Llevo años asistiendo con una mezcla de escepticismo e hilaridad a un fenómeno que continúa creciendo. Me refiero a la tendencia de muchos
medios de comunicación a decirnos todo lo que hacemos mal, como si fueran el remedo de esa maestra sabelotodo que amargaba nuestra infancia. Me lo ha recordado
la edición de ayer del Corriere della Sera. A la
infinita lista
de cosas que hacemos mal en casi todos los órdenes de la vida, el periódico italiano añadía el lugar equivocado donde guardamos la leche en el frigorífico. Ya no
sabe uno si echarse a reír a carcajadas o llorar en una esquina de su cuarto.
Ahora no dispongo de todos los enlaces a los artículos que he ido leyendo a lo largo de los años, pero
puedo recordar algunas cosas de memoria. Nos cepillamos mal los dientes,
preparamos de cualquier manera los espaguetis, no sabemos cocinar la
tortilla de patatas, estacionamos mal el vehículo, no conducimos bien en las
rotondas, pelamos sin criterio las gambas y los kiwis, combinamos desastrosamente las
camisas y las corbatas, doblamos mal los pantalones, no sabemos cómo encontrar
el inicio de una cinta adhesiva o abrir los envases de plástico y hasta clavamos
mal los clavos en la pared.
Y no digamos nada cuando nos internamos en el mundo de la medicina o del deporte. Ahí lo raro es hacer algo bien. Lo normal es que hagamos estiramientos nocivos, que tomemos remedios caseros que son dañinos y que nos pongamos a correr sin haber hecho no sé cuántos minutos de calentamiento. En pocas palabras: casi nada se debe hacer como
aprendimos a hacerlo desde niños.
Esta obsesión por decirnos continuamente cómo debemos hacer
las cosas es, con apariencia didáctica, otra forma más de manipulación. Presupone que todos somos ignorantes y que solo unos pocos “expertos” conocen los secretos arcanos,
aunque se refieran a algo tan pedestre como barrer el suelo o asearnos.
¡Todavía recuerdo con qué prolijidad infantil nos explicaban cómo teníamos que
lavarnos las manos durante la pasada pandemia! En Italia se repite un dicho que
viene como anillo al dedo: “chi sa fa, chi non sa insegna” (quien sabe hace, quien no sabe enseña).
Como vivimos en la sociedad de la información, todos somos
asaeteados a diario con indicaciones acerca de todo: desde cómo debemos ducharnos
hasta cómo se debe poner la mesa en Nochebuena, colocar la wifi o recibir la comunión en la mano. Reconozco que, en medio de esta avalancha de consejos (o de tips, como se dice ahora con pasión anglófila) también hay sugerencias útiles
que nos ayudan a mejorar nuestros hábitos. YouTube, por ejemplo, está lleno de tutoriales
sobre las cosas más insólitas. Uno puede aprender a tocar y afinar la guitarra, hablar chino, preparar una paella, plantar un manzano, doblar una camisa o fabricar un explosivo. Pero llega un momento en que nos cansamos de
seguir tantas normas (o tantos tips). Al final, cada uno nos apañamos como buenamente sabemos y
podemos.
El paroxismo se alcanza en el terreno de los medicamentos. La industria
farmacéutica tiene productos para todas las enfermedades habidas y por haber.
Los publicita y los cobra a buen precio. Aprovecha la existencia de un buen
número de hipocondríacos. Al final, los que entienden dicen que estamos convirtiéndonos
en una sociedad intoxicada. ¡No hace falta ser un experto para caer en la
cuenta de que, si castigamos el organismo con muchos ingredientes químicos, al
final arruinamos la salud!
No sé cuál es la moraleja de la entrada de hoy,
pero creo que lo que nos permite vivir con serenidad sin que se nos ponga cara de
estúpidos es mirar todas estas propuestas con un poco de sorna, tomar algunas
más prácticas y seguir el dictado de la experiencia, que nos va diciendo en
cada caso lo que conviene hacer o no hacer y el modo mejor de ejecutar las
cosas. Aprendemos también de nuestros errores. Conviene que nos equivoquemos de vez en cuando, aunque haya un tutorial en internet que nos explique paso a paso lo que debemos hacer para no cometer errores.
Me ha hecho gracia y sorprendido a la vez que te metieras en este tema. A mí, me queda más claro que, como bien dices y he percibido siempre, que no deja de ser “otra forma más de manipulación”.
ResponderEliminarY hay muchas personas que se van ciñendo, sin discernimiento, a los protocolos que se presentan… Nos dicen que no lo hacemos bien y nos quedamos ahí, sin hacer el esfuerzo de analizarlo… Y realmente, muchas veces se dicen y aconsejan disparates
Gracias Gonzalo, el tema parece broma, pero nos has ayudado a analizarlo en serio.