viernes, 7 de octubre de 2016

La dulce politonía del Rosario

Hoy se celebra la memoria de Nuestra Señora del Rosario. Para la mayoría pasará desapercibida. Es una más de las que registra el calendario cristiano. Y, sin embargo, más allá de su origen histórico y de su asociación con algunas guerras, nos habla de una práctica que se ha llamado “la Biblia de los pobres”. Hace años, un anciano hermano claretiano, viendo a un estudiante de Biblia que dedicaba mucho tiempo al estudio y poco a la oración según su criterio, le dijo una frase que resulta chocante pero esconde una gran sabiduría: “Menos Biblia y más Rosario”. Lo que, en realidad, quería decir es que el estudio, para que sea provechoso, debe ir acompañado por la oración. Cuando uno es adolescente y joven o demasiado racional, no suele apreciar el Rosario. Le parece una devoción mecánica, repetitiva, propia de viejas que no tienen otra cosa que hacer. Una persona adulta, moderna, ilustrada, tiene formas más excelsas, más creativas de expresar su fe. Cada uno es libre de escoger las formas de oración que mejor se ajustan a su forma de ser, su formación, sus experiencias espirituales, su contexto cultural, etc. A mí el Rosario me parece un ejercicio contemplativo. Yo no lo califico de monótono. Más bien, me parece una dulce politonía en la que uno se sumerge y se deja llevar por la cadencia de las oraciones repetidas y por el trasfondo del misterio que se contempla. No hay un tono único sino muchos tonos en suave armonía.

Hace 14 años, san Juan Pablo II escribió una Carta sobre el Rosario que se tituló Rosarium Virginis Marie. Es difícil añadir algo nuevo a lo que él escribió entonces. En ella hace un repaso de la historia de esta devoción, de su sentido, del modo práctico de realizarla, etc. Es casi un tratado sistemático. Os dejo con un par de párrafos. El primero presenta el sentido de los diversos misterios como una especie de evangelio resumido:
“Para que pueda decirse que el Rosario es más plenamente 'compendio del Evangelio', es conveniente pues que, tras haber recordado la encarnación y la vida oculta de Cristo (misterios de gozo), y antes de considerar los sufrimientos de la pasión (misterios de dolor) y el triunfo de la resurrección (misterios de gloria), la meditación se centre también en algunos momentos particularmente significativos de la vida pública (misterios de luz). Esta incorporación de nuevos misterios, sin prejuzgar ningún aspecto esencial de la estructura tradicional de esta oración, se orienta a hacerla vivir con renovado interés en la espiritualidad cristiana, como verdadera introducción a la profundidad del Corazón de Cristo, abismo de gozo y de luz, de dolor y de gloria” (n. 19).
El segundo pone de relieve el carácter contemplativo del Rosario, en línea con otras grandes tradiciones espirituales de Oriente y Occidente.
“En Occidente existe hoy también una renovada exigencia de meditación, que encuentra a veces en otras religiones modalidades bastante atractivas. Hay cristianos que, al conocer poco la tradición contemplativa cristiana, se dejan atraer por tales propuestas. Sin embargo, aunque éstas tengan elementos positivos y a veces compaginables con la experiencia cristiana, a menudo esconden un fondo ideológico inaceptable. En dichas experiencias abunda también una metodología que, pretendiendo alcanzar una alta concentración espiritual, usa técnicas de tipo psicofísico, repetitivas y simbólicas. El Rosario forma parte de este cuadro universal de la fenomenología religiosa, pero tiene características propias, que responden a las exigencias específicas de la vida cristiana” (28).

Os invito a rezar hoy el Rosario. No hay nada mejor que practicar las cosas para saber en qué consisten. Si lo hacéis en familia, mucho mejor. Feliz fiesta.

1 comentario:

  1. Hábitos familiares que a las personas de nuestra edad nos enseñaron y que hemos abandonado por aburridos. Trataremos de hacerte caso. Gracias

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