sábado, 4 de febrero de 2017

El paraíso del "finde"

El descanso es un invento bíblico. Según el relato simbólico del libro del Génesis, hasta Dios se tomó un receso tras la obra magna de la creación: “Para el día séptimo había concluido Dios toda su tarea; y descansó el día séptimo de toda su tarea” (Gn 2,2). Los musulmanes descansan los viernes; los judíos, los sábados; los cristianos, los domingos. En las sociedades multirreligiosas –como, por ejemplo, Israel– esta diversidad crea algunos problemas organizativos, pero acaban encontrando formas de conciliación. No obstante, como un día no es suficiente para descargar el estrés acumulado durante la semana laboral, hemos inventado el finde. Cuando era niño, el fin de semana comenzaba el sábado por la tarde. Creo que incluso teníamos clases los sábados por la mañana. Hace ya bastantes años que el fin de semana abarca sábado y domingo, dos días completos. En España, la llamada “semana inglesa” la consagró el Estatuto de los Trabajadores de 1980 al abogar por las 40 horas semanales de trabajo, lo que en la práctica equivalía a cinco días de ocho horas laborables cada uno. Ahora muchos anticipan el finde al viernes por la tarde. La película Thank God it’s Friday (1978) ganó un día a la Fiebre del Sábado Noche (1977). Ambas contribuyeron a crear el mito del fin de semana como espacio lúdico, sobre todo para los jóvenes. La música disco se convirtió en la banda sonora de este sueño juvenil. La discoteca era el escenario simbólico donde se desarrollaban las fantasías del fin de semana.

Hemos devaluado de tal manera el trabajo que la mayoría de las personas sueñan que llegue el fin de semana para hacer las muchas cosas que no pueden hacer durante el período laboral o simplemente… para no hacer nada. No importa que las expectativas no se cumplan. No importa que, tras dos días vacantes, muchos sucumban al “síndrome del domingo”Apenas comienza el lunes, ya comienzan a contar los días que faltan para que llegue el ansiado viernes por la tarde. 

En este fenómeno, que tiene mucho de ansiedad, veo dos fracasos acumulados. El primero es el fracaso de los días laborables. El hecho de que mucha gente tenga que madrugar, emplear un tiempo excesivo en desplazarse hasta el lugar del trabajo, realizar una tarea que no les gusta y compartir horas con personas con las que no empatizan… acaba creando un gran estrés. El trabajo, en vez de ser una tarea creativa en la que uno se realiza, acaba siendo un monstruo que va devorando todo. Es comprensible que en estas circunstancias uno desee que llegue cuanto antes el fin de semana para desconectar, para sumergirse o refugiarse en otro mundo en el que puede hacer lo que le viene en gana: dormir más, levantarse tarde, no tomar transportes públicos, ver la televisión, comer en familia… Quienes tienen la suerte de tener un trabajo que les gusta y pueden desarrollarlo en condiciones razonables, no experimentan esta ansiedad. Saben que hay un tiempo para trabajar y otro para descansar. Los combinan con serenidad. Disfrutan de ambos en dosis bien equilibradas.

El segundo fracaso tiene que ver con el fin de semana en sí. A menudo, los resultados no se corresponden con las expectativas. Uno sueña con acceder a un paraíso de sensaciones y experiencias, pero con frecuencia se queda tumbado en un sofá consumiendo horas interminables de televisión. Sin embargo, sería ideal poder disfrutar del fin de semana como un tiempo de re-creación; es decir, como la oportunidad para recrear las cinco relaciones básicas que nos configuran a los seres humanos:

  • Con nosotros mismos (descansar, pensar, hacer deporte, leer, escuchar música…). 
  • Con los demás (escuchar, conversar, comer juntos, pasear, echar una mano…). 
  • Con el entorno (disfrutar de la naturaleza y el arte, hacer tareas manuales). 
  • Con el tiempo (posibilidad de ralentizar el ritmo vital para prestar atención a todo). 
  • Con Dios (contemplación, oración, liturgia…).

Pocas personas han desarrollado la capacidad de prestar atención conjunta a estas cinco relaciones. Por eso, el fin de semana, en vez de ser recreativo (en el más original sentido de la palabra), se convierte en agotador, anodino, estresante, vacío… Quizá no está lejano el día en el que dediquemos tres jornadas al negocio (es decir, al trabajo) y cuatro al ocio (es decir, al tiempo libre). Esto significa que desde niños tenemos que entrenarnos en el cultivo armónico de las cinco relaciones básicas para que no sucumbamos a la tentación de estar haciendo siempre cosas (con objeto de no sentirnos culpables) o de abandonarnos al dolce far niente (haciendo dejación de nuestras responsabilidades). Junto al placer del fin de semana, hay que descubrir también el muy placentero comienzo de semana. El finde se complementa con el comde. Las cosas nos irían de otra manera.






1 comentario:

  1. Huy que acertado!! Pero hay q darle a esto la vuelta como a un calcetín!
    Una Visontina.
    Pili.

    ResponderEliminar

En este espacio puedes compartir tus opiniones, críticas o sugerencias con toda libertad. No olvides que no estamos en un aula o en un plató de televisión. Este espacio es una tertulia de amigos. Si no tienes ID propio, entra como usuario Anónimo, aunque siempre se agradece saber quién es quién. Si lo deseas, puedes escribir tu nombre al final. Muchas gracias.