viernes, 19 de marzo de 2021

Experto en ser y en estar



He escrito varias veces sobre san José en este Rincón. Este año 2021 es especial. Desde el pasado 8 de diciembre estamos celebrando el Año de san José. ¿Quién es este personaje del que sabemos tan poco y que, sin embargo, es tan popular? Es “el esposo de María” (Mt 1,16), es un hombre “justo” que no quiso denunciar a su joven esposa cuando esta había concebido antes de vivir juntos (cf. Mt 1,18,19), es alguien que hizo lo que le mandó el ángel (cf. Mt 1,24) y que impuso al recién nacido el nombre de Jesús (cf. Mt 1,25). Es el esposo y padre valiente que se levanta, toma al niño y a su madre y parte para Egipto (cf. Mt 2,14). Es el mismo que, muerto Herodes, “se levantó, tomó al niño y a su madre, y regresó con ellos a la tierra de Israel” (Mt 2,21). Es, por último, el hombre prudente que “avisado en sueños, se retiró a la región de Galilea y se estableció en un pueblo llamado Nazaret” (Mt 2,22-23). Todos estos datos nos los proporciona el evangelio de Mateo. 

Lucas, por su parte (Marcos y Juan no hablan de José), nos aclara que era de la estirpe y familia de David (cf. Lc 2,4), que acompañaba a María y al niño en el establo donde este nació (cf. Lc 2,16), que se admiraba de las cosas que decían del niño cuando lo presentaron en el templo (cf. Lc 2,33), que buscaba angustiado al adolescente Jesús que se había extraviado en Jerusalén (cf. Lc 2,48) y que, por último, no comprendía en qué consistía eso de que Jesús tuviera que dedicarse a las “cosas de su Padre” (cf. Lc 2,50). Con estos pocos datos y algún detalle más, la tradición cristiana ha compuesto un retrato sólido de José de Nazaret, el hombre de los sueños, como José de Egipto. Es verdad que los evangelios apócrifos se han dedicado a rellenar los vacíos con otros muchos datos y curiosidades, pero la Iglesia no los considera canónicos. No sabemos cuándo y dónde murió. Tampoco conservamos su sepulcro, como sí sucede con algunos apóstoles y otros personajes famosos de la primitiva iglesia.


Lo que hace de José de Nazaret un personaje de primer orden no son sus escritos (de hecho, no conservamos ni una sola palabra pronunciada o escrita por él) ni tampoco sus obras relevantes. A José le bastó con ser lo que Dios quiso que fuera y estar donde Dios quiso que estuviese. José fue un hombre “justo”; es decir, un hombre que cumple la voluntad de Dios. Lo fue de tal manera que ese “ser” colma con creces el vacío de los detalles. Fue lo que Dios quiso que fuera. Probablemente tuvo otros sueños, pero pronto comprendió que el mejor sueño de un ser humano es abrirse a Dios y serle fiel. No necesitó más. No tuvo más credenciales con las que presentarse en público. En un contexto en el que a menudo medimos la identidad de una persona por los títulos que posee, José nos da una lección de identidad esencial. Lo único que un ser humano necesita para dar sentido a su vida es ser lo que está llamado a ser, sin aditamentos ni falsificaciones. Este “ser” de José estuvo expuesto a dudas, miedos e incertidumbres, pero eso no significa que menguara. 

Por otra parte, José supo “estar” donde tenía que estar. En un contexto en el que el varón era el cabeza de la familia, supo ejercer esta misión sin protagonismo, poniéndose al servicio de su esposa María y de su hijo Jesús. Fue un custodio, no un dueño. No reivindicó ser el centro, sino que “bailó” al son que Dios les había señalado a los tres: a él, a María y a Jesús. No impuso ni su música ni su ritmo. Se insertó con humildad en la danza común. Quizá por eso, porque estuvo donde Dios quiso que estuviera, nosotros hemos querido que esté con nosotros de muy diversas maneras. Lo hemos declaradado patrono de innumerables personas, instituciones y causas. Es el patrono de los padres (de hecho, hoy en muchos países se celebra el Día del Padre), de los trabajadores, de la Iglesia universal, de los seminarios diocesanos, de la buena muerte, de varios países y congregaciones religiosas, etc. Me gusta mucho un texto de Santa Teresa de Jesús en el Libro de la Vida:
"Y tomé por abogado y señor al glorioso san José, y encomendéme mucho a él. [...] No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado santo, de los peligros que me ha librado, así de cuerpo como de alma; que a otros santos parece les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad". 

En su carta apostólica Patris corde, el papa Francisco nos ofrece otras perspectivas hermosas sobre esta figura tan popular en la Iglesia. No sé cuántos millones de personas llevan su nombre en las diversas lenguas de la humanidad. Tengo amigos que se llaman José, Josep, Joseba, Joseph, Giuseppe… Delante de la puerta principal de la Curia de los claretianos en Roma tenemos una hermosa estatua (casi de tamaño natural) de san José, que es también el patrono de la comunidad. Desde hace un par de meses lo hemos trasladado desde una de las terrazas al jardincito de entrada como para dar la bienvenida a todos cuantos se acerquen a nuestra casa. Él nos introduce en la casa en la que vive con María y con Jesús. Podríamos decir que es un mistagogo. Acostumbrados a presentar modelos de vida cristiana basados en los grandes compromisos (pensemos en la mayoría de los santos), José nos recuerda que para vivir nuestra vida cristiana no necesitamos ser personas extraordinarias y mucho menos famosas. Basta con que “seamos” lo que tenemos que ser y “estemos” donde tenemos que estar

Feliz fiesta de san José a todos los amigos de este Rincón y, de manera especial, a los que llevan el nombre del santo de Nazaret.



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