lunes, 2 de octubre de 2023

Exceso de temperatura


He vuelto al Capítulo General de las Adoratrices en Guadalajara. Aquí el termómetro marca 30 grados, una temperatura excesiva para comienzos del mes de octubre. Excesiva es también la temperatura social y eclesial que estamos viviendo en las últimas semanas. Sobre la primera, me muestro cauto porque ya he observado que, si mi opinión no coincide con la de algunos lectores asiduos de este blog, enseguida se disparan las alarmas. Por otra parte, a seis años del famoso referéndum en Cataluña, me parece más prudente callar que hablar. En aquel momento recibí un discreto tirón de orejas por expresar mi opinión con libertad. Jesús nos invita a poner la otra mejilla, pero no la otra oreja. Mejor es dejar que las cosas se vayan ajustando (o desajustando) sin más interferencias.

En el terreno político estamos asistiendo a un desfile de sofismas tan grande que ya no sabemos qué es verdad y qué es mentira, qué son aspiraciones nobles y qué son mezquinos intereses. En la ceremonia de la confusión, los más desalmados se llevan el gato al agua. 

Altísima ha sido la temperatura en el incendio de Murcia que ha costado la vida a 13 personas. ¿Se puede uno acostumbrar a tanto dolor?


Respecto de la temperatura eclesial, parece claro que el horno que produce el calentamiento es el próximo Sínodo y todo lo que conlleva. Cinco cardenales le han pedido al Papa que se pronuncie inequívocamente sobre cinco dubia (dudas) antes de que comience la asamblea sinodal. El Papa les ha respondido por escrito. Otros creyentes quitan hierro a los miedos que pueden atenazarnos en estos momentos. 

Me temo que para muchos bautizados el próximo Sínodo pasará sin pena ni gloria. Estamos tan inmersos en nuestras preocupaciones cotidianas que a menudo no tenemos tiempo ni ganas para levantar los ojos y otear el horizonte. Intuimos que lo que se hable en Roma a lo largo del mes de octubre puede acabar afectándonos, pero enseguida regresamos a los asuntos que nos llevamos entre manos. 

No es fácil hacerse cargo de la historia grande. Nos bastan los pequeños relatos de cada día. Cuando no sabemos muy bien cómo conducirnos, entonces no nos queda otra salida que confiarle a Dios nuestras zozobras. Eso no significa tirar la toalla de la reflexión y la crítica, sino dejarnos llevar por la fuerza de su amor. Hay luces que solo se encienden cuando renunciamos a prender nosotros la mecha.


Parece que las lluvias volverán la semana que viene. Pasaremos otra vez del verano tardío al otoño. Esta extraña sucesión de estaciones es un espejo de lo que nos pasa a menudo. La luz y la oscuridad, la seguridad y la desconfianza, la fortaleza y el miedo se alternan en nuestra vida sin que podamos ejercer un control total sobre esta cascada de sentimientos. Esto nos hace débiles y frágiles, pero también nos abre a una esperanza que va más allá de nuestras expectativas. Es esa esperanza sin límites la que nos permite sortear los problemas de cada día sin abandonarnos al pesimismo. 

Mientras muchos seres humanos nos empeñamos en destruir nuestro mundo de mil maneras, otros muchos se esfuerzan por construirlo a base de fe, serenidad, cordura, compasión y entrega. Al final, la balanza se inclina de la parte de quienes creen que la historia no se le escapa a Dios de las manos, por más que nosotros nos abonemos al calentamiento global. Dios es fuego, pero también es agua y brisa fresca. Podemos seguir viviendo.

2 comentarios:

  1. Estamos viviendo un tiempo de muchas confusiones a todos niveles… y nos cuesta saber ver que “la historia no se le escapa a Dios de las manos”
    Me has llevado a profundizar en la frase que has escrito: “Hay luces que solo se encienden cuando renunciamos a prender nosotros la mecha.”
    Gracias Gonzalo, nos llevas a confiar en Dios, a pesar de todo, cuando escribes: “no nos queda otra salida que confiarle a Dios nuestras zozobras”.

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  2. Gracias Gonzalo por la esperanza y la Fé que nos transmitis sabiendo que Dios no nos abandona nunca

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