lunes, 25 de marzo de 2024

El refugio de los amigos


Existe el viernes negro (Black Friday) al día siguiente del jueves de acción de gracias. El lunes triste (Blue Monday) se celebra el tercer lunes de enero. Hay otros días de la semana que reciben distintos calificativos: lunes de pascua, martes de carnaval, miércoles de ceniza, jueves lardero, viernes de doloresdomingo sangriento, etc. Pero solo en la Semana Santa todos los días (de lunes a sábado) se califican de “santos”. Hoy es el primero de ellos. Otros años he escrito sobre el significado del Lunes Santo, que bien podría llamarse también el “lunes de los amigos”. Antes de sufrir la pasión, Jesús se refugia en Betania junto a sus amigos Lázaro, Marta y María. 

Hoy quisiera reflexionar sobre “el refugio de los amigos”. Quizá la expresión suene un poco reductiva (los amigos son mucho más que un refugio en momentos de crisis), pero vale la pena explorar este aspecto de la amistad en tiempos tan individualistas como los que corremos.


Tengo la impresión -quizá no es más que un sentimiento superficial- de que nos hemos vueltos muy celosos de nuestra privacidad, de que no queremos que nos molesten (ni siquiera las personas queridas) y de que tampoco nos gusta invadir el espacio de los demás. En vez de llamar por teléfono y pasar un rato charlando, optamos por enviar mensajes de texto o pequeños audios. Solemos decir que de esta manera no invadimos el tiempo y el espacio de la otra persona, pero, en el fondo, es una huida del desafío que supone toda conversación. Con muchas personas repetimos el mantra “a ver si nos vemos”, pero nunca concretamos el lugar y la fecha. Prodigamos el “puedes contar conmigo para lo que necesites”, pero nos sabe mal que alteren nuestra agenda con peticiones inoportunas. 

En la lista más o menos larga de amigos y conocidos no es fácil señalar con cuántos podemos contar “a tiempo y a destiempo”. En caso de apuro, ¿qué números de teléfono marcaríamos con la seguridad de que al otro lado vamos a encontrar siempre comprensión y ayuda y no simplemente frases corteses y respuestas evasivas? En la adolescencia y juventud, los amigos son sagrados. Recurrimos a ellos antes incluso que a nuestra familia. En esas edades se establece una complicidad que va más allá de la cortesía y el derecho a la privacidad. De adultos, un poco escarmentados por experiencias negativas, medimos más las distancias, nos protegemos más, nos volvemos más calculadores.


Jesús no tenía que medir ninguna distancia con Lázaro, María y Marta porque con ellos se sentía en casa. No se trataba de una relación profesional, ni siquiera discipular. Entre ellos se respiraba la fragancia del nardo de la amistad. Por eso, Betania era un refugio para Jesús en la fatiga del camino, pero también un trampolín que lo lanzó a asumir el final que lo aguardaba en la vecina Jerusalén. Cuando encontramos amigos así, que nos cobijan y nos lanzan, que nos quieren y nos estimulan, que nos perdonan y nos corrigen, que ríen y lloran con nosotros, podemos afrontar la batalla de la vida con la seguridad de que no vamos a terminar derrotados. 

Hoy no es fácil ser y encontrar amigos con estos rasgos. La atmósfera cultural nos ha ido volviendo cada vez más celosos de nuestro espacio personal, menos pacientes, más herméticos. Los mismos que exhiben una identidad impúdica en internet son los que temen una conversación cara a cara. La vulnerabilidad se maquilla con los filtros que nos proporciona la sociedad de la apariencia. El resultado es que pocas personas nos molestan, pero, a la postre, pocas nos quieren. Disminuyen los lugares donde refugiarnos con seguridad. El propio yo acaba convirtiéndose en una caverna inaccesible.

2 comentarios:

  1. Yo siempre he pensado que amistades podemos tener muchas, nos unen diversos intereses, pero amigos, amigos, muy pocos y encontrarlos es un don que agradezco muchísimo.
    Mi experiencia es que es bien cierto lo que escribes: “Cuando encontramos amigos así, que nos cobijan y nos lanzan, que nos quieren y nos estimulan, que nos perdonan y nos corrigen, que ríen y lloran con nosotros, podemos afrontar la batalla de la vida con la seguridad de que no vamos a terminar derrotados.”
    Gracias Gonzalo.

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  2. Gracias Gonzalo,los verdaderos amigos son un regalo de Dios.

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