sábado, 13 de abril de 2024

El mundo de la noche


Son las 7 de la mañana. Fuera hace 9 grados. Estoy en la T2 del aeropuerto de Madrid. Dentro de una hora sale mi vuelo para Frankfurt. Es solo una escala en mi viaje a Wrocław, en el suroeste de Polonia. He llegado al aeropuerto en metro. Hacía tiempo que no tomaba el primer servicio de la mañana. Me ha extrañado el gran número de jóvenes que regresaba a casa después de una noche de jolgorio. Algunos parecían borrachos. Todos tenían cara de cansancio y un rictus de tristeza. Es probable que la mayoría sueñe con el fin de semana como el paraíso del placer en medio de una vida rutinaria y un poco gris. Quizá es lo típico de la juventud. 

En mi vagón viajaban también cuatro religiosas latinoamericanas que han venido al aeropuerto. Uno de los jóvenes se ha dirigido a ellas. Les ha dicho que en su barrio había un convento de monjas. Me ha parecido que lo hacía en tono respetuoso. Otros compañeros se reían. No parece normal encontrarse con unas religiosas en el metro a las 6,30 de la mañana. Era evidente que ellas no venían de ninguna fiesta nocturna, sino que se disponían a viajar con sus mochilas al hombro.


¿Cómo es el mundo de la noche? Mientras la mayoría dormimos, hay personas que se divierten en fiestas de todo tipo. Pero hay también personas que trabajan en los hospitales y en otros centros de servicio, en fábricas que no detienen la producción, en panaderías y obradores, en medios de transporte y comunicación. Son los habitantes de la noche. Y hay personas que sufren a causa de la enfermedad, el insomnio, la soledad e incluso la violencia doméstica y callejera. La oscuridad redobla siempre el dolor.

En algunas ciudades hay iglesias abiertas durante toda la noche. El Santísimo está expuesto para la adoración. Son oasis de paz y luz en medio del caos nocturno. Podríamos decir que Jesús ejerce en ellas la pastoral de la compañía. No dice nada ni pide nada. Se ofrece como el amigo dispuesto a acoger a todos. Algunas personas se atreven a entrar. Quizá buscan solo un recinto tranquilo y un poco de sosiego, pero Jesús sabe cómo llegar a su corazón. Esta pastoral de la noche no entra en los planes pastorales de la mayoría de nuestras parroquias y comunidades, pero sería una forma concreta de llegar a muchas personas -sobre todo jóvenes- que han hecho de la noche de los fines de semana su reino particular.


Hay poca gente en el aeropuerto a esta hora. Comienza a amanecer. Hoy se espera en Madrid un pico de 27 grados por la tarde. Veo que en Wrocław la temperatura es también muy agradable, aunque se pronostican lluvias para los próximos días. He viajado muchas veces a Polonia desde el ya lejano 1997. He sido testigo de las grandes transformaciones del país. En los primeros años, era evidente la huella del comunismo. Todo tenía un aire un poco decadente. Ahora parece un país de la Europa occidental, aunque sin perder su fuerte identidad eslava. 

Me gusta hablar con la gente y escuchar la manera como interpretan los cambios. Hace años, tenían miedo a una excesiva occidentalización. Consideraban que Polonia podía ser una isla de fe en medio del secularizado mar europeo. Ahora están encantados con los muchos cambios que han tenido lugar en el país, aunque son muy conscientes de que en el proceso ha habido ganancias y pérdidas. No todo es de color de rosa. Tienen que aprender a vivir su robusta fe en circunstancias diferentes. Veremos qué me encuentro ahora.

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