viernes, 21 de febrero de 2025

Una pregunta insidiosa


Jesús era un preguntón. Los evangelios están salpicados de preguntas suyas dirigidas a la gente en general o a algunas personas en particular, especialmente a sus discípulos. Recordemos algunas: “¿qué buscáis?” (Jn 1,38), “¿por qué has dudado?” (Mt 14,31), “¿quieres sanarte?” (Jn 5,6), “¿cuántos panes tenéis?” (Mc 6,38), “¿quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?” (Mt 12,48), “¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?” (Lc 2,49), “¿qué quieres que haga por ti?” (Lc 18,41), “¿por qué me preguntas por lo bueno?” (Mt 19,17), “¿cuál de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los bandidos?” (Lc 10,36), “¿quién dice la gente que soy yo?” (Mc 8,28), “¿mujer, por qué lloras?” (Jn 20,15), “¿podéis beber el cáliz que yo he de beber” (Mt 20,22), “¿también vosotros queréis marcharos?” (Jn 6,67), “¿no habéis podido velar una hora conmigo?” (Mt 26,40); “¿por qué esta generación pide un signo?” (Mc 8,12), “mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo?” (Jn 2,4).


Podríamos escoger una para cada día. Tendríamos materia suficiente para pensar, orar e incluso tomar alguna decisión. La que nos propone el evangelio de hoy no figura en la lista anterior. He querido destacarla porque es una de las preguntas de Jesús que más guerra ha dado a lo largo de la historia. Me he referido a ella en varias ocasiones en este blog. Hoy vuelvo a la carga. 

En la versión de Marcos suena así: “¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma?” (Mc 8,36). El contraste entre “ganar el mundo” y “perder el alma” hace temblar. ¿Qué podría significar hoy “ganar el mundo” para cualquiera de nosotros? Creo que “ganar el mundo” se refiere a ser reconocidos y apreciados por seguir los valores y criterios que “el mundo” considera relevantes. Dependen mucho de cada contexto, pero hay algunos comunes: una buena apariencia física, una economía saneada, una amplia red de contactos, una gran capacidad de influencia, etc.


¿Se puede “perder el alma” si uno se deja llevar por esos valores del mundo? El riesgo de vaciedad y sinsentido es evidente. Por eso Jesús encabeza la pregunta con ese insidioso “¿de qué aprovecha? (quid prodest)?”. Un buen ejercicio consiste en escribir en una hoja en blanco ese encabezamiento e irlo completando con situaciones tomadas de la propia vida: “¿De qué aprovecha ganar tanto si…? ¿De qué aprovechar viajar de un lugar para otro si…? ¿De qué aprovecha que todos hablen bien de mí si…? ¿De qué aprovecha…?”. 

El contexto en el que se sitúan todas esas posibles preguntas es claro: “Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará” (Mc 8,34-35). Jesús no quiere amargar la vida de nadie. Nos previene contra los falsos caminos y contra los atajos. Para un seguidor suyo, ganar la vida es entregarla. Lleva mucho tiempo entender esto. 

jueves, 20 de febrero de 2025

El ejército más pequeño del mundo


Ella era una estudiante española que hacía un año de Erasmus en Roma. Un día se acercó al Vaticano. En una de las puertas había dos apuestos guardias suizos ataviados con el uniforme que se diseñó en los años 20 del siglo pasado, no en tiempos de Miguel Ángel, como suelen decir algunos guías turísticos para llamar la atención. 

La chica le pregunta a uno de los guardias si ellos solían hacer retiros o ejercicios espirituales. El guardia, muy circunspecto, le responde: “Ahora no puedo responderte porque estoy de servicio, pero si me dejas tu teléfono, te llamo más tarde y te explico”. La chica le dejó un papelito con el número. Valerio -que así se llamaba el guardia suizo en cuestión- cumplió su promesa. La historia terminó en boda hispanosuiza al cabo de unos meses.


