miércoles, 22 de febrero de 2017

Quiero ser normal

En las once horas que duró el vuelo entre Roma y Hong Kong tuve tiempo de ver tres películas. Empecé con Julieta (2016), la última de Almodóvar, que me gustó más que las anteriores por la historia que propone y por la sobriedad con que la narra, hasta el punto de que –salvo por algunas escenas un poco atrevidas– casi no parece una obra almodovariana. Para cambiar de estilo, seguí con Frozen (2013), una película de animación de la factoría Disney con los típicos ingredientes a los que nos tienen acostumbrados: efectos digitales vistosos, música espectacular, ternura, etc. Y terminé con una recentísima producción italiana titulada La mia famiglia a soqquadro (2017) que ni siquiera se ha estrenado todavía en los cines. El título se podría traducir como “Mi familia en ruinas”. Se trata de una comedia a la italiana, un poco esperpéntica, pero con un mensaje claro que me hizo pensar. Cuenta la historia de Martino, un muchacho de 11 años que, al empezar la secundaria, se encuentra frente a una realidad que no imaginaba: ¡sus padres aún no se han separado!  Es el único de la clase que todavía tiene a sus padres viviendo juntos. La suya es una familia insoportablemente anormal. Poco a poco, empieza a sentir envidia de los viajes lujosos, de las vacaciones y de los regalos que sus compañeros reciben de sus padres separados y de sus respectivos nuevos compañeros y compañeras que se esfuerzan por conquistar el cariño de los hijos a base de obsequios. Entonces a Martino le brota la diabólica idea de intentar por todos los medios que sus padres se separen para así ser un chico como todos; es decir, un chico normal. De este modo podrá obtener los mismos beneficios que el resto de sus amigos. Con ayuda de una compañera de clase que tiene experiencia del tema, urde las tramas más absurdas para enemistar a sus padres. Pero, por desgracia, la situación se le va de las manos. Cuando finalmente consigue que su madre eche a su padre de casa, la trama se precipita. Sin embargo, no todo está perdido. La película tiene un final feliz al más típico estilo Hollywood.

Es evidente que el director ha querido hacer una parodia de las múltiples variedades familiares que hoy se dan en las sociedades occidentales, no tanto en las de Oriente. Son de tal calibre que para el pobre Martino vivir en una familia formada por un papá, una mamá y un hermanito que se quieren, es algo anormal. ¡Él, que era el alumno más brillante, se sentía al mismo tiempo el más raro de su clase! Para ser normal quería lo que, salvo excepciones, ningún niño desea: que sus padres se separen. ¿Qué es ser normal o anormal hoy en día? Recuerdo que cuando era adolescente uno de los insultos más repetidos era: “No seas subnormal”. Hoy se consideraría muy ofensivo. Hace tiempo que no se lo escucho a nadie. Normalidad es un concepto equívoco. En sentido sociológico, equivale a lo que predomina en un determinado grupo social. Por ejemplo, si la mayoría de los hombres lleva el pelo largo, se considera normal llevarlo así. Si la mayoría de las parejas conviven antes del matrimonio o ni siquiera se casan, casi todos consideran que es normal comportarse así. El argumento es muy repetitivo: ¡Todos lo hacen así, no quiero ser un bicho raro! Pero hay una normalidad todavía más esquiva: la psicológica. Se suele considerar una persona psicológicamente normal aquella cuyas actitudes y conductas se ajustan a lo que un determinado grupo entiende por madurez. Aquí aumentan significativamente las discrepancias porque el concepto de madurez es también muy lábil. Y no digamos cuando nos adentramos en el terreno de la normalidad axiológica. ¿Qué valores son los normales en una sociedad humanizada? Muchas personas reducen la normalidad axiológica a la puramente sociológica. Por ejemplo, si en un determinado país hay un gran porcentaje de mujeres que practican el aborto o de hombres que recurren a la prostitución, entonces abortar y explotar sexualmente a la mujer son conductas normales (entran dentro de la norma, de lo aceptable y aun de lo admirable).

