viernes, 11 de diciembre de 2020

Allegados y arrimados

Hace ya muchos años que, en vísperas de Navidad, corre una pregunta viral, malvadamente irónica: “¿Cómo vas a pasar las fiestas: bien o en familia?”. La tradicional vinculación entre Navidad y familia (esperada por la mayoría, odiada por algunos) va a experimentar este año de la pandemia algunas restricciones y modalidades curiosas. En
España, por ejemplo, los desplazamientos a otras comunidades autónomas estarán restringidos, entre el 23 de diciembre y el 6 de enero, aunque se permitirán si el territorio de destino es el lugar de residencia habitual de familiares o allegados. Me ha sorprendido mucho la notoriedad que ha adquirido estos últimos días el término “allegado”, poco usado en la lengua cotidiana. Según Salvador Illa, ministro de Sanidad, “allegado” es una persona “con la que tenemos una afectividad especial” sin necesidad de estar vinculados familiarmente a ella. El diccionario de la RAE precisa que se trata de una persona “cercana a otra en parentesco, amistad, trato o confianza”. Cada nivel o grado tiene sus matices. 

Me parece que, con tal de superar las restricciones, este año va a crecer mucho el número de “allegados” en la cena de Nochebuena y en la comida de Navidad. Tendremos la oportunidad de reflexionar sobre una realidad que siempre ha existido, pero que parecía opacada por el predominio de los vínculos familiares. ¿Puede haber personas “allegadas” con las que mantenemos un tipo de relación más cercano y cariñoso que con algunos familiares? Sin duda. A veces, se trata de amigos de toda la vida, vecinos, empleados domésticos, compañeros de trabajo, colaboradores, etc. Esta es su Navidad por arte y gracia de la pandemia y por decisión del ministro de Sanidad. ¡Bienvenidos todos!

Existe también la figura del “arrimado”. Así como la anterior evoca relaciones positivas, esta suscita suspicacias porque − según el diccionario de la RAE – un “arrimado” es la “persona que vive en casa ajena, a costa o al amparo de su dueño”. O sea, que en muchos casos puede ser un aprovechado, un “okupa” o sencillamente un caradura. Parece que la ley no prevé que los “arrimados” se incluyan en la lista de personas que se pueden desplazar durante estas Navidades. Me parece que durante unas semanas habrá que poner entre paréntesis ese refrán que dice: “Quien a buen árbol se arrima, buena sombra lo cobija”. No son estos buenos tiempos para los “arrimados” y me temo que, tal como van las cosas, tampoco para las “arrimadas”

Una cosa es dejarse invitar y otra muy distinta ser un gorrón, un parásito, un chupón, un sacacuartos, un pegadizo, un vividor o un sablista. Arrimarse al sol que más calienta es siempre el deporte practicado por los arribistas de todo tipo, las personas advenedizas que viven siempre a costa de los demás. Aunque, puestos a encontrar algún aspecto positivo, no olvidemos que hay otro refrán que dice: “Para torear y casarse, hay que arrimarse”. Se alaba el atrevimiento y el riesgo. También es verdad que, siendo realistas, “cada uno arrima el ascua a su sardina”. El egoísmo acaba campando a sus anchas. Hay otro refrán que desprende un tufillo anticlerical de tiempos remotos: “Quien se arrima a sotana, casi siempre gana”. En este terreno de los arrimos, no podía faltar un suave toque erótico y levemente misógino: “La mujer en el amor es como la gallina, que cuando se muere el gallo a cualquier pollo se arrima”. 

Para evitarnos problemas, quizá lo más sensato sea redescubrir el significado de la familia, aunque sea en su mínima expresión. Tengo un amigo que cada año se reúne en la cena de Nochebuena con alrededor de 50 familiares. Disponen de un salón especial con una enorme mesa rectangular en la vieja casa paterna. El otro día me dijo en conversación telefónica que este año cada núcleo familiar permanecerá en su casa. No me lo decía con tristeza, sino con serena aceptación de la realidad. ¿Y si este año pandémico se nos concediera la oportunidad de tener encuentros familiares más reducidos, pero quizá más auténticos, menos sometidos a ciertos convencionalismos sociales y menos derrochadores? Núcleos familiares de dos, tres, cuatro, cinco o seis personas pueden disfrutar de celebraciones menos ruidosas, pero más entrañables. 

En su versión nuclear, la familia puede mirarse este año con más realismo en el espejo de la pequeña familia de Nazaret, formada solo por tres personas: José, María y el pequeño Jesús. Si, de vez en cuando, nos hace bien juntarnos con muchos familiares y allegados, armar un sano alboroto y tirar la casa por la ventana, también nos hace bien celebrar con los de siempre, pero tratando de superar la rutina, introduciendo un aire de novedad en nuestras relaciones y ritos. ¿Quién nos dice que no se puede suscitar un diálogo más profundo entre los miembros de las familias reducidas y, liberados de la carga excesiva que supone organizar banquetes para muchas personas, se nos concede la oportunidad de orar juntos, disfrutar de una comida bien preparada y conversar con serenidad, sin los sobresaltos que se producen cuando somos muchos? Además, como no hay mal que por bien no venga, siempre es bueno liberarse un poco de la suegra entrometida o del cuñado sabiondo (o sabihondo, que ambos están admitidos por la RAE). 

Os dejo con un vídeo familiar. Se trata de la familia Lefèvre, una simpática familia francesa que canta música religiosa “a cappella”. Son católicos y no lo ocultan. 



1 comentario:

  1. A mi me gusta diferenciar las fiestas familiares y las fiestas con allegados…
    Después de muchos años de compartir la Navidad toda la familia más cercana, que ha ido creciendo poco a poco hasta llegar a ser veinte miembros… sin lujos ni gastos desmesurados pero era un momento, esperado por todos, de oración y celebración juntos. Este año por más que queramos tener una visión positiva se hace difícil vivirla en grupos.
    Intentaremos ver la Navidad de este año como una llamada a vivirla con más sencillez pero con la ilusión de sabernos congregados todos ante el Pesebre.
    Gracias Gonzalo.

    ResponderEliminar

En este espacio puedes compartir tus opiniones, críticas o sugerencias con toda libertad. No olvides que no estamos en un aula o en un plató de televisión. Este espacio es una tertulia de amigos. Si no tienes ID propio, entra como usuario Anónimo, aunque siempre se agradece saber quién es quién. Si lo deseas, puedes escribir tu nombre al final. Muchas gracias.