lunes, 8 de octubre de 2018

Las voces y los ecos

Tras un fin de semana lluvioso y otoñal, ha vuelto el sol a Roma. Yo salgo dentro de un par de horas para Asís, la cuna de san Francisco. Desde allí espero conectar con el espíritu del poverello para entender mejor la situación de otro Francisco, el Papa de Roma, que está viviendo horas amargas y, en general, para comprender más la situación de nuestro continente europeo. Si es verdad que Dios escribe derecho con nuncios torcidos, tendremos que concluir que no hay crisis que por bien no venga. Siempre podemos aprender de los errores y mejorar la respuesta. 

Leo en los periódicos que Bolsonaro ha ganado la primera vuelta de las elecciones brasileñas y que Vox, un partido político español, consiguió ayer reunir a varios miles de personas en el recinto de Vista Alegre de Madrid. Me llama la atención esta noticia porque siempre pensé que Vox era un partido pequeño y casi insignificante. A partir de este dato, había pensado titular la entrada de hoy Vox que clama en el desierto, pero quizá más de un lector del Rincón se echaría para atrás. Los periódicos tradicionales se aprestan a calificarlo de partido de ultraderecha. Esta etiqueta da siempre buenos resultados, pero quizá no hace justicia a la realidad. Mejor sería hacer un esfuerzo por interpretar el verdadero significado de estas reacciones en España y en otros países europeos.

¿Qué está sucediendo en Europa? ¿Por qué está creciendo el número de personas que se sienten muy insatisfechas con el tipo de democracia que se ha impuesto en los últimos años? Creo que no se puede comparar la situación de España con la de Suecia, por ejemplo. O la de Italia con la de Austria. Cada país tiene sus rasgos específicos. Pero hay algo que tendría que hacernos pensar: la dictadura de lo políticamente correcto ha hecho que muchas personas silenciosas comiencen a levantar la voz, hartas de ser manipuladas con mensajes pseudo-progresistas que, en realidad, esconden un grave deterioro de humanidad. La ideología de género, las políticas erráticas y oportunistas con respecto a la inmigración, la emergencia de nacionalismos desbocados, la corrupción sistémica, el menosprecio de la familia, el arrinconamiento de la religión, el control de las instituciones democráticas por grupos de poder, la falta de una prensa verdaderamente libre, la manipulación de la historia, los revisionismos fratricidas, la proliferación de una casta política parasitaria, el burocratismo de Bruselas… y tantos otros fenómenos han ido tensando tanto la cuerda de la resistencia que no resulta nada extraño que surjan reacciones: algunas, bastante razonables; otras, salvajes y peligrosas. A río revuelto, ganancia de pescadores. No es la primera vez que fenómenos parecidos han desembocado en conflictos de envergadura. 

En vez de despachar estas reacciones con la etiqueta de “ultra derecha”, más nos valiera hacer un profundo examen de conciencia para ver por qué la democracia se ha deteriorado tanto y qué es lo que se puede hacer para reformar todo lo que se ha ido anquilosando o alejando de las preocupaciones y necesidades de los ciudadanos. Las luces rojas se encienden cuando algo no funciona bien. El necio pretende ignorarlas o eliminarlas cortando los cables; el sabio trata de averiguar por qué se han encendido. Se olvida de etiquetas y clichés (a los que tan acostumbrados estamos) y hace un esfuerzo de interpretación. En realidad, creo que estamos recogiendo los frutos de años en los que la democracia ha ido degenerando en partitocracia, en que ha predominado el mercadeo político (do ut des) sobre la defensa de los valores, en que se ha dado una verdadera conjura entre los poderes políticos, económicos y mediáticos para la defensa conjunta de sus respectivos intereses. 

La solución pasa por un buen diagnóstico de la situación, liberados, en la medida de lo posible, de prejuicios ideológicos y emociones desbocadas. Cuando surjan políticos y partidos que, de verdad, busquen el bien de los ciudadanos a los que representan, en diálogo permanente con ellos (no solo en los momentos electorales), cabrán vías más imaginativas y eficaces. En mi opinión, ese momento no ha llegado. Lo que se observa todavía es una proliferación de políticos oportunistas y, en muchos casos, incompetentes e irresponsables. Los buenos, que también los hay, se ven desbordados.

