Espero que este post no lo lea ningún médico y menos aún
un nutricionista porque me podrían llover críticas a diestro y siniestro. Y
hasta podrían denunciarme por intrusismo profesional. Pero lo que yo quiero
decir va un poco más allá –o más acá, según se mire– de la ciencia médica. Proviene
de la observación y del acompañamiento de las personas. Lo comentaba ayer con
un compañero filipino en una conversación informal. Es verdad que los procesos
metabólicos siguen en cada persona un curso particular (no se pueden hacer
generalizaciones), pero hay algo que me llama la atención fijándome en la
estructura física de muchos hombres y mujeres. Por lo general, cuando uno está
contento con el sentido de su vida, cuando está unificado por dentro, concentra
su energía en la realización de los objetivos que le parecen vitales. Estos
objetivos varían según las opciones de cada persona: el avance de la ciencia,
la mejora de las condiciones de vida de los más pobres, la lucha contra el
cambio climático, el cuidado de la familia, la unión con Dios, etc. Esta
canalización de la energía hace que uno ingiera solo el alimento que necesita y
que lo metabolice bien transformándolo en energía y no simplemente acumulándolo
en forma de grasa. Las personas centradas suelen ser físicamente saludables. El
equilibrio vital se traduce en equilibrio físico, psíquico y espiritual. Todos
los niveles están interrelacionados.
Por el contrario,
cuando una persona se encuentra desorientada, no sabe cuál es el sentido de su
vida, no encuentra alegría en lo que hace, tiende a compensar este vacío de
diversas maneras:
- Consumiendo sustancias sin control (desde comida hasta alcohol, tabaco u otras drogas).
- Abusando del sexo (en cualquiera de sus formas, incluyendo la pornografía).
- Recurriendo a experiencias vertiginosas (conducción temeraria, juegos peligrosos, loterías, música insistente, etc.)
- Huyendo a través de un trabajo compulsivo que no deja espacio para las relaciones personales.
- Reaccionando con violencia hacia uno mismo o hacia los demás.
En todos los
casos se trata de soluciones falsas porque no solo no resuelven el problema del
vacío sino que lo incrementan y en muchos casos crean dependencias perniciosas
que acaban destruyendo a la persona y contaminando su entorno. En los procesos
de sanación no es suficiente con seguir una dieta personalizada, hacer
ejercicio, dormir un tiempo razonable o tomar unas pastillas. Hay que ir a la
raíz. Y la raíz tiene que ver casi siempre con el sentido de la propia vida. De
lo contrario, las aparentes soluciones serán pan para hoy y hambre para mañana.
No hay nada más saludable que una vida que ha descubierto su significado, que
encuentra alegría en llevarlo a la práctica y en compartirlo con los demás. Sé
que suena a boutade, pero si alguien
me preguntase qué puede hacer para perder peso o ganar en agilidad, le diría
con una sonrisa un poco pícara en los labios: “Sé feliz. La felicidad crea en
nosotros un equilibrio que hace la vida más saludable”. ¿Se puede imponer la felicidad como si fuera una
orden? Este es otro cantar. Por el momento, dejamos la pregunta en suspenso.
No creo que este post sea publicado por la revista Nature. Tampoco es necesario aducir una docena de argumentos en contra. Quizá solo es el resultado de una conversación bajo las palmeras aprovechando la serenidad de una templada tarde filipina.
Os dejo con el humor y la música de Nacho Lozano.
Hola Gonzalo, tienes razón cuando dices: Las personas centradas suelen ser físicamente saludables. El equilibrio vital se traduce en equilibrio físico, psíquico y espiritual. Lo que pasa es que una persona centrada, al cien por cien, resulta difícil encontrarla. Nuestro físico delata las alteraciones de nuestros órganos y nuestra fisiología. P.e. cuando ves una persona con los ojos hinchados, sobre todo la parte de abajo, tiene un problema de eliminación de líquidos y de riñón y con el riñón se relacionan los miedos. Y cuántos miedos se viven hoy!!! Y así podríamos ir viendo la relación de nuestros órganos, con nuestro físico y con nuestro estado emocional.
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