domingo, 23 de enero de 2022

Esta Palabra se cumple hoy

Hoy, Tercer Domingo del Tiempo Ordinario es, por tercer año consecutivo, el Domingo de la Palabra de Dios. En el siguiente subsidio se encuentran muchas sugerencias para poner en práctica esta iniciativa pastoral del papa Francisco. Necesitamos la Palabra de Dios para afrontar con esperanza este tiempo de pandemia, para iluminar el camino sinodal que empezamos el pasado mes de octubre, para seguir creciendo como personas y comunidades. Cada vez es mayor el número de cristianos que leen asiduamente la Biblia, realizan cursos bíblicos presenciales y online, oran con la Palabra siguiendo diversos métodos (lectio divina, lectura creyente, lectura popular, etc.) y promueven su difusión a través de medios impresos, audiovisuales y digitales. 

En nuestro XXVI Capítulo General (2021), los misioneros claretianos “soñamos con Claret una Congregación que, a ejemplo de María, atesora en su corazón, cumple y proclama la Palabra de Dios”. Entre otras cosas, nos comprometimos a “favorecer y llevar a cabo, como oyentes y servidores de la Palabra, iniciativas eclesiales como el Domingo de la Palabra de Dios y la semana y el mes de la Biblia”, así como a “practicar la lectio divina de forma personal, comunitaria y con el Pueblo de Dios”. Para ser “hombres de palabra” (fieles y fiables) tenemos que ser “hombres de la Palabra” (oyentes y servidores).

Las lecturas de este domingo nos ayudan a comprender el significado de la Palabra de Dios en nuestra vida. ¡Ojalá nosotros tomáramos en serio lo que el rey Nehemías, el sacerdote Esdras y los levitas dijeron al pueblo de Israel, reunido para escuchar de la mañana a la tarde la lectura de la Ley! Esta fue su invitación: “Andad, comed buenas tajadas, bebed vino dulce y enviad porciones a quien no tiene, pues es un día consagrado a nuestro Dios. No estéis tristes, pues el gozo en el Señor es vuestra fortaleza”. 

La Palabra de Dios es siempre fuente de alegría. Y esa alegría es la que nos hace fuertes para afrontar las pruebas de la vida. En este tiempo de pandemia -tiempo de languidez y ansiedad- necesitamos abrevarnos en el manantial de la Palabra de Dios. Solo así podremos experimentar esa alegría profunda que nos libra de ser víctimas de una situación que se hace cada día más insostenible. En el salmo responsorial de hoy repetimos: “Tus palabras, Señor, son espíritu y vida”. Es un reconocimiento del poder transformador de la Palabra de Dios.

El evangelio de Lucas comienza contando el proceso que su autor ha seguido para la composición de su evangelio (Lc 1,1-4). Resulta muy iluminador para conocer el origen de los textos que leemos hoy. A los hechos originales sigue la tradición oral (particularmente arraigada en las culturas semitas), luego colecciones escritas de diversos materiales; finalmente, una obra sistemática con un claro enfoque teológico y un propósito catequético-pastoral. Luego de esa introducción, el Evangelio salta un poco abruptamente al capítulo 4 para mostrarnos a Jesús leyendo y explicando la Palabra de Dios en la pequeña sinagoga de Nazaret, su pueblo (Lc 4,14-21). Tras ser invitado un sábado a leer un fragmento del profeta Isaías, hace una atrevida interpretación, una “lectio divina” que entusiasma y descoloca a sus paisanos. 

Lo más significativo es que lo que dice Isaías se cumple con la llegada de Jesús. O, por decirlo con sus propias palabras: “Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír”. O sea, que con Jesús, ungido con la energía del Espíritu, los pobres son evangelizados, a los cautivos se les proclama la libertad y a los ciegos la vista; los oprimidos son liberados, se lleva a la práctica, en definitiva, el año de gracia del Señor, no el tiempo del ajuste de cuentas y de la venganza. 

¿Quién no se iba a sentir atraído por un mensaje como este? Pero, por otra parte, ¿quién podía fiarse de un paisano sin estudios y sin ninguna autoridad? ¿Quién era Jesús para arrogarse la fuerza del Espíritu? Todavía hoy seguimos haciéndonos estas preguntas al mismo tiempo que seguimos teniendo nuestros ojos clavados en él. ¿Cómo podríamos vivir la fe en Jesús sin la luz de la Palabra?

1 comentario:

  1. Escribes: Necesitamos la Palabra de Dios para afrontar con esperanza este tiempo de pandemia… Si, la necesitamos pero no podemos esperar en momento de crisis… es necesario que lleguemos a ella, llevándola con fuerza en nuestro interior y es cuando, a veces, nos damos cuenta de que su semilla ha quedado cimentada sobre roca y no puede fructificar con la fuerza que necesitariamos.
    Gracias a vosotros, Misioneros claretianos, por vuestra decisión de: “… para ser “hombres de palabra” (fieles y fiables) tenemos que ser “hombres de la Palabra” (oyentes y servidores)… Os necesitamos… Necesitamos respuestas a las preguntas que todavía quedan en el aire.

    ResponderEliminar

En este espacio puedes compartir tus opiniones, críticas o sugerencias con toda libertad. No olvides que no estamos en un aula o en un plató de televisión. Este espacio es una tertulia de amigos. Si no tienes ID propio, entra como usuario Anónimo, aunque siempre se agradece saber quién es quién. Si lo deseas, puedes escribir tu nombre al final. Muchas gracias.