
No sé cuántos Pepes conozco, pero son muchos. El primero, ya fallecido, fue un tío mío. Después, la lista de Pepes ha ido creciendo con numerosos familiares, amigos y conocidos. ¿Por qué a los que se llaman José se los suele denominar con el apodo de Pepe? La explicación más difundida es que el hipocorístico Pepe, correspondiente al nombre José, proviene de la forma en que se denominaba en latín a san José: Pater Putativus (es decir, “padre supuesto”). San José era el “padre supuesto” de Jesús. La expresión latina solía abreviarse con las consonantes iniciales P.P. De ahí proviene el famoso Pepe, si bien -como sucede con casi todo- existen varias hipótesis al respecto. La del pater putativus no es la única, aunque sea la más difundida.

Según el INE, en España hay 515.889 varones que llevan el nombre de José. Su media de edad es de 62,6 años, lo cual demuestra que no es un nombre muy común en las nuevas generaciones. [41.886 (edad media: 55,2 años) se llaman Josep y 5.740 (edad media: 39,2 años) se llaman Joseba]. Más de medio millón de Pepes hacen del nombre de José el tercero más frecuente en España, después de Antonio y Manuel. No está nada mal esta medalla de bronce en las olimpíadas onomásticas. ¿Quién le iba a decir al Pepe de Nazaret que iba a ser tan famoso?
Dios puede convertir en fuerte lo débil y en débil lo fuerte. Muchos “desconocidos” en su tiempo son hoy famosos y muchos famosos acaban siendo unos perfectos desconocidos. De José de Nazaret he escrito muchas veces en este blog. Le tengo una gran simpatía, una silenciosa devoción. Juntando todas las entradas, se puede formar un pequeño tratado de josefología para lectores con prisas. Este año quiero poner el acento en su perfil bajo. Entre sus paisanos, el padre de Jesús podía ser “un tal Pepe” que se dedica a tareas artesanales, un tékton (carpintero, artesano, constructor) de la época. Aquí reside su misteriosa y magnética grandeza.

Un sencillo tékton entra a formar parte del diseño salvífico de Dios para la humanidad. En este guion no tiene un papel protagonista. Podríamos decir que es un secundario de lujo, alguien que, no haciendo, hace; no hablando, convence; retirándose, acompaña. Pepe de Nazaret es un ánfora vaciada de sí mismo para que quepa en ella toda la gracia de Dios.
En momentos tan egocéntricos como los que vivimos, en los que muchos queremos poner siempre nuestra firma al pie de todo, Pepe de Nazaret nos enseña a retirarnos con sencilla elegancia para que Dios ocupe todo el espacio. Necesitamos inundar la Iglesia y la sociedad de Pepes que no chupen cámara, que no prodiguen sus fotos en las redes sociales, que dejen que Jesús y María nos señalen el verdadero camino.
Felicidades a todos los amigos y amigas que llevan el nombre de José, el “humilde carpintero”.
Gracias por el mensaje que nos aportas de “Pepe” cuando nos dices: “Pepe de Nazaret es un ánfora vaciada de sí mismo para que quepa en ella toda la gracia de Dios”. Es un aspecto suyo a imitar.
ResponderEliminarGracias también por toda la información del nombre y sus derivados, es interesante.