martes, 21 de mayo de 2019

Los consejos pastorales

Escribo la entrada de hoy en el aeropuerto de Bahía Blanca. Espero mi vuelo de regreso a Buenos Aires. Durante los dos días en la “puerta del Sur”, he disfrutado mucho con los dos claretianos que se encargan de esta posición pastoral, que comprende parroquia y colegio. Con un poco de humor, son conocidos como “la comunidad de los próceres” porque sus apellidos coinciden con los de dos conocidos líderes políticos argentinos del siglo XIX: José de San Martín y Domingo Faustino Sarmiento. Ayer concluimos nuestro encuentro con una reunión con el consejo pastoral de la Parroquia Inmaculado Corazón de María. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto en una reunión de este tipo. Después de las presentaciones de rigor, cada uno de los miembros fue explicando lo que se hacía en los diversos grupos y comunidades que conforman la parroquia: desde el grupo de Cáritas hasta los encargados de la catequesis, la liturgia o el grupo Callejeando, que se ocupa de atender a la gente “en situación de calle”, que es así como se denomina en Argentina a los sin techo. Una vez que me hice cargo de la gran variedad de actividades, nos preguntamos por lo que funciona bien en la parroquia y por lo que es necesario mejorar. El diálogo discurrió con fluidez y, sobre todo, con responsabilidad. Terminamos la velada con una cena a base de empanadas y vino de Mendoza, y con un recital de canciones del folclore argentino. Me fui a la cama agradecido y esperanzado.

La experiencia me ayudó a preguntarme por el sentido que tienen los consejos pastorales (y económicos) de las parroquias. Por desgracia, en muchas no existen. A veces, se debe a la falta de personas dispuestas a asumir su responsabilidad; otras, a la incuria o al autoritarismo del párroco. En ocasiones, los consejos quedan reducidos a un grupo muy formal y obsequioso que se limita a decir siempre sí a lo que el párroco propone o dispone. No hay libertad de expresión ni discernimiento. Se cumple la letra, pero falta espíritu. Hay otras muchas parroquias que disponen de consejos vivos y eficaces que sirven para tomar el pulso a la vida parroquial y animar su marcha. Ayer me reuní con uno de estos consejos. Solo donde hay verdadera participación y responsabilidad se genera vida. No se trata de “empoderar” a los laicos –como se dice hoy con un verbo que detesto, aunque esté reconocido por el diccionario de la RAE– sino de algo más básico: reconocer los derechos de todo bautizado. Por el Bautismo todos somos miembros de la Iglesia. Todos estamos capacitados, pues, para contribuir a su desarrollo y organización.

Muchas cosas están cambiando en la vida de las parroquias, comenzando por el principio de territorialidad. En las ciudades, sobre todo, muchos cristianos no participan en la vida de sus parroquias territoriales, sino en aquellas en las que encuentran acogida, vitalidad y compromiso. En cierto sentido, aunque suene mal, se está imponiendo el principio capitalista de la libertad de mercado. Cada uno escoge la parroquia que más le gusta, aunque esté lejos de su domicilio. Es verdad que los párrocos contribuyen con su manera de ser y actuar a atraer o repeler a los feligreses. Pero, en una Iglesia madura, ¿no tendríamos que avanzar más en la constitución de consejos parroquiales que ayudasen a los párrocos a animar la vida de las parroquias? ¿No estamos desperdiciando talentos admirables por falta de convicción, decisión u organización? ¿No nos estamos privando de muchos carismas laicales por una mala comprensión del papel del presbítero o por un clericalismo patológico? O avanzamos hacia una Iglesia más participativa, o las comunidades se irán depauperando sin vuelta atrás. Naturalmente, para que la participación sea eficaz se requiere formación y acompañamiento. Sin un mínimo de formación cristiana a la altura de los tiempos que corren es muy difícil enriquecer la vida de las comunidades. Sin acompañamiento, se corre el riego de constituir células autónomas que pueden acabar siendo cancerosas.

1 comentario:

  1. Estoy totalmente de acuerdo, pero que difícil es encontrar en algunos lugares parroquias en las que se den estas condiciones para que realmente haya VIDA. Que difícil es encontrar parroquias en las que se dé formación y acompañamiento...

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