En medio de las tensiones
de los últimos días, nos llega hoy, como un regalo benéfico, la fiesta de san Francisco de
Asís, el más santo de los italianos y el más italiano de los santos, un seguidor
de Jesús que suscita general admiración. Él también vivió conflictos
personales, sociales y eclesiales. Quizás sería más exacto decir que los padeció. Unido a Jesús, se convirtió en artesano
de reconciliación. ¡Hasta se entrevistó con el
sultán de Egipto Melek el Kamel durante la quinta cruzada! Necesitamos
personas que se atrevan a saltar al campo enemigo
para ver que, detrás de las posiciones más distantes, hay siempre seres humanos. Mirar a los ojos de una persona significa reconocer su misterio personal. La mirada, cara a cara, tiene un poder redentor. Ninguna causa es tan grave (unidad nacional, independencia, etc.) que
merezca sacrificar el valor supremo de la paz y de la armonía. Para abordar las
situaciones de conflicto con serenidad e imaginación, el papa Francisco nos ofreció hace
cuatro años algunos criterios
para el discernimiento que se pueden aplicar a la situación presente. Me atrevo
a sugerirlos porque he comprobado que ya se han encendido algunas luces rojas
que nos advierten de que el debate ha traspasado el nivel ideológico y se ha
internado en el campo personal. Las redes sociales arden con descalificaciones,
insultos, adoctrinamientos, chistes ofensivos, argumentos ad hominem (¡y tú más!)… Hay amigos que se están separando a causa de los enfrentamientos políticos, familias que no se hablan, comunidades que han convertido en tabú un asunto sobre el que tendría que haber una gran libertad de expresión. ¡Este es siempre el triunfo del diablo! Se
trata, por desgracia, de una situación dia-bólica, en el sentido etimológico del término: de
una realidad que divide y enfrenta. No puede venir del buen espíritu, por emplear la terminología ignaciana, algo que produce tanta división y rencor.
Como creyente, no pienso que los conflictos se puedan resolver a base de pedradas y ni siquiera sentados
en torno a una mesa de negociaciones, como si se tratara de un mero asunto comercial. Donde se ha introducido el virus dia-bólico
(separador), hay que impetrar el ángel sim-bólico (unificador). Los ángeles de la reconciliación no
se crean en las mesas de diálogo: se acogen como un don. Tenemos que orar con humildad. Es quizás la mejor contribución que podemos ofrecer en estos momentos. Por eso, a los
lectores de este Rincón que sois creyentes, os sugiero que, durante los
próximos días, repitáis esta plegaria atribuida a san Francisco de Asís. Puede
ayudarnos a purificar el corazón, a no acumular rencor, a superar prejuicios y
a mirar a las personas con ojos nuevos. Le pedimos a Dios que, más allá de nuestras simpatías personales, nuestras posiciones políticas, nuestros puntos de vista, nos convierta en verdaderos artesanos de paz. Cuando pase el tiempo y veamos las cosas con perspectiva, nunca nos arrepentiremos de haber sido hombres y mujeres de paz. Es posible que sí nos arrepintamos de haber prodigado juicios sumarísimos, palabras insultantes y de haber tenido visiones de las cosas demasiado idolátricas, de haber convertido las realidades penúltimas (la patria, la política, la economía, etc.) en realidades últimas, casi en objetos de adoración.
Aquí está la oración que os propongo:
Aquí está la oración que os propongo:
¡Señor, haz de mí un
instrumento de tu paz!
Que allí donde haya odio,
ponga yo amor;
donde haya ofensa, ponga
yo perdón;
donde haya discordia,
ponga yo unión;
donde haya error, ponga
yo verdad;
donde haya duda, ponga yo
fe;
donde haya desesperación,
ponga yo esperanza;
donde haya tinieblas,
ponga yo luz;
donde haya tristeza,
ponga yo alegría.
¡Oh, Maestro!, que no
busque yo tanto
ser consolado como
consolar;
ser comprendido, como
comprender;
ser amado, como amar.
Porque dando es como se
recibe;
olvidando, como se
encuentra;
perdonando, como se es
perdonado;
muriendo, como se
resucita a la vida eterna.
Os dejo con dos preciosas versiones musicales:
Gracias una vez más. Me parece la mejor recomendación, consejo y petición que se nos puede hacer a todos ante estos hechos que nos angustian. Puede que más de lo que se supondría en un buen cristiano y creyente. Un abrazo
ResponderEliminarQ casualidad Gonzalo!! Esta oración hoy es la segunda vez q me llega!
ResponderEliminarGracias!!
Piluca Visontina
un abrazo fraterno... Hemos visto con dolor los acontecimientos violentos en Cataluña y con más dolor aún los comentarios "pidiendo más palo"... Cuánto nos falta crecer en humanidad...
ResponderEliminarGracias Gonzalo. El mensaje que has publicado es como un bálsamo para mí.Con cuánta facilidad perdemos el rumbo. San Francisco de Asís, vuelve abrir mi corazón para dar sentido a lo que estamos viviendo.Donde haya ofensa ponga yo perdón, donde haya discordia ponga yo unión.... Ojalá seamos capaces. Elena Bustarviejo
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