martes, 1 de febrero de 2022

Se nos ha ido un ángel


El próximo 9 de febrero hubiera cumplido 92 años. Tenía la misma edad que mi padre. Pero murió ayer, memoria de san Juan Bosco, y será incinerado hoy, memoria de los Beatos Mártires Claretianos. No puedo participar en su funeral porque dentro de unas horas salgo para Roma. Lo siento muchísimo. Con él compartí, día a día, una aventura apasionante durante el decenio 1992-2002. Se llamaba Ángel Sanz Arribas. Era misionero claretiano. Hacía honor a su nombre porque era un verdadero ángel, un enviado. Su biografía podría titularse, parafraseando la famosa obra de Peter Berger, Rumor de ángel. Pasó por la vida de puntillas, haciendo el menor ruido posible. 

Ocupaba el primer puesto de una familia de siete hijos: un laico y seis hermanos religiosos (dos claretianos, dos claretianas y dos jesuitinas). Una de las hermanas claretianas que vivía en Polonia se le adelantó hace años en el camino hacia la casa del Padre. Era segoviano, que es lo mismo que decir castellano enjuto y universal. Física y espiritualmente fino. Por su aspecto físico esquemático, algunos lo comparaban con Pedro Casaldáliga. Ambos han muerto casi a la misma edad. La menudencia corporal de Ángel parecía insuficiente para albergar una espiritualidad tan recia como la suya. Una neumonía bilateral provocada por el Covid ha acabado con su “frágil salud de hierro” en un hospital de la periferia madrileña. 

¿Qué puedo decir de él? Con Ángel aprendí muchas cosas en el largo tiempo de convivencia comunitaria y trabajo compartido. La que más me impactó siempre es que era un hombre de fe y de oración. Parecía respirar en Dios. Algunos de sus libros -El alzar de las manos. Parábolas, oraciones y subsidios (1995) o Cosas del Padre Abad. Para una espiritualidad narrativa (2020)- dan prueba de su honda espiritualidad. No hay que dar por supuesto que un religioso sea una persona religiosa. En el caso de Ángel era evidente. Había nacido en una familia cristiana. Para él -como para Claret- Dios era suficientísimo. Por eso, le dolía tanto que muchas personas no pudieran experimentar el amor de Dios y se abandonaran al ateísmo práctico. Siempre se las ingeniaba para encontrar vías de acceso.

Es difícil imaginar que un misionero como él fuera durante un par de años (1960-62) capellán militar en Melilla. De su buen hacer con los soldados dan testimonio algunas amistades que conservó hasta el final. Luego hizo muchas otras cosas a lo largo de su dilatada vida. Estudió Ciencias de la Educación en Salamanca y Música Gregoriana en Madrid. Fue profesor, formador, hombre de gobierno, músico, director de la revista Iris de Paz, escritor, capellán de la Adoración Nocturna y, sobre todo, animador de retiros y ejercicios espirituales. 

Su atención al detalle, tanto en la música como en la literatura o la maquetación de un artículo, podía hacerlo a veces un tanto puntilloso. Él mismo se daba cuenta de su tendencia al perfeccionismo y reculaba sin contemplaciones impulsado por su fino sentido del humor. Su capacidad para el análisis era tanta como su propensión al despiste. Abundan las anécdotas. Recuerdo, entre tantas, el día en que casi perdimos el vuelo Madrid-Roma con la compañía tailandesa Thai porque había olvidado su billete en casa. Corría el año 1989. Entonces no existían las facilidades digitales con que contamos hoy.

Era también un gran contador de historias que siempre sazonaba con un humor inteligente. No en vano admiraba a los escritores de la revista satírica La Codorniz, “la revista más audaz para el lector más inteligente”. Le gustaba jugar con las palabras, como cuando repetía aquello de que “todas las mujeres avanzaron como un solo hombre” o el despropósito estadístico de aquel grupo en el que “el 90% pensaba una cosa y el otro 90% la contraria”, sin olvidar aquello de que “el soldado con una mano empuñaba la espada y con la otra decía…”. Lo del enfoque narrativo del que hoy tanto se habla lo traía de fábrica. Por eso, le gustaban tanto las parábolas antiguas y modernas.

Con él aprendí que las cosas negativas no se esperan, se temen. Uno no espera que sobrevenga una guerra, un huracán o una pandemia. Espera que haga buen tiempo, nazca un hijo o lleguen las vacaciones. Exigente en los ideales, tenía una enorme capacidad para comprender las debilidades humanas, y, sobre todo, exhibía una tierna actitud compasiva. Quizás por eso admiró tanto al hermano claretiano Jesús Hernández (1908-1995), apóstol de los enfermos, del que escribió una semblanza biográfica titulada Pequeña historia de un buen samaritano: H. Jesús Hernández (1998). Un año después escribió una obrita sobre el fundador de los claretianos: Apóstol de fuego. San Antonio María Claret (1999). Era claretiano hasta la médula. Vibraba con el Corazón de María. La figura de san Antonio María Claret le fascinaba. No sé si tuvo la oportunidad de ver la película Claret antes de morir. Me hubiera gustado mucho haber conocido su opinión.

