El atentado de Moscú, aparte de ser una salvajada que clama al cielo, va a echar más leña al fuego de la guerra en Ucrania. Ha sido el preludio trágico a una Semana Santa que comienza hoy con el Domingo de la Pasión del Señor o Domingo de Ramos. Todavía luce el sol. Parece que mañana nos visitará la lluvia y, en cotas altas, la nieve. Cuando, dentro de unos minutos presida la procesión y la posterior Eucaristía, el pensamiento se me irá a los cristianos que siguen sufriendo restricciones en Israel y, sobre todo, a las muchas víctimas de Gaza. Es inevitable no pensar en Tierra Santa como espacio marcado por la sangre, como si esa intersección entre Asia, África y Europa acotara para siempre el territorio de la violencia y de la guerra.
Jesús fue víctima de esa extraña conjura. Lo recordaremos hoy, una vez más, cuando escuchemos el relato de la pasión según san Marcos. Como es bien sabido, los cuatro evangelistas dedican un gran espacio a narrar la pasión y muerte de Jesús. Cuentan los mismos hechos, pero desde perspectivas diversas y con diferentes objetivos. Cada evangelista selecciona o destaca aquello que puede resultar significativo para las comunidades a las que dirige su evangelio.
Este año 2024 seguimos el ciclo B. Prestemos atención a algunos acentos de la narración de Marcos que pueden ayudarnos a comprender mejor su profundidad y actualidad:
1) El evangelista nos muestra a un Jesús manso y desarmado, que se entrega en manos de sus enemigos sin reaccionar. Marcos subraya este hecho para sostener la fe de los cristianos de sus comunidades, duramente probados por las persecuciones. Si el Padre no ha librado a su Hijo de las injusticias, las traiciones y los sufrimientos, los discípulos tampoco nos veremos libres de tener que afrontar en nuestra vida la falsedad, la hipocresía, el disimulo y la violencia.
2) Marcos subraya más que ningún otro evangelista la soledad de Cristo durante la Pasión. En los otros evangelios, siempre encontramos a alguien que está junto a Jesús como una presencia amiga. En el evangelio de Marcos no hay nadie: Jesús es traicionado por la multitud que prefiere a Barrabás; es insultado, golpeado y humillado por los soldados; es ultrajado por los transeúntes y por los jefes del pueblo presentes en el momento de la crucifixión. Solo al final, después de haber narrado su muerte, Marcos hace esta acotación: “Estaban allí, mirando a distancia, unas mujeres” (Mc 15,40-41).
3) El momento culminante de todo el relato de la Pasión de Jesús según Marcos es la profesión de fe del centurión al pie de la cruz: “El centurión que estaba enfrente, al ver cómo expiró, dijo: «Realmente este hombre era Hijo de Dios»” (Mc 15,39). El secreto se mantiene hasta el final porque solo después de su muerte y resurrección será posible comprender quién es Él de verdad. Lo que más sorprende es que la proclamación de Jesús como “Hijo de Dios” no ha venido de uno de los apóstoles o discípulos, sino de un pagano.
4) Solo Marcos, refiriendo la oración de Jesús al Padre, destaca el apelativo arameo que ha usado: “Abbá, Padre” (Mc 15,36). Abbá corresponde a uno de tantos términos que, también entre nosotros, usan los niños para dirigirse a su progenitor. Jesús lo emplea en el momento más dramático de su vida, cuando, después de haber pedido al Padre que lo librara de aquella prueba tan difícil, se abandona confiadamente en sus manos.
2) Marcos subraya más que ningún otro evangelista la soledad de Cristo durante la Pasión. En los otros evangelios, siempre encontramos a alguien que está junto a Jesús como una presencia amiga. En el evangelio de Marcos no hay nadie: Jesús es traicionado por la multitud que prefiere a Barrabás; es insultado, golpeado y humillado por los soldados; es ultrajado por los transeúntes y por los jefes del pueblo presentes en el momento de la crucifixión. Solo al final, después de haber narrado su muerte, Marcos hace esta acotación: “Estaban allí, mirando a distancia, unas mujeres” (Mc 15,40-41).
3) El momento culminante de todo el relato de la Pasión de Jesús según Marcos es la profesión de fe del centurión al pie de la cruz: “El centurión que estaba enfrente, al ver cómo expiró, dijo: «Realmente este hombre era Hijo de Dios»” (Mc 15,39). El secreto se mantiene hasta el final porque solo después de su muerte y resurrección será posible comprender quién es Él de verdad. Lo que más sorprende es que la proclamación de Jesús como “Hijo de Dios” no ha venido de uno de los apóstoles o discípulos, sino de un pagano.
4) Solo Marcos, refiriendo la oración de Jesús al Padre, destaca el apelativo arameo que ha usado: “Abbá, Padre” (Mc 15,36). Abbá corresponde a uno de tantos términos que, también entre nosotros, usan los niños para dirigirse a su progenitor. Jesús lo emplea en el momento más dramático de su vida, cuando, después de haber pedido al Padre que lo librara de aquella prueba tan difícil, se abandona confiadamente en sus manos.
Oración:
No quiero que estés solo, Jesús, en tu pasión y muerte. Aunque no sea digno, yo quiero estar contigo. Soy tan cobarde como Pedro, tan traidor como Judas y tan huidizo como todos los demás, pero quiero estar contigo porque tú siempre estás conmigo cuando me visita la noche del dolor o la duda. Es probable que pase del hosanna al crucifícalo, pero ni siquiera en medio de la traición puedo huir de tu mirada. Te quiero, Jesús. Te necesito. Te acompaño. Amén.
Me va muy bien la reflexión de hoy que nos ayuda a comprender el Evangelio de Marcos y observar las diferencias con los otros evangelistas.
ResponderEliminarGonzalo muchísimas gracias por la oración. La he hecho mía y me resuena con fuerza cuando dice: “quiero estar contigo porque tú siempre estás conmigo cuando me visita la noche del dolor o la duda”.
Espero que hayas tenido un feliz domingo de Ramos, disfrutando entre tu gente.
Gracias por ser una fuente constante de reflexiones profundas. ¡Estamos agradecidos por el estímulo mental! Explora estrategias avanzadas para el juego Aviator en nuestro blog.
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