martes, 3 de mayo de 2016

Ambiente de Champions

No soy muy futbolero, pero hay veces que el ambiente contagia. A mi paso por Madrid he visto muy ilusionados a mis amigos forofos del Real Madrid y del Atlético de Madrid, los dos grandes clubes de la capital. No es improbable que pueda repetirse una final de la Champions League entre los dos equipos madrileños, como ya sucedió hace un par de años en Lisboa. De momento, el Atlético de Madrid tiene que ganar al Bayern esta noche en Munich. Y el Real Madrid debe batir al Manchester City mañana en el Santiago Bernabéu. Contemplo este baile de equipos y partidos con simpatía, pero un poco de lejos. No deja de sorprenderme la capacidad que el deporte (y, sobre todo, el fútbol en Europa, Latinoamérica, África y algunos países asiáticos) tiene de mover a la gente, de hacerla soñar. 

Un primo mío, hincha acérrimo del Atlético de Madrid, escribió el pasado 27 de abril en su cuenta de Facebook: “Hoy es un día grande, de esos que los atléticos soñamos desde pequeños, de esos en los que ya te levantas nervioso y estás atacado toda la jornada, un premio al trabajo y a la constancia. Lo voy a disfrutar a tope, en la ida y en la vuelta”. Lo va a disfrutar tanto que hoy viaja de Madrid a Munich para asistir al partido contra el Bayern. Esto sí que es pasión. Forma parte del contingente de 3.000 aficionados que se han desplazado a la capital bávara.

Yo no soy sociólogo. No quiero hacer interpretaciones baratas o de gabinete. Pero sé que para algunos el fútbol representa una modalidad moderna del viejo panem et circenses (pan y circo) que los emperadores romanos empleaban para mantener al pueblo bajo control. Otros dicen que es uno de los sustitutivos de la religión en tiempos secularizados: proporciona sueños, organiza liturgias, crea un fuerte sentido de pertenencia, atribuye al individuo los triunfos del equipo, etc. 

Para la mayoría, es un agradable pasatiempo (un poco caro, eso sí) que ayuda a sobrellevar la rutina de la vida cotidiana con su dosis de lucha y pasión. Esta visión positiva y optimista hace que se minimicen sus excesos, también evidentes: las cifras astronómicas que cobran algunas de sus estrellas, los sistemas de compra y venta de jugadores (una especie de esclavitud moderna bien pagada), la corrupción en el mundo de las apuestas, etc. Pero esto sucede en muchos otros ámbitos de la vida. Vemos la mota en el ojo ajeno y no vemos la viga en el nuestro. No hay por qué escandalizarse... demasiado.


Es muy probable que esta tarde vea el partido Bayern-Atlético de Madrid en casa de unos amigos. Disfrutaré con ellos, me alegraré si vence el equipo madrileño y, sobre todo, observaré cómo reaccionamos cada uno. Un partido es, entre otras cosas, un test proyectivo en el que exteriorizamos nuestras filias y fobias, sacamos fuera la pequeña fiera que todos llevamos dentro, nos sentimos amigos del mundo, aunque acabemos de conocernos. Quizá hasta puede ser un exorcismo contra los demonios de la banalidad y la tristeza, una terapia colectiva cuando no degenera en violencia. Mañana, los periódicos digitales e impresos analizarán hasta el último detalle, estrategias, jugadas y resultado. La vida continuará su ritmo inexorable. Algunos tratarán de digerir la derrota del mejor modo posible. Otros empezarán a soñar en la final el próximo 28 de mayo en el Giuseppe Meazza de Milán. Todos habremos aprendido algo.

¿Es el fútbol uno de esos "signos de los tiempos" que nos indican por dónde camina la humanidad? A algunos les parecerá excesivo, pero yo creo que tenemos que explorarlo. El fútbol, a pesar de todas sus limitaciones, engancha a millones de personas, crea una especie de ekumene que no es fácil descifrar. Si no existieran estos espectáculos de masa, ¿cómo canalizaría el ser humano su instinto batallador y lúdico? ¿Es también un sustitutivo blando de la guerra? ¿Crea identidades colectivas para aglutinar a las personas? ¿Sustituye a la ausencia de proyectos y sueños individuales? ¿Evita el recurso a otras escapatorias con efectos negativos, como las drogas? ¿Enseña valores como el esfuerzo, el espíritu de equipo, la resistencia, la aceptación de la victoria y la derrota, la planificación, etc.? Os dejo estas preguntas para que os mojéis un poco en los comentarios. Buena jornada a todos.

2 comentarios:

  1. Tu primo disfrutaría a tope, como hicimos otros muchos. Por el Atleti, claro. ¿Y tù?. Buena reflexion la de ayer que no todo el mundo se atreve a realizar con tanto sosiego y capacidad analitica. O ciega pasiòn o ataque furibundo a tanto forofismo.

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    1. Yo también disfruté. Ahora hace falta rematar la faena en Milán.

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