Mantuve con él tantas horas de agradable conversación que me resulta imposible hacer un somero balance. Con él, las conversaciones siempre eran “generativas”, como se dice ahora. Alumbrábamos ideas nuevas. Juntos dimos cursos de formación en Madrid y Roma y, sobre todo, organizamos el proyecto de renovación claretiana llamado La Fragua. Eso nos exigió hablar con muchas personas, leer sobre experiencias semejantes y, sobre todo, articular pedagógicamente (¡él era un gran pedagogo!) un itinerario que aunase algunas experiencias humanas básicas para un misionero y sus raíces espirituales. Ángel demostraba entonces una apertura admirable y una curiosidad infantil. Todo le interesaba. Devoraba los periódicos y buscaba como un sabueso lo que podría ayudarnos a salir de la modorra. Estaba siempre dispuesto a acoger lo mejor, viniese de los jesuitas, de los maristas, del monasterio de Buenafuente del Sistal, de los Focolares (visitamos Loppiano en más de una ocasión) o de la teología de la liberación. 

Esto lo hacía un hombre de diálogo, de esos que no apagan nunca el pábilo vacilante, que siempre encuentran motivos para seguir esperando a pesar de los pesares. No era un intelectual al uso. Su gran preocupación era pastoral, llegar al corazón de la gente. Tanto sus artículos como sus homilías (o como el tríptico que repartió en el tanatorio de la M-30 de Madrid) tenían siempre un tono existencial, poético. Le gustaba más sugerir que pontificar. Bebía en santos como Juan de la Cruz o Charles de Foucauld, pero admiraba también a escritores como José María Cabodevilla, José Luis Martín Descalzo, Henri Nouwen o Tony de Mello. Su libro Nube de testigos (2013), prologado por el obispo Pedro Casaldáliga, es una colección de cartas a personas tan variadas como el cardenal Newman, Thomas Merton, García Morente, Roger Schutz, Edith Stein, Julián Marías o León Felipe.

Desde que yo me fui a Roma en octubre de 2003 nuestros contactos han sido esporádicos, aunque nos hemos escrito de vez en cuando y siempre he recibido un ejemplar dedicado de los libros que iba escribiendo. La última vez que lo vi en Colmenar Viejo (ciudad en la que ha pasado los últimos 30 años de su vida) lo encontré muy envejecido, pero siempre con su actitud positiva y esperanzada, muy interesado por la marcha de la congregación claretiana en el mundo (otra de sus numerosas preocupaciones) y agradecido por todo. 

Confieso que con personas como él es más fácil creer que existe Dios, que los seres humanos somos radicalmente buenos y que el bien siempre acaba triunfando. Se nos ha ido un ángel. Contamos con un intercesor. Gracias por todo, amigo y hermano. Descansa en paz.

En la muerte de un hermano

(Oración tomada del libro El alzar de mis manos, escrito por el P. Ángel Sanz, CMF)

Señor Jesús,
que eres Dios y conoces todas las cosas,
que eres hombre y has vivido
tu propia muerte en la cruz;
tú que lloraste la ausencia de un amigo,
a quien amabas entrañablemente,
comprendes hoy el dolor de nuestra comunidad
-de cada uno de nosotros-
ante la muerte de nuestro hermano Ángel.

Nos conforta tu presencia y tu testimonio
y nos ilumina tu palabra,
que es palabra de vida,
de esperanza cierta en la resurrección.

Tú eres la resurrección y la vida:
el que cree en ti,
aunque haya muerto, vivirá.
Nuestro hermano Ángel creyó en ti
y esperamos que cumplas en él tu promesa,
fiados en tu infinita misericordia.

También nosotros creemos en ti, Señor,
tu Pascua nos permite pregustar
el gozo de nuestra propia pascua.

Haz que mientras permanecemos en este mundo,
sepamos ser como el grano de trigo
que cae en tierra y muere
para dar fruto abundante:
el fruto de la vida,
que eres tú, Cristo resucitado,
profecía y testimonio del hombre nuevo.

Te lo pedimos confiadamente
por intercesión de María,
nuestra madre,
a ti que vives y reinas
por los siglos de los siglos. Amén.

