Aunque tradicionalmente el invierno comienza en el hemisferio norte tal día como hoy, el invierno de 2019-2020 comenzará mañana domingo, 22 de diciembre, a las 4.19 UTC y durará 88 días y 23 horas, finalizando el 20 de marzo de 2020 con el comienzo de la primavera. Escribo, pues, en el último día del otoño. Afuera
sopla un viento racheado y llueve. El suelo está empapado tras varios días de
lluvias casi continuas. He terminado la actividad que me trajo a este rincón de
la sierra madrileña. Me preparo para comenzar la siguiente. Cada día tiene su
propio afán. A partir de hoy, voy a vivir unos cuantos días de itinerante. Se multiplicarán
las visitas y los encuentros. Comenzaré esta misma mañana visitando en el hospital
a un amigo que acaba de ser operado. Quisiera que todas las visitas se
inspiraran en la que María hace a su pariente Isabel y que leemos en el
evangelio de hoy. Tras el encuentro con la joven de Nazaret, Isabel exclama: “En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la
criatura saltó de alegría en mi vientre”. Toda visita tendría que ser
portadora de Shalom (paz) y alegría.
¿Cómo hacer que nuestras visitas navideñas (las que hacemos y las que
recibimos) sean expresiones de esta paz y alegría que el Niño nos trae con su
propia visita? ¿Cómo no dejarnos atrapar por las personas tóxicas? ¿Cómo hacer
que ellas mismas experimenten otra forma de ver la vida?
Creo que la clave la ofrece el mismo relato de Lucas que describe la visita
de María a Isabel. Termina con una bienaventuranza: “Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se
cumplirá”. Solo podemos ser portadores de alegría a los demás cuando
nosotros mismos hemos experimentado la alegría que Dios nos concede; es decir,
cuando somos bienaventurados. Nuestra alegría no es el resultado de los éxitos
obtenidos. No estamos alegres porque las cosas nos vayan bien (de hecho, a
menudo experimentamos contratiempos), rebosemos de salud y preveamos un futuro
halagüeño. Este tipo de alegría es efímero porque está constantemente expuesto
a los vaivenes de la vida. Hoy nos van bien las cosas y mañana pueden cambiar
las tornas. No, la verdadera alegría es un fruto de la fe. Somos bienaventurados
porque creemos que Dios nos ha bendecido con el don de la existencia y con la
fuerza de su amor. Somos bienaventurados porque el ángel del Señor ha
pronunciado sobre nosotros las mismas palabras que sobre María: “Alégrate, lleno (a) de gracia, el Señor
está contigo” (Lc 1,26). Somos bienaventurados
porque creemos que, aunque las cosas no salgan como habíamos imaginado, “a los que aman a Dios, todo les sirve para
el bien” (Rm 8,28).
Si falta alegría en nuestro mundo es porque, en el fondo, falta fe. Cuando
hacemos depender la alegría de nuestras conquistas o de factores externos (buen
tiempo, experiencias gratificantes, etc.), estamos siempre vendidos a las
oscilaciones del “mercado de la vida”. Cuando acogemos el don de Dios, la alegría
será siempre como una fuentecilla que no deja de manar agua incluso en tiempos
de sequía. Necesitamos personas alegres. Son ellas las que nos reconcilian con
el don de la vida, las que hacen llevadera esta existencia expuesta a tantas
pruebas y contrariedades. Cada persona alegre es como un faro que se enciende
en medio de la noche para indicarnos por dónde va el camino. Los hombres y mujeres
alegres son en, el fondo, testigos de la presencia de Dios entre nosotros,
centinelas de un Absoluto que se hace visible cuando menos lo pensamos. La
Navidad es un tiempo extraordinario para ser “portadores de alegría”, para
pensar más en los demás que en nosotros mismos. Los relatos del nacimiento de Jesús
en el evangelio de Lucas están llenos de alusiones a la alegría. Este año
podemos prestar una especial atención a todas las veces que aparece la palabra “alegría”
como expresión del don de Dios. ¡Ojalá este fin de semana podamos descubrir dónde
mana esta fuente interior que nunca se agota!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
En este espacio puedes compartir tus opiniones, críticas o sugerencias con toda libertad. No olvides que no estamos en un aula o en un plató de televisión. Este espacio es una tertulia de amigos. Si no tienes ID propio, entra como usuario Anónimo, aunque siempre se agradece saber quién es quién. Si lo deseas, puedes escribir tu nombre al final. Muchas gracias.