jueves, 31 de marzo de 2022

Los pobres salen perdiendo

Se nos va el mes de marzo. Las bajas temperaturas nos hacen olvidar que hace diez días que empezamos la primavera. Lo he podido comprobar esta mañana a primera hora cuando he ido a celebrar la Eucaristía fuera de mi comunidad. Soplaba un viento gélido. Parece que nos aguarda un fin de semana invernal. A pesar del frío, ¡ojalá siga visitándonos la lluvia para que los campos se empapen bien y aumenten las reservas de agua de los embalses de cara al verano! 

Además de las referidas a la guerra en Ucrania, hay otras muchas noticias que llaman mi atención, pero hoy me fijo en dos. La primera tiene que ver con la economía; la segunda, con la espiritualidad. Ambas dimensiones son imprescindibles en nuestra vida. Necesitamos alimentar el cuerpo y nutrir el espíritu. 

Ayer se hizo público que la tasa de inflación en España en el mes de marzo ha sido del 9,8%, una cifra que no se veía desde 1985, aunque haría sonreír, por ejemplo, a muchos venezolanos y argentinos que viven desde hace años procesos inflacionistas desbocados. El IPC promedio del año se sitúa en España en el 7,8%. No soy economista, así que no voy a meterme en camisas de once varas. Sé que hay varios factores que están contribuyendo a que la inflación se desboque. El incremento de los precios de la electricidad, el gas y los carburantes es el principal, pero se ha producido un contagio a otros muchos sectores. Los que hacen la compra en una tienda o supermercado lo comprueban a diario. Hay productos que han doblado su precio; otros escasean. La guerra en Ucrania no ha hecho sino complicar más una situación que ya era preocupante.

Quienes más acusan las consecuencias negativas de la inflación son las personas con rentas medias y bajas. Estoy pensando, por ejemplo, en ancianos con pensiones mínimas o en familias mileuristas con niños a su cargo. La inflación no es solo un problema de pura economía. Quita poder adquisitivo a quienes viven con los recursos muy ajustados. En muchos casos, se ven obligados a solicitar ayudas externas (públicas o privadas). Cáritas lo sabe bien. En su último informe estima que, por ejemplo, el 22% de los madrileños se encuentran en exclusión social, 370.000 personas más que antes del Covid-19. 

Lo más digno es promover políticas que favorezcan el empleo y la contención de los precios. No hay ayuda más eficaz que esta. Sé que en un mundo globalizado no es nada fácil porque la interdependencia económica limita mucho el margen de maniobra de los gobiernos nacionales, pero algo se puede y se debe hacer

La segunda noticia tiene que ver con la espiritualidad. Hoy, el periódico digital El Debate -uno de los pocos digitales españoles que aún es gratuito en su integridad- ha iniciado una serie de entrevistas bajo el título 100 españoles y Dios. Es, en cierto sentido, un homenaje a la obra publicada por José Maria Gironella (1917-2003) -Premio Nacional de Literatura- en 1969, en plena euforia posconciliar. Por su famoso libro desfilaron personas conocidas como Salvador Dalí, Miguel Delibes, Luis Rosales, Julián Marías, etc. Recuerdo que lo leí hace ya muchos años. Me resultó muy interesante. Me hizo descubrir la trastienda espiritual de algunos personajes. Recuerdo algunas sorpresas.

El Debate comienza su investigación del siglo XXI con una entrevista en vídeo al youtuber fray Abel de Jesús, un carmelita canario de 29 años que, además de su canal en YouTube,  tiene también una columna en el periódico de la Asociación Católica de Propagandistas. Con su acento isleño habla de Dios como el único que puede calmar nuestra sed de sentido. No se quiénes serán los 99 españoles que le seguirán, pero creo que esta radiografía puede ayudar a mantener vivo el interés por Dios en un momento en el que la indiferencia parece ganar terreno tanto a la fe como al ateísmo. Quizá podríamos hacer algo parecido entre los lectores del Rincón. Sería bueno preguntarnos quién es Dios para nosotros y compartir algunas de las respuestas. Voy a consultar esta posibilidad con la almohada.

1 comentario:

  1. Sí, los pobres siguen perdiendo, como siempre… La inflación se ha desbocado totalmente y por una parte, hay quien tiene, y esos son muchos, que reducir la cesta de la compra, quien “acapara” por lo que pueda pasar y quien se puede permitir, incluso, gastos superfluos.
    Empresas que cierran, precios que se disparan y éstos no volverán a bajar y como resultado tendremos y tenemos una crisis económica importante.
    Es horroroso pensar que puede haber un mandatario que luche para ganar una ciudad, a un precio tan alto, arrasando todo y quien se le ponga delante.
    Tan enriquecedor que sería compartir la espiritualidad que vivimos y tanto pudor y secretismo que hay en ello… A nivel popular, la gente más sencilla, reconoce a Dios como dador de vida y que se preocupa… Otros que se avergüenzan de hablar de ello, enseguida cambian de tema… Y una buena parte que “cree a su manera” y no se atreve a hablar de ello.
    Gonzalo, gracias… y cuando lo hayas consultado con la almohada ya nos dirás.

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