14 comentarios:

  1. Gonzalo. Se nota cuánto le qurías. Te acompañamos en tu sentimiento y en tu oración. Buen viaje. Un abrazo

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  2. Gracias Gonzalo por compartir tus sentimientos y la sabiduría que compartieron, por hacérnoslo conocer. Como tu dices tenemos un intercesor, en la casa del Padre.

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  3. Descansa en paz porla misericordia infinita de Dios.Amén.

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  4. Gonzalo, me uno a tus sentimientos y oraciones… Gracias por el testimonio que nos das, a través del P. Ángel, de tu amistad y todo el aprendizaje que hiciste con él… Entiendo que todo él transparentaba al Dios en quien creía y confiaba… Continuará su misión a otro nivel…
    Le pido que aporte luz para que podamos visualizar el camino a seguir desde la vocación claretiana. También los Martires claretianos nos ayuden y acompañen en nuestro caminar. Hoy es una mezcla de sentimmientos de "todos los colores".
    Un abrazo, Gonzalo.

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  5. Gracias por tus sentidas palabras Gonzalo. Nos has hecho conocer a nuestro querido hermano Angel gustando algo de la profundidad de su vida... que nos habla de Dios. Y es el lenguaje vital, experiencial que hoy necesitamos. Gracias Gonzalo por esa profundidad certera de tus palabras y de tu fraternidad misionera en Claret... graciasvpor la vida sencilla y llena del Espiritu de Angel. Con su hermana Fuencisla, Claretiana y en comunión orante, bendecimos a Dios por esa existencia hoy transformada en nueva Vida desde la Pascua de Jesús.

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  6. Me consta todo lo dicho cuando se iniciaba la experiencia de la Fragua en Roma...Gracias Ángel, Goza en Dios por toda la eternidad. Amén

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  7. Gracias, querido hermano!. Tú has sido una firme columna en la fe para toda la familia. Gracias, Gonzalo por expresar tan bien lo que fue mi hermano.

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  8. Siento mucho la perdida,por lo que comentas Gonzalo se nota que lo querías mucho,no he conocido a Ángel,pero por tus palabras seguro que era una de esas personas que cuando estás junto a él todo cobra sentido y hay luz,rezo por el por su familia y por la familia claretiana que pierde a un hermano.DEP.

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  9. Escribió la letra y la música de un canto a la Virgen de la Teja.
    Un prodigio Mariano que custodia nuestro convento.

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  10. Gracias por esta reseña de la vida del padre Ángel.

    Podemos hacer una Asociación de Amigos del padre Ángel para compartir experiencias o anecdotas sobre él, y de esta forma conocerlo mejor.

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  11. Le conocía desde cuando era yo pequeño asta hoy día ya me echó mallor gracias al padre Angel junto adiós me han alludado a salir acia adelante con sus omilias con sus catequesis me llamo Julián

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  12. Gracias por hacernos conocer la vida de un Angel Claretiano.
    Que su vida nos ilumine, para ser la buena semilla con la que soñana.
    Recibe mis sentimientos de condolencia.

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  13. Querido Ángel,hoy vuelvo a leer despacio, saboreando cada palabra que escribe el P. Gonzalo sobre ti. Hace 51 días que el Padre te abrazó para llevarte con Él. Sin duda habrás escuchado esas palabras de Jesús: "Ven, bendito de mi Padre...", porque toda tu vida fue buscar su Voluntad para llevarla a la práctica.
    Recuerdo que, cuando mis superioras, después del curso de renovación en Roma, me destinaron a Bolivia, donde me encuentro actualmente y, después de haber vivido como misionera en Filipinas durante 18 años, me dedicaste una tarjeta con el rostro de Jesús y decía en el reverso:
    "Marifuencis:
    Este amigo mío está viviendo en Bolivia.
    Es persona de toda confianza. Y hasta creo que te conoce.
    Si necesitas cualquier cosa, no tienes más que acudir a él.
    Si te pide algo, dáselo en seguida.
    Le encontrarás en todas partes. Ahora tiene cara de boliviano. Por la mirada te será fácil reconocerle.
    Y no te olvides, cuando le veas dile algo amable de mi parte.
    Hasta pronto. Un abrazo muy fuerte,
    Ángel"

    20-8-87
    Estas palabras tuyas, como todas tus cartas y escritos, cobran hoy un nuevo sentido. Realmente eras un enamorado de Jesús y de su Madre.
    Gracias por tu ejemplo de vida y por tanto amor como nos has dado.
    Soy tu hermana pequeña, como siempre me decias con cariño. Soy Maria Fuencisla Elena Sanz Arribas, Hija de Jesús (jesuitina). Muchas gracias a todos por sus comentarios y testimonios.

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