Pues bien, el suizo Valerio, su mujer española y su hijo recién nacido estaban ayer en la sala All In One de CaixaBank para asistir a la proyección del documental Honor in Armor (Honor con armadura) realizado por la agencia Rome Reports. Originalmente rodado en alemán para dar a conocer la Guardia Suiza en la Confederación Helvética, en Madrid se presentó doblado al español. Dura 52 minutos. 


Allí estuve ayer por la tarde, sentado en uno de los sillones de la original sala multiusos. Tras la proyección, hubo un coloquio, moderado por Irene Pozo (directora de contenidos sociorreligiosos de Ábside Media) entre Antonio Olivié (director de Rome Reports), Cristina Sánchez (directora del semanario Alfa y Omega) y la humorista Inés de Miguel que hizo espléndidamente de Tamara Falcó y de Yolanda Díaz (¡vaya contraste!) para poner un poco de sal y pimienta en el diálogo.


Lo que más me llamó la atención fue lo que Valerio, con su hijito en los brazos, dijo desde la grada. Para él es imposible ser un buen guardia suizo sin una experiencia de fe y sin un gran amor no solo al Papa sino a la Iglesia. 

Más allá de la perplejidad que suscita que un pregonero incansable de la paz como el Papa disponga del “ejército más pequeño del mundo”, la colorida Guardia Suiza Pontificia representa un tipo de ritualidad que conecta el presente con el pasado, que nos recuerda de dónde venimos y que -querámoslo o no- nos hace ver que vivimos en un mundo peligroso. Todo esto sucedía mientras nos llegaba la noticia de que la salud del Papa mejoraba ligeramente.



miércoles, 19 de febrero de 2025

Es tiempo de orar


Crece la preocupación por la salud del papa Francisco. Los medios de comunicación adelantan las piezas informativas por si se produjera su fallecimiento en los próximos días o semanas. Compruebo que los principales periódicos italianos abren con esta noticia en portada. Le dedican más atención que los españoles. No sabemos cómo va a evolucionar. En las iglesias se reza por la salud del Papa. 

Conozco bien el ambiente que se crea en estas ocasiones porque lo viví de cerca cuando falleció san Juan Pablo II hace casi 20 años. El caso de Benedicto XVI fue diferente. Murió casi diez años después de haber presentado su renuncia al ejercicio del ministerio petrino.


La película Cónclave, estrenada el año pasado, imagina lo que podría suceder a la muerte del Papa. No se menciona a Francisco, pero todo hace suponer que se trata de él. Creo que no es el momento de hacer cábalas, sino de orar y reflexionar. 

A mí me ha ayudado mucho la lectura de Esperanza, la autobiografía de Francisco publicada hace unas semanas. En realidad, más que una autobiografía al uso, se trata de una especie de “confesiones” en las que el Papa habla de lo que nos está sucediendo hoy en el mundo y en la Iglesia a partir de las experiencias que ha ido viviendo a lo largo de su dilatada vida. Esta conexión entre el presente y el pasado nos ayuda a comprender mejor sus acentos pastorales.


El otro día, en el contexto de una boda, me preguntaron qué pensaba sobre el papa Francisco. No me anduve con rodeos. Salté del plano afectivo al eclesial. Lo importante no es si me cae bien o mal, si es demasiado porteño o suavemente italiano, sino lo que su pontificado está suponiendo para la Iglesia de este tiempo. Respondí con pocas palabras: “Está poniendo el dedo en algunas llagas; por eso, a algunos les cae mal”. El paso del tiempo nos permitirá discernir con más objetividad su pontificado. Su lógica, desde luego, no es la lógica “vaticana” a la que hemos estado acostumbrados durante siglos. Se necesitaba una sacudida.

Ahora es tiempo de orar.

martes, 18 de febrero de 2025

Perseverar hasta el final


Si uno acostumbra a leer los periódicos digitales o impresos a diario, ya sabe a lo que se expone: un grave riesgo de confusión y desesperanza. Vamos de sobresalto en sobresalto. La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca le ha pillado a Europa con el pie cambiado. No parece que sea fácil encontrar respuestas rápidas y eficaces. Se vio en la minicumbre informal celebrada ayer en París. 