8 comentarios:

  1. ¡Glup! La verdad es que no entiendo qué puede tener de cristiano (entendido como buen samaritano, espíritu de las bienaventuranzas, seguidores del que escribe en la arena cuando quieren dilapidar a la mujer adúltera y el que rechaza que los ciegos sean empecatados…) el cargar contra la igualdad de la mujer, de los inmigrantes y minorías étnicas y de los homosexuales y el cuestionar la democracia (en definitiva, “la libertad, igualdad y fraternidad”). Ni tampoco por qué sólo puede existir un único tipo de familia ni por qué la religión (¿cuál de ellas?) tiene que tener tipo alguno de privilegio… Los postulados de la extrema derecha no están, creo, en sintonía alguna con el espíritu evangélico (fraternal, sin jerarquías ni exclusiones, ¿no?).
    Otra cosa es preguntarnos por qué formaciones políticas tan antihumanistas pueden suscitar simpatías en algunos votantes… Y algunos factores que se han apuntado son: 1) La crisis económica y las políticas austericidas y de recortes de derechos laborales, que llevan a pauperizar las condiciones vitales de muchas personas; 2) Las pelas de los poderosos y de los intereses que representan para sus campañas; 3) La corrupción de formaciones políticas (téngase en cuenta, sin embargo, que más del 80% de los casos de corrupción política en España han sido perpretados por el partido de derecha estatal –PP- y el de derecha catalán – la antigua Convergencia i Unió-); 4) Las incoherencias y promesas incumplidas (y los poses y postureos sin concreción práctica) de buena parte de los partidos (téngase en cuenta, no obstante, que el poder económico lo tienen quienes lo tienen).
    De modo que la alternativa es profundizar en la democracia (en las políticas de compensación de las desigualdades, así como en una mayor transparencia y coherencia entre los objetivos/promesas y los medios destinados a su consecución); y no en soluciones simplistas de cuestionamiento de la democracia y vuelta a la tradición (profundamente desigual y farisaica) y la exaltación hipostasiada de "la nación" (¿pero qué es "la nación", sino las personas concretas y su derecho a vivir con dignidad?) y del líder (¡¿y qué líderes, Dios mío, como el mafioso de Trump, el racista Salvini, los ególatras y machistas Berlusconi o Jesús Gil…?!)

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  2. Gracias Jose Eugenio por invitarme a leer este “ blog” y por tu respuesta. De nuevo las victimas del abuso eclesial y de algunos claretianos son victimizabas de nuevo en “blogs” como este.

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  3. Tengo la impresión de que me he expresado mal o de que no he sido comprendido. En la entrada titulada "Las voces y los ecos" no he defendido a ningún partido. Simplemente he dicho que merece la pena preguntarse por qué en Europa están emergiendo partidos como Vox. Es una invitación a interpretar las causas, no a defenderlos.

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  4. José Eugenio Abajo11 de octubre de 2018, 11:36

    Ya. Pero el uso de la religión como tapadera de la estratificación social (tal como ha hecho siempre la extrema derecha) es farisaico y sus halagos hacia nuestra religión no tienen que hacernos dudar en nuestra denuncia de su injusticia. Y la igualdad y la libertad son sagradas (con la única restricción de no usar a los demás como meros objetos, tal como señalara Kant). Por supuesto, ese imperativo lo es sin exclusión de ninguna persona o colectivo social, y, por consiguiente, también en relación a las mujeres, los homosexuales, los inmigrantes, los judíos, los gitanos, los discapacitados, etc. Sin sombra de duda y pidiendo perdón por cuantas veces en la historia de la humanidad y de la Iglesia se les ha excluido, minorizado, estigmatizado y victimizado. En la dignidad universal de los seres humanos no valen medias tintas ni juegos retóricos. Los postulados de la extrema derecha no pueden estar en sintonía con el imperativo ético, y el triunfo de la extrema derecha es peligroso, por la sencilla razón de que parten de la negación de la aplicación universal de ese imperativo ético y, a tal fin, no tienen reparo en convertir en chivos expiatorios a unos grupos sociales a los que, para ello, se permiten deshumanizar, considerándolos inferiores y patológicos.

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  5. ¨Se complace en las calumnias; se alegra en los tormentos y dolores que sufre y se gloría en la cruz de Jesucristo”. Lo anterior lo dijo San Antonio Mº Claret de los misioneros claretianos a los que pertenece Gonzalo.
    Pero yo quiero apoyarle expresamente ante lo que me parecen calumnias gratuitas dichas por quien para defender sus opiniones trata de herir (sin conseguirlo, claro) al prójimo.
    Vestir de ética la defensa de las propias ideas aún cuando las opiniones sobre las que se discrepa hayan sido objeto de disculpa por su autor, no es más que una muestra de desprecio al prójimo. Y bien alejado, por cierto, de la mansedumbre y humildad de Jesucristo.
    Gonzlo bien dice que lo que hace falta es que seamos capaces de hacer diagnósticos alejados de las propias opiniones o prejuicios ideológicos o de emociones desbocadas. Y ello con la finalidad de tratar de buscar entre todos el bien de todos.

