jueves, 3 de agosto de 2023

¿Adónde vas, Europa?


No creo que, en el mes vacacional por excelencia, muchos tengan ganas de leer y meditar el discurso que ayer el papa Francisco dirigió a las autoridades, a la sociedad civil y al cuerpo diplomático en el centro cultural de Belém en Lisboa. A diferencia de las bicicletas, los discursos no son para el verano. Yo lo hice porque me pareció una especie de SOS, aunque me temo que no va a modificar lo más mínimo nuestra manera de conducirnos en el viejo continente. El discurso tenía un innegable tono poético, muy del gusto portugués. Me recordó al célebre discurso europeísta que pronunció san Juan Pablo II en Santiago de Compostela al cerrar su primer viaje a España en noviembre de 1982.

Tras algunas preguntas críticas al continente en las que le preguntaba por su rumbo, el papa Francisco añadió: “Sueño con una Europa, corazón de Occidente, que utilice su ingenio para apagar focos de guerra y encender luces de esperanza; una Europa que sepa reencontrar su alma joven, soñando con la grandeza del conjunto y yendo más allá de las necesidades de lo inmediato; una Europa que incluya a los pueblos y a las personas, sin perseguir teorías ni colonizaciones ideológicas”. 

Después del sueño, volvieron las preguntas: “¿Hacia dónde navegan, Europa y Occidente, con el descarte de los ancianos, los muros de alambre espigado, las tragedias en el mar y las cunas vacías? ¿Hacia dónde van si, ante el dolor de vivir, ofrecen remedios superficiales y equivocados, como el fácil acceso a la muerte, una solución de conveniencia que parece dulce, pero que en realidad es más amarga que las aguas del mar?”.


El Papa Francisco, que gusta a la izquierda cuando habla a favor de los inmigrantes y de la lucha contra el armamentismo y que gusta a la derecha cuando truena contra la eutanasia o el invierno demográfico, acaba defraudando a unos y a otros porque nadie puede apropiárselo al cien por cien. Aunque sea jefe del pequeño estado vaticano, el Papa no es un líder político como los demás, sino un maestro espiritual. A uno le podrá gustar más o menos el hombre Jorge Mario Bergoglio y su peculiar estilo pastoral, pero su magisterio pone el dedo en nuestras llagas contemporáneas sin dejar de sugerir caminos de futuro. 

Quienes desearían un liderazgo más “espiritual” lo acusan de estar vendido a los objetivos de la Agenda 2030. Quienes comparten mucho de su liderazgo “social” desearían que suscribiera sus posturas en cuestiones como el aborto, la homosexualidad o la eutanasia. Francisco tiene la habilidad de decepcionar a unos y otros casi por igual. Pero conviene que el sucesor de Pedro, además de animarnos desde la fe en estos tiempos de desesperanza, no se pliegue a los dictados de las modas ideológicas. Desde el futuro comprenderemos que sus propuestas, basadas en el Evangelio, tienen más recorrido que nuestras cortas metas, por populares y “progresistas” que parezcan.


Estaré atento a lo que les diga a los jóvenes en la vigilia de oración del sábado por la noche y en la Eucaristía del domingo por la mañana. Es probable que la mayoría no esté en condiciones de prestar mucha atención a sus palabras. La euforia no es muy amiga de la reflexión, pero tiempo habrá de volver sobre ellas con calma. Sus acompañantes les ayudarán a no echarlas en saco roto. Pensando en los jóvenes europeos (entre ellos, alrededor de cien mil españoles), sueño con que no se limiten a celebrar la fe, sino que se rearmen moralmente para contribuir a hacer una Europa con raíces. 

Siendo autocrítico, no espero mucho de mi generación, demasiado empeñada en romper con el pasado y autodenominarse “progresista”. Pero sueño con quienes tienen ahora menos de 30 años. Pueden arriesgarse a vivir los valores del Evangelio sin sentir que son obsoletos. Ellos pueden experimentar con más fuerza y alegría que nosotros que el Evangelio es siempre garantía del mejor futuro. No se dejarán seducir tanto por las utopías políticas y tecnológicas y redescubrirán que nada tiene más futuro que la pasión por el ser humano porque Dios se ha hecho uno de nosotros.

2 comentarios:

  1. Gracias Gonzalo por la información de calidad que nos transmites de la JMJ. Nos facilitas el poder profundizar en ello.
    Que puedas disfrutar de este tiempo de vacaciones.

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  2. Muy buena reflexión, Gonzalo. Los discursos iniciales del Papa en la JMJ creo que están siendo muy atinados.
    Si bueno fue, a nivel político, lo que dijo a las autoridades en la recepción matinal del miércoles, sobresaliente fue su homilía en el rezo de vísperas en el Monasterio de San Jerónimo ese mismo día por la tarde. a nivel eclesial. Es un mensaje a reflexionar profundamente, en una Iglesia en la que, contaminados por las ideologías, los cristianos tenemos la tentación de hacer una evangelización "excluyente", seleccionando a las personas que merecen estar en la Iglesia, y condenando al resto, en vez de entender que la Misericordia de Dios es para todos.

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