jueves, 7 de marzo de 2024

No perdamos la calma


De nuevo estoy dando un curso intensivo sobre liderazgo discerniente. Son seis horas diarias de clase. Si a estas les añadimos las actividades ordinarias de mi comunidad claretiana, no me queda mucho tiempo libre para otras tareas. Escribir la entrada diaria en este blog se ha convertido en una empresa difícil.

El adjetivo “discerniente” no aparece como tal en el diccionario de la RAE, pero es una palabra que se deriva con naturalidad del verbo “discernir”. Pocas cosas son hoy más necesarias que la capacidad de discernimiento. Es un don que tendríamos que pedírselo al Señor como se lo pidió el viejo rey Salomón cuando oraba así: “Da a tu siervo un corazón con entendimiento para juzgar a tu pueblo y para discernir entre el bien y el mal”. Vivimos en un mundo tan volátil, incierto, complejo y ambiguo (un mundo VICA) que, sin este don divino, corremos el riesgo de ir dando tumbos o tomar decisiones equivocadas. 


También en la Iglesia soplan aires de confusión.
Hay pastores, sacerdotes y laicos fanáticos del papa Francisco (casi como hooligans eclesiásticos) que lo ven como un adalid de la “primavera eclesial” mientras otros (igualmente fanáticos) lo consideran un masón travestido y poco menos que la encarnación del mismísimo diablo. Sin entrar en un discernimiento a fondo, un sexto sentido nos dice que tales extremos nos impiden percibir con nitidez la verdad de lo que estamos viviendo. Es fácil encontrar a personas fanatizadas (sobre todo, en las redes sociales), pero cuesta encontrar a personas con el don del discernimiento, no solo con una buena dosis de sentido común.

El estudio de la historia nos ofrece siempre claves para interpretar el presente. No es la primera vez que la Iglesia atraviesa por períodos de confusión. ¡Hasta podríamos decir que la crisis es su estado natural! Quienes consideran que hubo épocas doradas en las que todo era claro y los creyentes compartían la misma visión no conocen con detalle las diversas etapas de nuestra multisecular -y problemática- historia. Siempre ha habido “iluminados” que se han considerado poseedores y defensores de la verdad y que han entendido su vida como una defensa a ultranza de una fe que consideraban amenazada, olvidando que la verdad no necesita aguerridos “defensores”, sino humildes “buscadores” y pacientes “testigos”. 


Frente a quienes hacen mucho ruido (hoy amplificado por internet), hay millones de cristianos que viven su fe con sencillez y paz, dejándose guiar por el Espíritu Santo y siguiendo las orientaciones del magisterio de la Iglesia. No siempre tienen las cosas meridianamente claras, pero confían en que el Espíritu nos va llevando a todos hacia la verdad plena. No siempre están en sintonía plena con el estilo personal del Papa o de su obispo, pero no hacen una batalla de algo que es legítimo dentro de una Iglesia que promueve la libertad. Tampoco están de acuerdo con algunos extremistas (de izquierda o de derecha), pero no los satanizan. Los ven como hermanos fanáticos que libran batallas interiores necesitadas de compasión.

Por difícil que parezca el momento presente, el Espíritu nunca abandona la barca de la Iglesia. No hay tormenta (ni externa ni interna) que pueda hacerla zozobrar, por más que haya personas expertas en anunciar cataclismos diarios. El don de discernimiento nos ayuda a cribar las llamadas reales a la conversión de los exabruptos que tanto abundan en las redes sociales.

3 comentarios:

  1. Gracias Gonzalo!
    Claro que no va a zozobra la barca de la Iglesia!!!!
    Tenemos hambre y sed de complacer al corazón de Jesús?
    Tenemos corazón de hijos para dejarnos pastorear?
    Tenemos que dejarnos guiar con humildad y mansedumbre ...
    Somos hijos de la Iglesia o jueces?
    Necesitamos sencillez de corazón y actitud de niños para saber recibir de Dios las normas...que nos enseñan el camino al cielo.
    Es mi humilde opinión

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  2. "Todos vamos en el mismo barco.
    Todos somos del mismo barro.
    Lo gozoso y lo triste del mundo,
    llega a TOD@S más tarde o temprano.
    HAZ que todos nos sintamos UNO
    que SINTAMOS que SOMOS HERMANOS". (Brotes de Olivo.🎵)

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  3. Da gusto leerte, Gonzalo. Un abrazo, Luis

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