Diciembre se abre
con el Día
Mundial de la Lucha contra el SIDA. Y precisamente hoy los claretianos
a quienes acompañé hace tres semanas en la peregrinación a Tierra Santa inician
una experiencia de servicio a enfermos de SIDA en las comunidades
de la asociación BASIDA. Forma parte del programa de
renovación claretiana llamado La Fragua. Tendrán la oportunidad de vivir con personas
que padecen esta enfermedad. Hoy la situación no es como hace 23 años cuando
comenzamos. Recuerdo que entonces dominaban los prejuicios y temores. Hoy en día se ha convertido en una enfermedad crónica, pero siempre es necesario ir más allá para encontrar al ser humano
que se esconde detrás de la etiqueta “enfermo de SIDA”. Hoy se cumplen también 100 años de la muerte de Charles de Foucauld, el “hermano universal”, acaecida en Tamanrasset (Argelia) a la
edad de 58 años.
De todos modos, mi post de hoy tiene el sabor del Adviento.
Quiero hablar de las veces en que hemos deseado que Jesús hubiera estado
presente en las encrucijadas de nuestra vida para poner serenidad, sentido y alegría. Recuerdo el suave reproche que Marta
de Betania le dirige al Maestro a propósito de la muerte de su hermano Lázaro: “Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto
mi hermano” (Jn 11,32). Ese condicional –“Si hubieras estado aquí”– se puede
transformar en un deseo ferviente: ¡Ojalá
estuvieras aquí! ¿No es verdad que en momentos de dificultad y de peligro hubiéramos deseado una presencia más eficaz de Jesús a nuestro lado? ¿No es verdad que a menudo tenemos la impresión de creer en un Amigo invisible, que parece huir en los momentos en los que más lo necesitamos? Hoy, en pleno tiempo de Adviento, nos puede ser útil componer nuestra propia letanía de deseos:
- ¡Ojalá estuvieras aquí cuando me levanto cada mañana sin saber por qué o para qué, cuando me parece que me aguarda otro día rutinario, vacío, insignificante!
- ¡Ojalá estuvieras aquí cuando me canso de sonreír a los demás y no recibo nada a cambio, solo reproches, críticas y exigencias!
- ¡Ojalá estuvieras aquí cuando siento que por creer en ti me señalan con el dedo, como si fuera un residuo de tiempos pasados!
- ¡Ojalá estuvieras aquí cuando quiero reconocerte en algunas personas que veo por la calle, pero prefiero mirar para otro lado, como si me estorbaran tus ojos de mendigo!
- ¡Ojalá estuvieras aquí cuando me siento derrotado por tantos mensajes que me hablan de violencia, envidias, celos, presiones y amenazas!
- ¡Ojalá estuvieras aquí cuando pierdo la esperanza en el futuro, cuando tengo la impresión de que, hagamos lo que hagamos, todo va a ir de mal en peor!
- ¡Ojalá estuvieras aquí cuando me miro en el espejo y no me reconozco porque me parece que mi rostro no refleja mi corazón!
- ¡Ojalá estuvieras aquí cuando, sin palabras, me dirijo a Alguien para que se haga cargo de mi angustia, para que escuche mi pena!
Uno de los temas
musicales que forman parte de la banda sonora de mi vida es precisamente el famoso Wish You Were Here (¡Ojalá estuvieras
aquí!) de la banda británica Pink Floyd. Podéis ver
la traducción de la letra al español. Hace poco
me encontré con una versión bellísima hecha por el grupo gallego Ele. Os la dejo para afrontar esta jornada con
la dosis de belleza y deseo que necesitamos.
Hago mía la letanía y su antífona, "wish you were here", actualización estupenda de "maranathá". Feliz y próspero adviento, Gonzalo
ResponderEliminarGracias, Constantino. Sí, creo que es un deseo típico de Adviento. Es un anhelo, una necesidad.
Eliminar