miércoles, 22 de marzo de 2017

No me abandones

Muchos dicen que es la canción de amor más bella jamás escrita. En realidad, se trata de una historia de desamor. Fue compuesta en 1959 por el cantante y compositor belga Jacques Brel (1929-1978). De ella se han hecho más de mil versiones.  Se la puede escuchar de labios de Edith Piaf, Barbra Streisand, Frank Sinatra, Céline Dion, Julio Iglesias, Juliette Greco o Miguel Bosé. Se basa en la ruptura entre Jacques Brel y una de sus múltiples amantes: Suzanne Gabriello, conocida como Zizou. Era una chica morena, con una naricilla atractiva y una risa cautivadora, capaz de seducir a cualquiera. Jacques Brel –ya casado con Therese Michielsen, con la que tenía tres hijos– se entregará a ella durante cinco años repletos de intrigas, encuentros y desencuentros. Con ella vive un amor prohibido y apasionado en el París existencialista de finales de los años 50. Al final, Brel la dejó. Para algunos, era lo lógico, teniendo en cuenta que estaba casado. Para otros, se comportó como un cobarde. Brel se negó a reconocer que era el padre del hijo que esperaba Suzanne quien, frustrada y enojada, lo amenazó con demandarlo ante los tribunales y la opinión pública. Brel entonces se refugia en su esposa Miche. La historia es trágica. Es una caso más de doble vida, en parte tolerada por el prestigio del artista y en parte por la necesidad que muchas personas tienen de oír historias que rompan lo que ellas consideran el rígido orden establecido. Todo rompedor (aunque sea un canalla) tiene siempre su público fiel. Brel se aprovecha de esta experiencia para componer una extraña canción de amor: Ne me quitte pas. Le pide a la amante que no lo deje cuando, en realidad, fue él quien la dejó a ella. 

Musicalmente, la canción tiene sus influjos. Aunque Jacques Brel lo negara, muchos críticos musicales coinciden en que se aprovecha de los acordes y la línea melódica de la Rapsodia Húngara número 6 de Franz List. Pero lo decisivo fue su encuentro con el excelente músico François Rauber, a quien había conocido en 1956, en Grenoble. Brel era un buen compositor de melodías, un letrista con gran talento poético, pero eso no era suficiente para que una canción llegara a emocionar al público. ¡Se necesitaban también buenos arreglos! Rauber le proporciona la maestría y el saber hacer de un pianista clásico. La combinación del talento de Brel y la técnica de Rauber produjo un resultado maravilloso. La prueba es que la canción sigue viva hoy. Pero no todo fueron comentarios elogiosos. Cuando Edith Piaf la conoció habló muy mal de Brel porque ella estaba al tanto de los entresijos de esa historia de amor loco a la que se refiere la canción. Piaf pensaba que Ne me quitte pas era, en el fondo, un himno a cómo se venden los hombres por el amor y hasta dónde pueden humillarse por el amor a una mujer. En realidad, la canción es una especie de purgatorio que Brel sufre por la manera como trató a Zizou. Pero, a finales de los años 50 y en las décadas posteriores, Brel se convirtió en el prototipo de seductor canalla al que se le perdonan todos sus desvaríos porque puede poner fin a la guerra con una sonrisa encantadora, una metáfora atrevida o un acorde de guitarra, aunque eso implique dejar en la cuneta a personas inocentes. El seductor canalla tiene un extraño atractivo que encandila a quienes están dispuestos a vender su alma por gustar sus mieles. 

La canción tiene tantos significados como quieran darle las personas que la cantan o la escuchan. Basta acercarse a algunas de las muchísimas versiones que se han hecho. Conocer el contexto en el que surgió ayuda a comprender sus claves, pero eso no significa que no pueda ser versionada una y otra vez. Me pregunto si en este tiempo de Cuaresma no cabe hacer una versión bíblica. Las relaciones entre Yahvé y el pueblo elegido son presentadas a menudo como las relaciones entre un esposo fiel y una esposa infiel. El profeta Oseas recurre con frecuencia a esta imagen (cf. Os 2,4-25). Naturalmente, no existe un paralelismo entre Oseas y Brel, como no lo existe entre las relaciones que éste mantuvo y las que Dios mantiene con su pueblo. Pero hay algo en el fondo de Ne me quitte pas que evoca una misma pasión no correspondida. Cada uno de nosotros, como sucedía con el pueblo de Israel, somos capaces de vender el amor de Dios por cualquier sucedáneo que nos atrae. ¿Quién le canta a quién ese insistente No me abandones? ¿Dios a nosotros o nosotros a Dios? ¿O es una súplica de ida y vuelta? En el libro de Oseas, Dios es capaz de perdonar las infidelidades de su esposa (Israel) y abrir un nuevo futuro: “Te desposaré conmigo para siempre, te desposaré en justicia y en derecho, en amor y en ternura; te desposaré en fidelidad y tú conocerás al Señor” (Os 3,21-22).

