martes, 24 de enero de 2023

Hay muchas maneras de ser santos


La figura de san Francisco de Sales me resulta muy atractiva, no solo porque sea doctor de la Iglesia y patrono de los periodistas, sino porque nos ha ayudado a comprender que cada cristiano tiene que vivir su vocación según el don que ha recibido. En otras palabras, que el cartujo no tiene que jugar a ser comerciante y que el político no puede vivir como un benedictino. Transcribo las palabras del santo: “La devoción, insisto, se ha de ejercitar de diversas maneras, según que se trate de una persona noble o de un obrero, de un criado o de un príncipe, de una viuda o de una joven soltera, o bien de una mujer casada. Más aún: la devoción se ha de practicar de un modo acomodado a las fuerzas, negocios y ocupaciones particulares de cada uno”. 

Quizá hoy estamos tendiendo inadvertidamente hacia un uniformismo que, a la larga, nos empobrece. Todos somos iguales por el Bautismo, pero no todos vivimos el seguimiento de Jesús de la misma manera. El Espíritu suscita en la Iglesia diversos ministerios, carismas y dones. A punto de terminar el Octavario de oración por la unidad de los cristianos, es bueno recordar que la unidad cristiana -como la de la Trinidad, de la que es reflejo- se realiza siempre en la diversidad. La igualdad no es igualitarismo. La unidad no es uniformismo. La Iglesia es comunión.


Hoy estamos un poco confundidos en relación con las distintas formas de ser cristianos. Un amigo mío, teólogo experto en estas cuestiones, lo dice de manera un tanto irónica. Según él, en la cultura secularizada actual, todo está tan revuelto y confuso que los únicos que desean casarse celebrando un matrimonio en toda regla son los homosexuales; las únicas que desean ardientemente ser ordenadas sacerdotes son las mujeres; los únicos que quieren profesar públicamente unos votos adaptados a su estado son los casados que pertenecen a algunos movimientos laicales; y hasta parece que los únicos a los que les apetecería aprender a orar, o a practicar de alguna forma la liturgia, son los que se denominan no creyentes. 

Es obvio que se trata de una caricatura, pero pone de relieve las dificultades que hoy nos encontramos para interpretar la sinfonía de las vocaciones, para articular bien las distintas maneras de ser cristianos. Quizá eso explique en parte la crisis vocacional que padecemos. Nos cuesta descubrir que cualquiera que sea nuestra vocación contiene todo lo que necesitamos para seguir a Jesús y unirnos con Dios. San Francisco de Sales se sirve de una comparación tomada del mundo natural: “La abeja saca miel de las flores sin dañarlas ni destruirlas, dejándolas tan íntegras, incontaminadas y frescas como las ha encontrado. Lo mismo, y mejor aún, hace la verdadera devoción: ella no destruye ninguna clase de vocación o de ocupaciones, sino que las adorna y embellece”.

Por si esto no fuera suficiente, el santo obispo de Ginebra se hace una serie de preguntas retóricas: “Dime, te ruego, mi Pilotea, si sería lógico que los obispos quisieran vivir entregados a la soledad, al modo de los cartujos; que los casados no se preocuparan de aumentar su peculio más que los religiosos capuchinos; que un obrero se pasara el día en la iglesia, como un religioso; o que un religioso, por el contrario, estuviera continuamente absorbido, a la manera de un obispo, por todas las circunstancias que atañen a las necesidades del prójimo. Una tal devoción ¿por ventura no sería algo ridículo, desordenado e inadmisible?”.


Es verdad que hoy no estamos en el siglo XVII. Vivimos en otro contexto cultural y eclesial, pero la sabiduría de san Francisco de Sales sigue siendo luminosa. A menudo, no encontramos nuestro lugar en el mundo, y por tanto nuestra felicidad, porque nos empeñamos en ser lo que no estamos llamados a ser. Si tu vocación es el matrimonio, no pretendas vivir como si fueras un religioso o una religiosa. Descubre a Dios en el amor conyugal y en el cuidado de la familia. Ahí se abre un camino espiritual precioso y desafiante. Si has sido llamado al sacerdocio, encuentra tu plenitud en el servicio a la comunidad en el nombre de Jesús. Disfruta anunciando la Palabra, celebrando los sacramentos y acompañando a las personas. Ya habrá otros muchos cristianos que se ocupen de asuntos sociales, económicos y políticos. 

No estoy diciendo que cada uno nos movamos en un territorio exclusivo. La vida es relación, mezcla, colaboración. Estoy diciendo que nos ayudaría mucho a vivir centrados el hecho de discernir bien nuestra vocación y procurar ser fieles a ella. Solo entonces podemos relacionarnos con los demás de manera clara y mutuamente enriquecedora.

1 comentario:

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