domingo, 6 de marzo de 2016

La noche es joven

Vista general de Matera
He estado cuatro días fuera de Roma, en la región de la Apulia, al sureste de Italia. En Bari pude orar ante la tumba de san Nicolás, cuya historia ha alimentado tantas leyendas. En Alberobello admiré los famosos “trullos” (trulli), declarados Patrimonio de la Humanidad. Por segunda vez, visité Matera, la sugestiva ciudad que Alcide De Gasperi, después de la segunda guerra mundial, calificó como “la vergüenza de Italia” por el escándalo que suponía que muchas familias vivieran pobremente, junto con sus animales domésticos, en cuevas excavadas en la roca. Sin embargo, la fascinación de esta ciudad la ha convertido en escenario de multitud de películas, como El Evangelio según San Mateo de Pier Paolo Passolini o La Pasión de Mel Gibson. En 2019 será “capital europea de la cultura”. Lo que a De Gasperi le parecía un escándalo se ha convertido –previa una intensa operación cosmética– en una atracción turística.

Pero lo que más me gustó lo viví la noche del viernes, de 9 a 10, en la catedral de Altamura. Me acerqué, junto con mis compañeros claretianos, a participar en la iniciativa “24 horas para el Señor”. Esperaba encontrar unas cuantas decenas de personas mayores, quizá algún joven perdido. La sorpresa fue mayúscula. La catedral estaba tan abarrotada que tuve dificultad para encontrar un sitio donde sentarme. Muchos eran jóvenes, coetáneos de los que se movían por la plaza adyacente un viernes por la noche con una temperatura ambiente en torno a cero grados.

Sobre el altar mayor se exponía el Santísimo Sacramento. Cada hora iban pasando los miembros de las distintas parroquias o movimientos encargados de organizar la oración. Los cantos y los textos se alternaban con momentos –menos de los que yo hubiera deseado– de silencio. Me quedé impresionado. Los cristianos de Altamura –una diócesis pequeña– respondieron con entusiasmo a la llamada del papa Francisco. 

Catedral de Altamura
¿Por qué en algunos lugares los jóvenes sí se sienten atraídos por Jesús y responden con generosidad? La noche del viernes es para muchos jóvenes el momento mágico de la semana. Dejan sus obligaciones académicas o laborales, desconectan del mundo de los adultos, y se sumergen en un tiempo que les pertenece. Es difícil saber por qué y para qué. Tal vez es el símbolo de “otro mundo” en el que uno trasciende el umbral del negocio para disfrutar del ocio. La noche es tiempo de olvido, de fiesta, de exceso..., pero también de intimidad, de confidencias, de aventuras. Uno es capaz de expresar sus búsquedas con más confianza, como si la noche nos protegiera de los juicios sumarísimos y, en el fondo, nos permitiera ser lunares, sin la exposición al implacable sol diurno de la crítica y la exclusión.

Que una iglesia, situada en el corazón de la ciudad, esté abierta toda la noche del viernes al sábado significa que seguimos creyendo que muchos –como Nicodemo– se pueden acercar a Jesús casi como "a escondidas". Y –lo que es más importante– que Jesús, a través de sus mediaciones sacramentales, quiere dirigirse a los más jóvenes con una invitación que no pasa de moda: “Venid y ved”. Creo en la fuerza poco explorada de esta pastoral nocturna, nicodémica, si se me permite el neologismo. En el centro de todos los pueblos grandes y ciudades debería haber una iglesia abierta durante todo el fin de semana, una iglesia non-stop, al menos una vez al mes. Estoy seguro de que habría voluntarios dispuestos a acompañar a quienes acuden en busca de silencio, belleza, consejo o reconciliación. Y, sobre todo, creo que habría jóvenes atraídos por el magnetismo de Jesús porque conecta con sus búsquedas y sacude su aparente indiferencia.

3 comentarios:

  1. Creo que sería bueno probar la experiencia que mencionas... Los horarios de las iglesias no son compatibles para mucha gente, con su jornada laboral o en caso de los jóvenes, estudiantil.
    Sería bueno que hubiera algun cambio de horarios, los actuales son para un sector pequeño de personas o para jubilados.

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    1. Sé que no es fácil cambiar las rutinas, pero si hay voluntarios con ánimo se puede hacer.

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  2. Creo que más que signo es un grito de muchos que reclaman un nuevo espacio. Me parece que es la hora de la creatividad y se debe evaluar seriamente nuevos métodos, horarios, lugares, modos.

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