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  6. ¡Glup! Yo me he limitado a argumentar: 1) Que considero que la extrema derecha no está en sintonía con el espíritu cristiano, desde el momento en que parten del postulado de que se puede excluir a algunos grupos de personas (hermanos nuestros, desde la óptica cristiana, aunque sean diferentes en algo). 2) Que, por mucho que nos alaguen declarándose defensores de la familia y la religión, no debiéramos pasar por alto su antihumanismo (al infamar y minorizar a algún colectivo social). Y 3) Que cuando la Iglesia muestra connivencia con las ideologías de extrema derecha (tanto en cuanto son antihumanistas) no se mueve por parámetros cristianos.
    Y quien me insultas eres tú: me llamas calumniador, que intento hacer daño, hipócrita, que desprecio al prójimo, soberbio, prejuicioso, fanático... Y los insultos los metes en un sandwich que por arriba se tapa con la cita de un santo y por abajo con la apelación de "buscar entre todos el bien de todos"...
    Mis disculpas si me he equivocado de lugar. Ciao.

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    1. Solo gracias por las disculpas. Los insultos para olvidarlos, mejor.

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  7. Creo que se han mezclado muchos temas que no tienen que ver unos con otros. Tengo la gran suerte de conocer al Padre Gonzalo y a muchos religiosos. Hacen una labor fantástica. ¡Qué gran suerte tenemos los laicos! Muchas gracias a todos. No son perfectos, como tampoco lo somos ninguno de nosotros. Por eso tenemos que rezar por ellos/ Algunos religiosos pueden haber dado un mal ejemplo en algunas ocasiones, es verdad. Estoy a favor de que se tomen medidas como ya dijo el Padre Gonzalo en algún blog anterior y como está haciendo su Santidad el Papa Francisco. Rezo por las familias de los afectados. Soy católico practicante y le doy gracias a Dios todos los días por serlo. Creo y defiendo la familia tradicional, estoy en contra de la ideología de género y a favor del espíritu de servicio que debería guiar a cualquier político en sus tareas. Me entristece profundamente la corrupción que ha envenenado a la clase política (de todos los colores). Respeto a todo el mundo, intento ser comprensivo con mi prójimo y no juzgarle ni criticarle. Creo también en la democracia. Es precisamente por eso que respeto la opinión de partidos cuyos postulados no comparto, pero es precisamente por eso, porque soy demócrata, que no me dedico a insultar o a malmeter cuando gana la opción que no he votado. Respeto a todo el mundo. Creo que los demócratas ‘de verdad’ estarán de acuerdo conmigo. Finalmente, vivo en un país extranjero donde soy ‘un inmigrante’.

    Partiendo de esa base, no sé qué tiene que ver este blog con este tipo de comentarios. Tengo que decir que me entristece que siempre se utilice cualquier excusa para atacar a la Iglesia. Perdonadme, pero creo que cada uno lee lo que quiere leer. Desde mi punto de vista el blog simplemente constata un hecho: la actual clase política no da respuesta a los problemas de la sociedad actual, lo que resulta en la aparición de nuevos partidos. Me imagino que los que escriben algunos de estos comentarios se pueden haber sentido aludidos (ofendidos) por el siguiente párrafo: -La dictadura de “lo políticamente correcto” ha hecho que muchas personas silenciosas comiencen a levantar la voz, hartas de ser manipuladas con mensajes pseudo-progresistas que, en realidad, esconden un grave deterioro de humanidad-.

    Sinceramente, no creo que el hecho de haber mencionado el término progresista sea indicativo de que el Padre Gonzalo se posiciona del “otro lado”. Ese es el gran error. Y que me perdone el Padre Gonzalo si he interpretado mal su blog. No hay ni un lado ni otro lado, hay valores, y en mi caso valores cristianos que intento inculcar en mi familia. Lo que tengo claro es que no intento imponer mis valores a la fuerza, ni rechazar a nadie por no compartir mis valores. Pero si no estoy de acuerdo con algo creo que tengo derecho a decirlo. Por sacar un tema de actualidad: si digo que estoy en contra del aborto, habrá gente que piense que soy un ultra-derechista, un anti progresista. Pues yo opino que defender la vida me hace mucho más progresista que los que defienden el aborto. Dicho eso, yo no rechazo a las personas que abortan, no las juzgo, no las repudio, antes bien rezo por ellas. Eso es lo que debería hacer todo buen cristiano. Por favor, no confundamos las cosas.
    Un saludo y si os pasáis por Inglaterra me mandáis un mail y nos tomamos unas cervezas, convido yo.

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