
El calor aprieta. Parece un adelanto del fuego de Pentecostés. Hay gente que disfruta con temperaturas que superan los 30 grados, pero creo que la mayoría las padecemos. Tener un clima de “eterna primavera” es un privilegio de algunos lugares en el mundo (pienso en san José de Costa Rica, en Medellín de Colombia o en algunos lugares de las islas Canarias), pero no es el caso de Madrid. Aquí disfrutamos/padecemos inviernos fríos (cada vez menos) y veranos calurosos (cada vez más). Las transiciones (primavera y otoño) son imprevisibles, pero tienden a ser cada vez más ardientes.
Tampoco en la vida es fácil vivir una “eterna primavera”. Las oscilaciones anímicas son naturales. Hay días luminosos y otros oscuros. A veces las cosas salen bien y otras rematadamente mal. En el ámbito social tenemos períodos tranquilos y olas de arrebato. Me temo que ahora dominan las segundas. Por eso, en un contexto tan polarizado y extremista como el actual, necesitamos aprender el arte de la templanza; es decir, de la moderación, la sobriedad y la continencia.
Parece que uno de los rasgos que más están gustando de León XIV es el equilibrio que transmite. No le gusta provocar ni salirse del guion. Esto, que en otros momentos podría interpretarse como falta de valentía o vitanda equidistancia, ahora se ha convertido en una virtud muy apreciada. Con sus gestos, palabras y acciones transmite serenidad. No hay por qué estar añadiendo más leña a un fuego que ya arde demasiado vivo en la Iglesia y en la sociedad.

Echo de menos a políticos y comunicadores “templados”. Abundan los bocazas y agitadores. Parece que su único objetivo es jalear a las masas para que se dejen embaucar y sigan dando su voto a ciegas. En el fondo, no importa lo que un político haga o deje de hacer. Lo único que cuenta es si es de “los míos” o pertenece al perverso bando de “los otros”. Si es de “los míos”, entonces la corrupción es una pequeña mancha en una hoja de servicios inmaculada; la mentira es la capacidad de adaptación a la realidad cambiante; el control de las instituciones forma parte de una política integral…
Si, por el contrario, pertenece a “los otros”, entonces hay que perseguir y airear cualquier atisbo de ilegalidad; hay que tirar de hemeroteca para probar las contradicciones y no tolerar el más mínimo atisbo de enchufismo o de “puertas giratorias”. Si se dispone de altavoces mediáticos, se deben usar día y noche para transmitir “consignas para tontos” a través de las cuales la complejidad de la vida se reduce a un eslogan mil veces repetido (si es con rima, mucho mejor, para que se grabe bien). Conviene, en definitiva, crear una jerga propia y, de manera sutil, infundir siempre un miedo visceral a “los otros”.

Se acerca Pentecostés. En algunos momentos le pedíamos al Espíritu todos los dones asociados al fuego: valentía, audacia, celo, etc. Creo que podemos tomarnos este año una tregua y pedirle simplemente el don de la templanza. La necesitamos. Ya habrá tiempo para volver a soplar las ascuas.
En estos momentos, nos va bien que nos hables del arte de la templanza y nos destaques la serenidad que nos está transmitiendo el Papa León XIV.
ResponderEliminarGracias por tu reflexión que nos ayudará a preparar la fiesta de Pentecostés…