miércoles, 8 de febrero de 2023

La actitud es (casi) todo


Hace años, cuando tenía que hacer continuos viajes a diversos países de África, América y Asia (las tres A), mi umbral de resistencia estaba, más o menos, en un mes. Pasado ese tiempo, empezaba a contar los días que me faltaban para regresar a Roma. Lo que al principio se me hacía fácil, e incluso divertido, poco a poco se tornaba arduo. 

Creo que ahora mi umbral de resistencia ha descendido a las tres semanas. Lo estoy notando en este viaje a la India. Sea por el calor persistente, sea por las preocupaciones familiares y comunitarias o por los compromisos que me aguardan, he empezado ya a notar el deseo de regresar a Madrid. 

Lo percibía claramente esta mañana cuando, con los pies descalzos, estaba en oración ante el Santísimo Sacramento expuesto en la capilla del centro donde realizamos nuestro taller. Incluso la compañía aérea me ha mandado ya un correo electrónico invitándome a ir preparando mi viaje de regreso, aunque todavía faltan varios días. En silencio, en la calma de la oración, tomé conciencia de este movimiento interior. Es normal que, tras casi tres semanas en la India, quiera regresar para seguir con mis compromisos habituales en mi ambiente ordinario. Pero, por otra parte, no puedo tirar la toalla antes de tiempo.


Cuando uno llega a una situación semejante, es necesario explorar con calma lo que pasa dentro de nosotros, percibir las sensaciones, poner nombre a las expectativas, temores y bloqueos. Una vez hecha esta exploración interior, lo importante es tomar una actitud positiva. Esa actitud va a determinar nuestra manera de situarnos ante la realidad. Si yo me dejo llevar por los sentimientos de ansiedad y por el deseo de volver a casa cuanto antes, no voy a poner el corazón en lo que ahora estoy haciendo. Los días se me van a hacer interminables. Voy a sentirme en tierra de nadie. No estoy ni donde tengo que estar ni donde deseo estar. 

Por eso, lo más sensato es hacerse un razonamiento parecido a este: “Faltan varios días de programa. Las personas que participan en él se merecen respeto y atención hasta el último momento. No gano nada con dejarme llevar por la ansiedad. Tengo que poner el acento en lo que ahora estoy haciendo y dar lo mejor de mí mismo. Ya llegará el momento de ocuparme de otros asuntos. Cada día tiene su afán”. A partir de ese momento, es posible recuperar la calma y la concentración. No hay nada más importante que hacer bien lo que tengo que hacer hoy. Mañana será otro día.


Creo que muchos de los problemas que encontramos en nuestra vida cotidiana provienen de nuestras actitudes negativas. Es verdad que trabajar, estudiar, cuidar a un enfermo, convivir en familia o en comunidad, soportar a un jefe incompetente, etc. son actividades que a veces pueden hacerse casi insoportables. Si uno las toma como un castigo, el sufrimiento será doble. Si las asume como la manera de afrontar a vida en un momento determinado, entonces pondrá lo mejor de sí mismo para que ese trabajo o esa experiencia resulten satisfactorios. 

Algo parecido sucede en la relación con las personas. Si nuestra actitud ante ellas es, de entrada, negativa, todo nos va a parecer negativo. Sus cualidades pasarán desapercibidas y sus defectos ofuscarán nuestra percepción. Si, por el contrario, adoptamos una actitud positiva, estaremos en condiciones de descubrir todo lo que hay de verdadero, bueno y bello en ellas, incluso en las que no nos caen bien o sobre las que tenemos algunos prejuicios. La actitud determina en buena parte el curso que toma nuestra vida. Es verdad que no lo es todo. Hay otros factores que influyen mucho, pero es sobre el que tenemos un mayor control. Por eso, es bueno tomar conciencia de cuáles son nuestras actitudes y trabajar con ellas. Este ejercicio nos librará de sufrimiento inútiles, hará más serena nuestra vida y facilitará la relación con los demás.

5 comentarios:

  1. Gracias Gonzalo por expresar tu realidad, en estos momentos, que a la vez que es muy humana, nos expresas también el “contrapeso de la oración y reflexión” para superar momentos como el que estás viviendo.
    Si no hay motivaciones importantes, en nuestra vida, no es fácil vivir los cambios a los que nos lleva y además, esto se va notando cuando vamos cumpliendo años.
    Gracias por recordarnos que “cada día tiene su afán”… Me da fuerza que digas: “… no hay nada más importante que hacer bien lo que tengo que hacer hoy. Mañana será otro día…” Si vivimos conscientes del “hoy” nos ayuda a descubrir los “regalos” de todo tipo que nos están llegando, a nuestra vida y que si estamos distraídos no los percibimos.
    Ánimo Gonzalo que tu trabajo y tu testimonio son muy importantes… Un abrazo.

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  2. Cristina. Me encanta esta reflexión. Tanto q lo voy a compartir. Gracias.

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  3. Gracias por su reflexión padre Gonzalo... la actitud frente al día a día " no hay nada más importante que hacer bien lo que tengo que hacer hoy, mañana ya será otro día "

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  4. ESTHER PATIÑO RUIZ9 de febrero de 2023, 9:19

    Momentos en los que no sabes cómo seguir, vivirlas como un reto, y con alegría, es difícil acordarse de ello, y una vez recordado, nos salvan la vida, gracias

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  5. Joseph kalakkal cmf13 de febrero de 2023, 3:58

    Gracias por tu esfuerzo para hacer el bien para otros a pesar de tu cansancio y rutina. un abrazo desde Lima.

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