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lunes, 21 de marzo de 2016

¿Adiós al bolígrafo?

Los posts de este Rincón de Gundisalvus los escribo siempre con mi ordenador: a veces, el fijo de mi despacho; otras, cuando viajo, el portátil. Esto acelera el proceso de elaboración y difusión. Casi todos los textos que tengo que escribir (informes, artículos, cartas, libros, etc.) los compongo con el ordenador. Pero hay uno que siempre lo escribo a mano: mi diario personal. Me resulta imposible teclearlo. Necesito acariciar el cuaderno, abrirlo, coger mi pluma o un bolígrafo azul y empezar lentamente a escribir a mano. Los textos que surgen tienen un sabor distinto a los que escribo con ordenador. Desde hace muchos años percibo la diferencia. Ayer, estando todavía en Wroclaw, leí un interesante artículo periodístico que aborda este tema. Me alegré mucho de que expertos en la materia confirmen mi sencilla experiencia cotidiana. En un reciente congreso, “neuropsicólogos, grafólogos y pedagogos consideran de suma importancia que no se abandone el hábito de escribir a mano porque con él se activan multitud de procesos cognitivos que ayudan a la organización de ideas, a la construcción de estructuras gramaticales y a la activación de los procesos motores encargados de producir los correspondientes signos gráficos, una función que no se activa al escribir con herramientas digitales”.

Tal vez se podría establecer una correlación entre los conceptos de complejidad-complicación, a los que me referí en un reciente post, y las diferencias entre la escritura a mano y la digital. La primera es compleja porque es una prolongación –incluso física– de los complejos procesos del pensamiento. La segunda es, más bien, complicada. Expresa el pensamiento, pero a través de mediaciones complicadas como son todas las digitales. Abandonar la escritura a mano puede significar, a medio y largo plazo, ir transformándonos en realidades simplemente complicadas y, por tanto, programables y manipulables. La escritura a mano es un acto de rebeldía, una reivindicación de nuestra humanidad compleja, un canto a la creatividad primordial.

Imagino que los defensores a ultranza del mundo digital podrían objetarme muchas cosas: mi ignorancia casi enciclopédica respecto de los intríngulis de este mundo, mis juicios superficiales y mi nostalgia de procedimientos que tienen milenios de historia, pero que pueden desaparecer. Aun así, siempre encontrarán en mí un aliado leal en los avances que agilizan los procesos técnicos y un oponente crítico que se rebela frente a la mecanización del conocimiento humano. Dejar de escribir a mano es una derrota. Por eso, os invito a escribir de vez en cuando alguna carta con vuestra vieja pluma o con bolígrafo, a tomar notas a mano; incluso, si no suena demasiado cursi, a practicar un poco de caligrafía. No os va a producir ninguna enfermedad degenerativa. A cambio, puede proporcionaros el plus de humanidad, rebeldía y creatividad que necesitamos para no sucumbir al imperio de los dispositivos electrónicos.

No me olvido de que hoy es Lunes Santo. El fragmento del Evangelio de Juan que nos propone la liturgia de hoy es de una belleza inmarcesible. Me referí a él hace unos días al hablar de María de Betania. Con permiso del autor del Evangelio, a María de Betania la nombraría patrona de los escribientes a mano (por su sensibilidad al amor y la belleza) y a Judas Iscariote, patrono de los que solo ejercitan la escritura digital (con perdón de sus adeptos). ¿Cómo no se le ha ocurrido esto a Bill Gates antes?

Os dejo con este maravilloso y conocido coral de "La Pasión según San Mateo" de Johann Sebastian Bach.