jueves, 1 de agosto de 2024

Cerrado por vacaciones


A los extranjeros que vienen a Madrid durante el mes de agosto les llama la atención que en muchos establecimientos haya un cartel que pone “Cerrado por vacaciones”. Un amigo de la India me ha preguntado si esto se aplica también a las oficinas públicas. Es verdad que el mes de agosto no es lo que fue hace cincuenta años, pero en las ciudades se sigue notando todavía el descenso de la actividad y de los habitantes. 

También yo voy a estar ausente de Madrid durante unos días. Había pensado colgar el cartel de “Cerrado por vacaciones” en la portada del blog, pero quizá no sea necesario. Basta con hacer entradas más breves que no desanimen a los posibles lectores.


A raíz de mi entrada del pasado martes sobre lo que está pasando en Venezuela, recibí algunas críticas de amigos hispanoamericanos. Las acogí con respeto, pero no pude compartirlas. Cada día que pasa se hace más evidente el fraude electoral, incluso para gobiernos de izquierdas que sintonizan con el régimen chavista. En esta ocasión el fraude ha sido tan descarado que resultará imposible maquillarlo. Esperemos que no sea necesario que aumente el número de muertos para encontrar una solución justa que responda a lo que el pueblo ha votado. 

Mientras tanto, los Juegos Olímpicos de París siguen su ritmo. Tengo la impresión de que no están suscitando demasiado interés. Hay otros asuntos que nos preocupan más: la guerra interminable de Ucrania y el polvorín de Oriente Medio. El asesinato del líder de Hamás ha añadido más gasolina al conflicto. ¿Se puede uno ir de vacaciones con tantos frentes abiertos?


Hacía años que no sentía con tanta fuerza la necesidad de desconectar, incluso de practicar una desconexión digital que me libere de las redes sociales, los correos electrónicos y hasta el teléfono. Ahora soy más consciente que hace unos años del fuerte desgaste producido por la “contaminación digital”. Casi sin darnos cuenta, la avalancha de estímulos nos deja exhaustos y bloqueados. Solo el silencio puede devolvernos el placer de la palabra. 

A mí, que soy un conversador nato, cada vez se me hacen más pesadas las interacciones largas. Creo que esta impaciencia es un daño colateral del uso excesivo de las redes sociales. Espero reducirlo al mínimo durante este mes de agosto. A cambio, incrementaré la lectura de libros. He echado media docena a mi mochila veraniega.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

En este espacio puedes compartir tus opiniones, críticas o sugerencias con toda libertad. No olvides que no estamos en un aula o en un plató de televisión. Este espacio es una tertulia de amigos. Si no tienes ID propio, entra como usuario Anónimo, aunque siempre se agradece saber quién es quién. Si lo deseas, puedes escribir tu nombre al final. Muchas gracias.