martes, 7 de mayo de 2024

Un hombre decisivo


Para el filósofo germano-suizo Karl Jaspers (1883-1969), autor de una magna colección sobre “los esenciales de la filosofía”, hay cuatro personajes (dos de Oriente y dos de Occidente) que han sido los más influyentes en la historia de la humanidad. Por eso los denomina “los hombres decisivos”. En este selecto y minoritario grupo no hay ninguna mujer. Sus nombres son de sobra conocidos: Sócrates (s. V a. C), Buda (s. VI-V a. C), Confucio (VI-V a. C) y Jesús (s. I). 

Es curioso que tres de ellos vivieron alrededor del siglo V antes de Cristo, un momento álgido en la historia de la humanidad. Aunque se podrían añadir otros nombres, es evidente que estos cuatro personajes han marcado un modo de ver la realidad y de comportarnos como seres humanos. Seguimos viviendo de su influjo, incluso cuando nos oponemos a él o lo ignoramos. Esto es sorprendente. ¿Por qué, entre los miles de millones de seres humanos que han existido a la lo largo de la historia, algunos se convierten en faros que iluminan a los demás?


Hablo de estos “hombres decisivos” (creo que en una lista ampliada habría que incluir sin ninguna duda a algunas mujeres como María de Nazaret) porque hoy conmemoramos el 74 aniversario de la canonización de san Antonio María Claret. Su influjo no es comparable al de los cuatro grandes, pero, en una escala muy reducida, también ha sido un “hombre decisivo” para quienes inspiramos nuestra vida en su forma de seguir a Jesús y de vivir el Evangelio. 

A medida que pasa el tiempo, su figura resulta más atractiva, aunque no tiene los índices de popularidad de otros santos del pasado (Francisco de Asís, Antonio de Padua o Teresa de Jesús) o del presente (Pío de Pietrelcina, Teresa de Calcuta o Juan Pablo II). Si hay algo que llama la atención en la vida de Claret es su capacidad para -en palabras de Pío XII- “ensamblar contrastes”. Aunque en una entrada escrita hace cuatro años ya transcribí las palabras que el Papa pronunció en español al día siguiente de la canonización, las repito hoy porque es difícil encontrar una semblanza del santo catalán más clara, concisa y hermosa:
“Alma grande, nacida como para ensamblar contrastes; pudo ser humilde de origen y glorioso a los ojos del mundo; pequeño de cuerpo, pero de espíritu gigante; de apariencia modesta, pero capacísimo de imponer respeto incluso a los grandes de la tierra; fuerte de carácter, pero con la suave dulzura de quien sabe el freno de la austeridad y de la penitencia; siempre en la presencia de Dios aun en medio de su prodigiosa actividad exterior; calumniado y admirado, festejado y perseguido. Y entre tantas maravillas, como luz suave que todo lo ilumina, su devoción a la Madre de Dios”.


Dentro de un par de meses los claretianos celebraremos los 175 años de la fundación de nuestra congregación misionera. Por un año no coincide esa efeméride con los 75 años de la canonización del fundador. En cualquier caso, estamos viviendo fechas que nos invitan a valorar y actualizar el legado recibido. No se trata de hacer un panegírico exagerado de un ser humano que, como todos, fue hijo de su tiempo, sino de agradecer el hecho de que sea un “hombre decisivo” (por utilizar la expresión de Karl Jaspers), una mediación del Espíritu, en el itinerario vocacional de muchas personas, entre las cuales me cuento.

3 comentarios:

  1. A Claret, nunca se le acaba de conocer… A medida que pasa el tiempo voy descubriendo distintos aspectos que no he percibido de entrada… Me gusta y me interpela a la vez cuando afirmas que “Claret es una mediación del Espíritu, en el itinerario vocacional de muchas personas…”
    Gracias Gonzalo por vivir con intensidad tu vocación claretiana y compartirla que eso se contagia.

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  2. Enhorabuena por el aniversario de 75 años de la canonización de Claret.
    Lo conocí un poco mejor al ver su película , que me cautivó.
    Leer la vida de los Santos siempre enriquece...
    Gracias Gonzalo por recordárnoslo.

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  3. !!FELICIDADES !!Gonzalo:
    Qué importante es hacer visible y contagioso el Evangelio con personas enamoradas de su Mensaje, y que han puesto la vida y sus talentos, al servicio del Sueño de la Fraternidad.

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