En la audiencia de hoy miércoles, memoria de san Agustín de Hipona, el papa Francisco ha dejado de lado sus catequesis sobre el Espíritu Santo y ha ofrecido una alocución titulada Mar y desierto sobre “las personas que – también en este momento – están atravesando mares y desiertos para llegar a una tierra donde puedan vivir en paz y seguridad”. Ha hablado, en definitiva, de la realidad de la emigración que afecta a millones de personas en todo el mundo. Por lo que se refiere a Europa, ha vuelto a repetir que “el mare nostrum, lugar de comunicación entre pueblos y civilizaciones, se ha convertido en un cementerio”.
Después de realizar un rápido diagnóstico de la situación, ha ofrecido su camino de futuro: “En esos mares y desiertos mortíferos, los migrantes de hoy no deberían estar y están, desafortunadamente. Pero no es mediante leyes más restrictivas, no es mediante la militarización de las fronteras, no es mediante rechazos como lo conseguiremos. Por el contrario, lo conseguiremos ampliando las rutas de acceso seguras y las vías de acceso legales para los migrantes, facilitando el refugio a quienes huyen de la guerra, de la violencia, de la persecución y de tantas calamidades; lo conseguiremos fomentando por todos los medios una gobernanza mundial de la migración basada en la justicia, la fraternidad y la solidaridad. Y aunando esfuerzos para combatir el tráfico de seres humanos, para detener a los traficantes criminales que se aprovechan sin piedad de la miseria ajena”.
Me detengo en esta catequesis del papa Francisco porque precisamente ayer por la noche vi con un amigo la película El salto, del cineasta Benito Zambrano, que se estrenó el pasado mes de abril. La verdad es que las reacciones del público y de la crítica no fueron muy positivas. Muchos consideran que la cinta sucumbe a los estereotipos sobre la inmigración y los protagonistas ofrecen una interpretación acartonada. Puede ser, pero nos recuerda una vez más el drama que estamos viviendo desde años y para el que no acabamos de encontrar una solución justa y eficaz.