domingo, 20 de agosto de 2023

La maestra de Jesús


No sabemos si Jesús frecuentó la escuela sinagogal cuando era niño y adolescente. Suponemos que sí porque es muy probable que supiera leer y escribir. Por supuesto, no conocemos el nombre de ninguno de sus posibles maestros. Podríamos decir que, además de sus padres, todo el pueblo de Nazaret ejerció una función educativa. Observando a la gente y hablando con los ancianos del lugar, aprendió a conocer mejor las Escrituras y también las reacciones de hombres y mujeres ante los acontecimientos de la vida. Intuyo que al joven Jesús le gustaba hacer preguntas porque mantuvo ese estilo inquisitivo en su etapa como profeta itinerante. 

Después de años escuchando y aprendiendo, abandonó su aldea y comenzó a hablar y enseñar. Pero no por eso dejó de aprender. Su gran maestro fue su Abbá, su Padre del cielo, con quien se comunicaba a menudo en largos tiempos de oración. Pero hubo también personas que le enseñaron a Jesús a comprender mejor su misión. Entre ellas, destaca la mujer cananea a la que hace mención el evangelio de este XX Domingo del Tiempo Ordinario. Ningún tratado de dogmática católica se hubiera atrevido a hablar de un Jesús que aprende. Él, el Maestro por excelencia, no necesita aprender de nadie. Sin embargo, los evangelios no se sienten constreñidos por ningún dogma. Solo por la verdad de los hechos. Por eso, siempre son una fuente de gran libertad.


La mujer cananea no pertenece al pueblo elegido, pero se atreve a pedir la curación de su hija a ese famoso sanador venido de tierras de Israel. En este episodio parecen invertirse los papeles habituales de Jesús y los discípulos. Estos, a diferencia de su habitual modo de proceder, se muestran compasivos: “Atiéndela, que viene detrás gritando”. La respuesta de Jesús parece más propia de los discípulos que de él mismo. Suena un tanto displicente: “Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel”. Ante la insistencia de la mujer, redobla su negativa: “No está bien echar a los perros [o sea, a los paganos] el pan de los hijos”. 

La mujer no se rinde. Insiste por tercera vez: “Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos”. Jesús, que se ha hecho pedagógicamente el duro, acaba desarmado: “Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas”. Si no sonara a provocación, podríamos decir que esta mujer cananea le enseña a Jesús que la salvación de Dios no es solo para los judíos, sino para todo ser humano que tiene fe. Jesús aprende a universalizar su mensaje de salvación. La pobre mujer cananea se convierte en su maestra. Jesús se deja enseñar por la fe de los humildes y los periféricos.


La Iglesia se presenta ante el mundo como “mater et magistra” (madre y maestra). La gente la percibe como una institución experta en enseñar. La actitud de algunos pastores parece indicar que la Iglesia es un banco de respuestas para todos los problemas humanos y que tiene el privilegio de “enseñar al que no sabe”. ¿Y si estuviéramos en un tiempo en el que, para ejercer con humildad esta función magisterial, necesitase también dejarse enseñar? En las complejas situaciones que hoy vivimos, la Iglesia necesita aprender de la ciencia, del “sensus fidelium” (el sentido de los fieles) y, sobre todo, de la fe de los pequeños y sencillos a quienes el Padre ha querido revelarles “las cosas del Reino”. 

¡Cuántas veces los sacerdotes hemos aprendido a entender el evangelio desde el testimonio de las personas más sencillas de la comunidad! Soy un enamorado de la teología, aprecio la Tradición de la Iglesia, pero eso no significa que los cristianos -y especialmente los pastores- podamos ir por la vida siempre como los que enseñan y casi nunca como los que aprenden. Jesús nos muestra otra manera de proceder. Él, el Maestro por excelencia, se dejó enseñar por la heterodoxa mujer cananea.

3 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo. 👋👋😊

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  2. Hoy x fin he podido besar tu mano. Ha sido un honor. Y un feliz agosto. Seguiré este precioso Rincón este invierno. Q Dios te bendiga. Y a todos nosotros, gracias Gonzalo.

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  3. Me gusta y me lleva a reflexionar este aspecto que nos presentas de Jesús: enseña y la vez aprende de su entorno, de su relación con el Padre y de la gente con quien entra en contacto.
    También de la fe de la mujer cananea y todo lo que representa. La fuerza que le lleva a que Jesús la tenga en cuenta. Sabe insistir y lo hace con confianza.
    Gracias Gonzalo por allanar el camino hacia Dios. Feliz fin de semana.

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