Algunas personas me han confesado que para evitar estas sacudidas continuas han decidido reducir al mínimo su consumo de información. Puede que en algunos casos sea lo más saludable. Pero para la mayoría de nosotros resulta difícil sustraernos a lo que sucede en nuestro mundo. La solución no consiste en esconder la cabeza, sino en aprender a interpretar y digerir lo que sucede.


Hay unas palabras de Jesús que nos ofrecen luz en los momentos de confusión:

“Estad atentos a que nadie os engañe, porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Mesías, y engañarán a muchos. Vais a oír hablar de guerras y noticias de guerra. Cuidado, no os alarméis, porque todo esto ha de suceder, pero todavía no es el final. Se levantará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá hambre, epidemias y terremotos en diversos lugares; todo esto será el comienzo de los dolores. Os entregarán al suplicio y os matarán, y por mi causa os odiarán todos los pueblos. Entonces muchos se escandalizarán y se traicionarán mutuamente, y se odiarán unos a otros. Aparecerán muchos falsos profetas y engañarán a mucha gente, y, al crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría; pero el que persevere hasta el final se salvará” (Mt 24,4-13).

Jesús no nos pide que resolvamos los conflictos. A menudo, se nos escapan de las manos. Lo que nos pide es que no nos dejemos llevar por las noticias catastrofistas y, sobre todo, que perseveremos en la fe y la confianza, que creamos firmemente en que la historia nos se le escapa a Dios de las manos, por confusa y violenta que pueda parecernos.

lunes, 17 de febrero de 2025

Esperaba otra cosa


Ayer fui a ver con un amigo periodista la película Descalzos en un cine de la calle Fuencarral. Buena sala. Media entrada. Muchos jóvenes. Confieso que me pesaba el grato recuerdo de Libres, la anterior película de Santos Blanco. Cuando comí con él hace casi dos años y luego lo entrevisté para la revista Vida Religiosa, me confesó que estaba preparando una nueva película sobre la música. 

El proyecto se estrenó el pasado viernes. Salí de la sala con sentimientos encontrados. Me gusta el lenguaje cinematográfico de Santos Blanco, la forma como mima la imagen y cuida la calidad de la banda sonora. Pero esta vez encontré demasiada dispersión en el desfile de personajes, un guion algo desdibujado. Al final, aunque se hable de la música como experiencia de apertura al misterio de Dios, se concentra todo en el grupo musical Hakuna. La película acaba transformándose en un publirreportaje.


Los seguidores y admiradores de Hakuna disfrutarán con las canciones y los testimonios de algunos miembros del grupo. Otros espectadores -como es mi caso- se sentirán quizás demasiado “catequizados”. El cine tiene, sobre todo, que sugerir. Cuando es demasiado explícito, cuando a toda costa quiere venderte un mensaje del tipo que sea, acaba resultando un poco repelente. 

Con todo, estoy seguro de que muchos jóvenes se sentirán identificados con los protagonistas y vibrarán con sus experiencias. Si esa identificación les ayuda a hacerse preguntas y a colocarse a tiro frente al misterio de Dios, habrá merecido la pena el esfuerzo. No he tenido tiempo de leer ninguna crítica de los medios especializados. Espero que sean benévolas y que mi punto de vista resulte equivocado.



domingo, 16 de febrero de 2025

Seguimos caminando


El próximo jueves se cumplirán nueve años desde que abrí este blog el 20 de febrero de 2016. He escogido este noveno aniversario para reabrirlo después de más de un mes y medio de interrupción. En este tiempo he meditado si debía continuar o no. Después de escuchar algunas opiniones de amigos y de un discernimiento personal, me he decidido a continuar, aunque tal vez con entradas más cortas y menos frecuentes. La periodicidad diaria se me hace casi incompatible con las ocupaciones que ahora llevo entre manos.