Os dejo con el texto de la canción (en francés y español) y luego con tres vídeos que ofrecen distintas versiones: la del mismo Jacques Brel, la de su crítica Edith Piaf y otra más moderna de Céline Dion.



FRANÇAIS


ESPAÑOL

Ne me quitte pas.
Il faut oublier,
Tout peut s’oublier,
Qui s’enfuit déjà.
Oublier le temps
Des malentendus
Et le temps perdu
À savoir comment.
Oublier ces heures
Qui tuaient parfois
À coups de pourquoi
Le cœur du bonheur.
Ne me quitte pas,
Ne me quitte pas,
Ne me quitte pas,
Ne me quitte pas.

Moi, je t’offrirai
Des perles de pluie
Venues de pays
Où il ne pleut pas.
Je creuserai la terre
Jusqu’après ma mort
Pour couvrir ton corps
D’or et de lumière.
Je ferai un domaine
Où l’amour sera roi,
Où l’amour sera loi,
Où tu seras reine.
Ne me quitte pas,
Ne me quitte pas,
Ne me quitte pas,
Ne me quitte pas.

Ne me quitte pas.
Je t’inventerai
Des mots insensés
Que tu comprendras.
Je te parlerai
De ces amants-là
Qui ont vu deux fois
Leurs cœurs s’embraser.
Je te raconterai
L’histoire de ce roi
Mort de n’avoir pas
Pu te rencontrer.
Ne me quitte pas,
Ne me quitte pas,
Ne me quitte pas,
Ne me quitte pas.

On a vu souvent
Rejaillir le feu
De l’ancien volcan
Qu’on croyait trop vieux.
Il est, paraît-il,
Des terres brûlées
Donnant plus de blé
Qu’un meilleur avril.
Et quand vient le soir,
Pour qu’un ciel flamboie,
Le rouge et le noir
Ne s’épousent-ils pas ?
Ne me quitte pas,
Ne me quitte pas,
Ne me quitte pas,
Ne me quitte pas.

Ne me quitte pas.
Je ne vais plus pleurer,
Je ne vais plus parler.
Je me cacherai là
À te regarder,
Danser et sourire
Et à t’écouter
Chanter et puis rire.
Laisse-moi devenir
L’ombre de ton ombre,
L’ombre de ta main,
L’ombre de ton chien.
Ne me quitte pas,
Ne me quitte pas,
Ne me quitte pas,
Ne me quitte pas.

No me dejes
Es necesario olvidar
Todo se puede olvidar
Quien se escapa ya
Olvidar el tiempo
De los malentendidos
Y el tiempo perdido
A saber cómo
Olvidar estas horas
Quiénes mataban a veces
A golpes de porqué
El corazón de la felicidad
No me dejes
No me dejes
No me dejes
No me dejes.

Yo te ofreceré
Perlas de lluvia
Llegadas del país
Donde no llueve
Yo cavaré la tierra
Hasta después de mi muerte
Para cubrir tu cuerpo
De oro y de luz
Haré un ámbito
Donde el amor será rey
Donde el amor será ley
Donde serás reina
No me dejes
No me dejes
No me dejes
No me dejes.

No me dejes
Yo te inventaré
Unas palabras absurdas
Que tú comprenderás
Yo te hablaré
De esos amantes
Quien vio dos veces
Sus corazones abrazarse
Yo te diré
La historia de este rey
Muerto por no haber
Podido encontrarte
No me dejes
No me dejes
No me dejes
No me dejes.

A menudo vimos
Reflejarse el fuego
De un antiguo volcán
Que se creía demasiado viejo
Es, parece
de las tierras quemadas
Dando más trigo
Que mejor abril
Y cuando viene la noche
Para que un cielo brille
El rojo y el negro
No se casan
No me dejes
No me dejes
No me dejes
No me dejes.

No me dejes
No voy a llorar más
No voy a hablar más
Me esconderé allí
Al mirarte
Bailar y sonreír
Y a escucharte
Cantar y luego reír
Déjame hacerte
La sombra de tu sombra
La sombra de tu mano
La sombra de tu perro
No me dejes
No me dejes
No me dejes
No me dejes.


Versión de Jacques Brel



Versión de Edith Piaf



Versión de Céline Dion




1 comentario:

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