sábado, 4 de febrero de 2023

Diamantes con sangre


Los medios internacionales están hablando poco de la visita pastoral del papa Francisco a la República Democrática del Congo y a Sudán del Sur. Quizá es una forma de silenciar las fuertes críticas que el Papa está haciendo a las potencias que siguen esquilmando a estos países y que los mantienen en un estado de guerra casi permanente. Creo que es necesario que se oiga con fuerza la voz que denuncia el saqueo de uno de los países más ricos del mundo en recursos naturales (Congo) y el olvido de lo que sucede en el país más joven del mundo (Sudán del Sur). 

El primado de la Iglesia anglicana Justin Welby, que acompaña al Papa en este viaje, junto con Iain Greenshields (representante de la Iglesia Presbiteriana Escocesa), lo ha dicho con claridad: “¡Qué fácil es para el mundo olvidar lo que está sucediendo en Sudán del Sur!”. Para quienes vivimos en Europa o en América, tanto el Congo como Sudán del Sur quedan física -y sobre todo psicológicamente- muy lejos. De vez en cuando llegan noticias, pero enseguida son solapadas por otras. Por eso, la visita del Papa es necesaria. Por más que algunos medios internacionales pretendan silenciarla, la Iglesia de Congo y de Sudán de Sur la están viviendo con entusiasmo porque sienten que el Papa, además de escucharlos y consolarlos, está haciendo de altavoz de sus necesidades más urgentes.


Nunca he estado en Sudán del Sur, aunque los claretianos colaboramos desde el principio en el
proyecto intercongregacional que se lleva a cabo en ese joven país desde 2008. Sí he estado varias veces en la República Democrática del Congo, tanto en Kinsasa, la enorme capital, como en las misiones que hay en la zona de Kikwit. Recuerdo que la primera vez que viajé a ese enorme país en 2008 aterricé en un aeropuerto muy pobre en el que para recoger mi maleta tuve que abrirme paso a codazos entre un bosque humano que me impedía el acceso. La última vez, sin embargo, había un nuevo aeropuerto construido por empresas chinas en el que todo funcionaba razonablemente bien. 

El país progresa poco a poco, pero lo más significativo para mí es el peso positivo que ha adquirido la Iglesia católica. Se puede hablar ya de una Iglesia madura, que ha elaborado su propia teología, tiene su propio rito litúrgico, es rica en vocaciones diversas y acompaña de cerca la marcha de su pueblo. La Iglesia del Congo no es ya una Iglesia que recibe misioneros extranjeros (aunque sigue habiendo un número significativo), sino una Iglesia que comparte sus recursos personales con la Iglesia universal. En España, sin ir más lejos, hay varios sacerdotes congoleños que colaboran en la pastoral.


En un país tan rico de recursos materiales y humanos (su crecimiento demográfico es asombroso), las injusticias claman al cielo. Se puede decir, sin hipérbole alguna, que en este inmenso país los diamantes cuestan sangre. Los ciudadanos de otros lugares del mundo nos beneficiamos, a menudo inconscientemente, del expolio que las grandes compañías multinacionales realizan en el país, sobre todo en torno a la zona de los Grandes Lagos. Por algo es una zona tan conflictiva. Pareciera que entre sus inmensas riquezas no hay lugar para la paz, el diamante más precioso. No hay oro o coltán que se puedan comparar con la paz. Ese es, en el fondo, el núcleo del mensaje del Papa. 

¿Servirá su visita para acelerar la llegada de este don precioso? Lo deseo mucho, pero lo dudo más. Es difícil luchar contras los intereses de quienes han hecho del Congo un almacén casi inagotable de recursos sin importarles demasiado el precio humano que hay que pagar. Lo peor de todo es que muchos de nosotros nos beneficiamos de esas injusticias y a menudo volvemos la mirada hacia otro lado porque no soportaríamos por mucho tiempo consumir productos que se han extraído o fabricado a precio de sangre.

1 comentario:

  1. Y pensar que mientras nosotros vivimos en la abundancia, todavía hay pueblos que viven bajo la guerra, bajo la espoliación, con maltratos y anulando a las personas que viven como esclavos.
    Me pregunto: Las palabras del Papa, ¿germinarán en algunos corazones o el viento se llevará la semilla antes?
    ¿Somos capaces de intentar conocer estas “otras” culturas para ayudarles y prestarles atención como ellos desean y se merecen y no como nosotros queremos sin tener en cuenta lo que realmente necesitan?
    Gracias Gonzalo por ayudarnos a tomar conciencia de las diferencias que hay en la vida… todavía hay “categorías” entre las personas… ¿llegaremos, los humanos a sentirnos hermanos?

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