He pasado varios días en el monasterio benedictino de santo Domingo de Silos, un remanso de espiritualidad perdido en la serranía del sureste burgalés, casi en el límite con la provincia de Soria. He tenido tiempo para orar y celebrar con los monjes, pasear por su huerta y los alrededores, descansar y, sobre todo, disfrutar del silencio y la calma. 

He caminado muchas veces por su claustro románico y me he refugiado en la capilla lateral de la iglesia neoclásica donde se custodia el Santísimo. Los monjes me han invitado a compartir con ellos las comidas en silencio mientras escuchábamos la instructiva historia del abad Dom Guéranger, reformador del monasterio francés de Solesmes en la segunda mitad del siglo XIX. Regresé a Madrid tonificado. Me he reafirmado en la necesidad que todos tenemos de hacer de vez en cuando un alto en el camino.


Quizá por eso, me ha parecido conveniente invitar a los lectores del blog a un retiro del fin de semana que prolonga los que comenzamos antes de la pandemia. Os ofrezco los datos esenciales para los que queráis y podáis:

Fecha: Del viernes 9 de mayo (a las 8 de la tarde) al domingo 11 de mayo (después de la comida).

Tema: “De quemados a encendidos” (cómo pasar del desencanto al entusiasmo en la vida de fe).

Lugar: Casa de Espiritualidad. Misioneros Claretianos. C/ Corredera, 1. Colmenar Viejo (Madrid).

Inscripción: Los que deseéis participar, podéis escribirme a esta dirección: gonfersa@hotmail.com.

Feliz domingo a todos.

sábado, 28 de diciembre de 2024

2.500 emociones


Caminar a tres grados bajo cero a las nueve de la mañana tiene su encanto. Los charquitos en medio del pinar estaban congelados y todo aparecía cubierto por una blanca capa de escarcha. A medida que el sol ganaba fuerza, el frío matutino se iba disipando un poco. A la vuelta del pinar, me he pasado por el cementerio para orar ante la tumba de mis padres y mis abuelos. No había nadie. No es fácil describir con palabras lo que se siente al contemplar la lápida cubierta de escarcha y sentirse rodeado por montañas que parecen custodiar un lugar que transmite paz y serenidad. 


Me ha emocionado, sobre todo, ver un taquito de madera que mis sobrinos pequeños han colocado sobre la tumba de los abuelos con un pequeño mensaje escrito. Sé que hay personas a las que no les gusta visitar los cementerios porque despierta en ellas sentimientos de pérdida, nostalgia, temor, tristeza o ansiedad. No es mi caso. Rara es la vez que vengo a mi pueblo natal y no visito el lugar donde yacen mis antepasados. Es un pequeño símbolo de recuerdo y gratitud. Podemos recordarlos y orar por ellos en cualquier lugar y tiempo, pero los seres humanos necesitamos signos visibles que nos ayuden a dar cuerpo y significado a las experiencias más profundas.


Me gusta despedir el año con tiempo invernal, aunque sería todavía mejor si nevase un poco, lo que no está previsto en los próximos días. Esta tarde-noche tendremos el belén viviente en la plaza del pueblo. Habrá que abrigarse bien para no coger un resfriado. Cada año se va enriqueciendo un poco más con la colaboración de muchas personas. Es otro signo que ayuda a vivir el significado de la Navidad y estrechar los lazos de convivencia entre las gentes del pueblo y los visitantes que se acercan desde otros lugares. Las luces y la música ayudan mucho a crear un clima de belleza que cautiva a los niños y a los mayores nos hace recordar las experiencias de nuestra infancia.

La entrada de hoy es la número 2.500. Han sido casi nueve años de emociones y encuentros. Quizá ha llegado el momento de hacer una pausa o de darle otro aire a este Rincón que, desde febrero de 2016, quiere ser un lugar de encuentro entre la fe y la vida cotidiana. Veremos.