miércoles, 26 de marzo de 2025

Necesitamos músculo moral


Al presidente del gobierno español no le gusta el término rearme. Y, sin embargo, eso es lo que está haciendo Europa con el objetivo -o con la excusa- de preservar su seguridad. Teniendo en cuenta la permanente amenaza rusa y el cambio en la política estadounidense, Europa cree que tiene que aumentar significativamente su gasto en defensa y prepararse para un posible conflicto. Hay países que ya han mandado manuales de supervivencia a sus ciudadanos. Se habla incluso de cómo se haría el reclutamiento de soldados. Está creciendo en Europa la piscosis de una guerra inevitable. Hemos hecho nuestro el viejo adagio Si vis pacem, para bellum (si quieres la paz, prepárate para la guerra). 

Es difícil saber a qué responde esta estrategia del miedo o, por lo menos, de la precaución. ¿Existe realmente una amenaza rusa? ¿Hay indicios de que Putin quiera seguir invadiendo más países del Este europeo? ¿Hay un acuerdo secreto entre Rusia y Estados Unidos para dividir y debilitar a Europa y, de esta manera, tenerla bajo control? ¿Se teme una invasión islámica? No es fácil distinguir las informaciones de los rumores. 

¿O se trata, una vez más, de atemorizar a la población para justificar el incremento del gasto armamentístico? ¿Qué intereses hay detrás de esta súbita preocupación por la defensa europea? ¿Es verdad que los 80 años de paz en Europa han debilitado al continente y que la única manera de no sucumbir al imperio de la comodidad es activar de nuevo la moral bélica? Como en todos los asuntos oscuros y controvertidos, crecen más las preguntas que las respuestas.


En la carta que el papa Francisco escribió al director del periódico italiano Corriere della sera desde el policlínico Gemelli el pasado 14 de marzo, decía con rotundidad: “Debemos desarmar las palabras, para desarmar las mentes y desarmar la Tierra. Hay una gran necesidad de reflexión, de calma, de sentido de la complejidad. Mientras que la guerra solo devasta comunidades y el medio ambiente, sin ofrecer soluciones a los conflictos, la diplomacia y las organizaciones internacionales necesitan sangre nueva y credibilidad. Las religiones, además, pueden recurrir a la espiritualidad de los pueblos para reavivar el deseo de fraternidad y justicia, la esperanza de paz”. 

Imagino que cuando algunos líderes políticos y hombres de negocios leyeron estas palabras se reirían a mandíbula batiente o, por lo menos, esbozarían una sonrisa conmiserativa: “¡Qué ingenuos son estos hombres de Iglesia! Se creen que los problemas se resuelven a base de rezos y buenas intenciones. Ahora hablan de paz, pero si se sienten amenazados, enseguida pedirán la protección de las armas”. Prefiero tomar en serio las palabras del Papa: Hay una gran necesidad de reflexión, de calma, de sentido de la complejidad. Pues, tratemos de reflexionar sin dejarnos llevar por la presión mediática.


No veo ningún tipo de ingenuidad en las palabras del papa Francisco. La Iglesia acumula una enorme sabiduría tras haber atravesado siglos de mentiras, medias verdades, enfrentamientos y guerras crueles. Es verdad que la historia se ha escrito en buena medida con sangre, incluida la historia de la evangelización. Por eso mismo, hoy sabemos mejor que hace cinco siglos el enorme precio que se paga cuando los seres humanos recurrimos a la guerra como forma de dirimir nuestros conflictos, temores, intereses o ambiciones. 

Creo que los ciudadanos no podemos permanecer pasivos ante el rearme que se nos avecina, como si fuera algo inevitable o incluso deseable. No podemos tragar con el gato de la guerra travestido de liebre de seguridad. Debemos oponernos con firmeza, desenmascarando los argumentos sofistas y creyendo en la fuerza transformadora de la no violencia cuando todo un pueblo (en este caso Europa) se pone en pie de paz. De no hacerlo a tiempo, nos veremos abocados a lo que no queremos. 

Es posible que, tras décadas de prosperidad, Europa se haya convertido en un continente muelle y necesite una sacudida de fuerza. Debe exhibir músculo -es verdad-, pero no militar sino moral. Tiene suficientes recursos para hacerlo. Sería triste que Europa siguiera ostentando el triste récord de ser el continente más belicoso a lo largo de la historia.

1 comentario:

  1. Tienes razón, cuando escribes que “en estos momentos crecen más las preguntas que las respuestas.”
    Me adhiero a tu consejo: “Prefiero tomar en serio las palabras del Papa: “Hay una gran necesidad de reflexión, de calma, de sentido de la complejidad”. Pues, tratemos de reflexionar sin dejarnos llevar por la presión mediática”.
    Gracias Gonzalo por todas las aclaraciones y por la seguridad y fuerza que nos transmites en esta entrada.

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