Martino, sin saberlo, padecía esta confusión, que es muy común en nuestras sociedades pluralistas. Los valores no provienen tanto de las realidades en sí mismas cuanto del consenso social que se dé en torno a ellos. Es evidente que en nuestra sociedad separarse y divorciarse es una práctica muy común; luego, el divorcio es un valor que asegura el bienestar y la autonomía de los cónyuges en caso de discrepancia o incompatibilidad manifiesta. Y lo mismo se aplica a otras muchas realidades. Lo que vale es lo que se lleva. Estamos viviendo también esta ecuación en el campo de la política. Mucha gente sensata está en contra de las políticas de Duterte en Filipinas o de Trump en los Estados Unidos porque las consideran descabelladas y en algunos cosas vulneran los derechos humanos. Sin embargo, el argumento de sus partidarios para defender a estos dos presidentes suele ser siempre el mismo: ¡Han sido elegidos por la mayoría, la gente los ha votado! Los valores, pues, dependen del número de votos que uno consiga. 

Este es –como la historia nos enseña repetidamente– el sofisma que conduce a los populismos y a las dictaduras. Pero no aprendemos. No somos ya capaces de percibir los valores en sí mismos. Creemos que no existe una verdad objetiva, aunque su búsqueda sea ardua y para ello se requiera un trabajo interdisciplinar. La verdad la determinan las urnas o la práctica de la mayoría, aun cuando sea objetivamente irracional e inhumana. En momentos como estos la confusión campa a sus anchas. Necesitamos profetas seculares; es decir, personas con una gran clarividencia intelectual y una gran altura moral (ambas deben ir unidas) que nos ayuden a discernir lo que es verdadero, bueno y bello en esta difícil encrucijada que estamos viviendo. Personas que con sencillez le puedan decir al pequeño Martino que no es ningún tipo anormal sino un gran afortunado porque puede gozar de una familia en la que todos se quieren. Que este ideal humano llegue a ser considerado como algo anormal indica hasta qué punto estamos viviendo una crisis más profunda de lo que imaginamos. Pero lo más grave es que no seamos capaces de darnos cuenta y de reaccionar, que permanezcamos como anestesiados, a expensas de lo que los medios de comunicación nos vayan presentando como normal. Os dejo con el trailer de la película.


Y como hoy me he puesto un poco solemne (aunque no trágico), conviene dar un toque de humor también italiano (napolitano por más señas). Me encanta esta interpretación de Renato Carosone y sus muchachos de un tema famoso y muy bailable. ¡Hasta el Papa americano de José Mota se atrevió con él en 2011 (es decir, dos años antes de que fuera elegido el argentino Jorge Mario Bergoglio)! ¡Claro que americano para los italianos quiere decir ciudadano de los Estados Unidos de América, no habitante del continente! En esto, por desgracia, siguen la acepción inglesa del término.




3 comentarios:

  1. Habrá que buscar el video de Mota en otro sitio pues RTVE lo tiene bloqueado en España por motivos de derechos de autor.
    Por lo menos me dicen que en Seoul no dejan ver la 2.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Muy bueno el artículo, como todos los días, pero este a mi me trae recuerdos. Estuve interna en las Escolapias de Soria, de los 10 a los 16 años. Una de las monjas, Madre Elisa Julián, nos daba una charla en semana que, a pesar de que mas de una vez nos fastidiaba xq nos quitaba recreos, luego a mi personalmente me han venido muy bien en la vida. Recuerdo una frase sobre todo que mis hijas se han hartado de escuchármela: "lo general no quiere decir que sea lo normal (o lo bueno)". Me la has recordado, Gonzalo. Lo que pasa que en esta sociedad que vivimos, hay cosas ya que son tan habituales, que nos hemos acostumbrado. Se cansa uno a veces de parecer un bicho raro...somos débiles, ja,ja. Por eso este artículo tuyo da mucha moral!!
    Recuerdas a las monjitas q llegaron a Vinuesa allá por el 63?. Pues la Hna. Nieves falleció el 31 de dcbre pasado en Santa Fe. Eran de N. Sra. del Calvario. Era una maestra extraordinaria. Este verano le diremos un funeral en Vinuesa xq coincidiremos mas alumnas en esas fechas. Si estuvieras allí, sería estupendo que dijeras la misa.
    Gracias x seguir escribiendo, gracias.
    Piluca Visontina.

    ResponderEliminar

En este espacio puedes compartir tus opiniones, críticas o sugerencias con toda libertad. No olvides que no estamos en un aula o en un plató de televisión. Este espacio es una tertulia de amigos. Si no tienes ID propio, entra como usuario Anónimo, aunque siempre se agradece saber quién es quién. Si lo deseas, puedes escribir tu nombre al final. Muchas gracias.