

Non, rien de rien,
non, je ne regrette rien
ni le bien qu'on m'a fait, ni le mal
tout ça m'est bien égal.

Non, rien de rien,
non, je ne regrette rien
car ma vie, car mes joies
aujourd'hui ça commence avec toi.


¡No! Nada de nada
¡No! No me arrepiento de nada,
ni del bien que se me ha hecho ni del mal, 
¡todo me da igual!

¡No! Nada de nada.
¡No! No me arrepiento de nada.
Está pagado, barrido, olvidado.
No me importa el pasado.

He quemado todos mis recuerdos.
Mis decepciones, mis placeres
ya no los necesito.

Barridos los amores y sus trémolos,
barridos para siempre,
comienzo otra vez de cero.

¡No! Nada de nada.
¡No! No me arrepiento de nada,
ni del bien que se me ha hecho ni del mal,
¡todo me da  igual!

¡No! Nada de nada.
¡No! No me arrepiento de nada,
porque mi vida, porque mis alegrías
hoy comienzan contigo.



3 comentarios:

  1. Una reflexión muy original. Gracias!

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  2. Preciosa e inolvidable canción y maravilloso comentario y reflexión. Un abrazo

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  3. Gonzalo eres un amor. Ayúdanos a intentar SALVAR EL PUENTE ROMANO DE VINUESA, tu pueblo y el mío. Ademås de la calzada romana que va paralela al río Duero Yo y muchísimas personas más lo estamos intentando. En ésto no importan razas ni colores. Sobre este puente hemos paseado de niños y es una vergüenza que estq JOYA esté así. No sé si resistirå eate año. ES URGENTÍSIMO. Un abrazo y mucha salud Gonzalo. Ah y, si me lo permites, voy a explotar tu tema de la Canción de la Vela que, es una preciosidad.

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