martes, 30 de junio de 2020

Las tres manzanas

El título de la entrada de hoy no tiene nada que ver con el cuento de Las tres manzanas incluido en Las mil y una noches, sino con las tres manzanas que cambiaron el curso de la historia de la humanidad. Me refiero a la manzana de Adán y Eva, a la de Isaac Newton y a la de Apple. En el primer caso, estamos hablando de un mito (Adán y Eva no son personajes históricos) y de una interpretación (el texto del Génesis habla de un fruto del árbol que está en medio del huerto (Gn 3,3); no especifica si se trata de una manzana, de una pera o de cualquier otra fruta apetecible). En el segundo caso (el de Newton), también nos estamos refiriendo a una historia inventada, pero es interesante recoger su enseñanza. Del tercero no digo nada de momento porque todos hemos visto en los dispositivos de Apple (palabra inglesa que significa precisamente “manzana”) la famosa manzana mordida. Es un símbolo omnipresente en esta moderna sociedad de la información.

¿Por qué la “manzana” (inexistente) de Adán y Eva tiene tanto poder simbólico? Porque de alguna manera evoca la enorme influencia de la cultura judeocristiana en Occidente. Es una forma de hablar de un Dios creador como origen de todo, del ser humano como criatura libre, del pecado como deseo de ser como Dios. La famosa (e inexistente) manzana genesíaca nos habla de nuestra permanente tendencia a hacer nuestra voluntad, del deseo de comer del árbol del bien y del mal, de ir más allá de los límites impuestos. No en vano, es en el terreno de la cultura judeocristiana donde han surgido el ateísmo, el secularismo, el comunismo y otras muchas formas de entender la vida humana sin referencia a Dios. Es como si la cultura occidental experimentara una incurable propensión a comer esa “manzana” que lo equipara a Dios. Es probable que la pandemia actual haya amortiguado un tanto esta tendencia, pero resurgirá pronto porque la llevamos en nuestros genes. En vez de ver a Dios como el que potencia al ser humano, seguimos viéndolo como un competidor; por eso, experimentamos la necesidad de “matarlo”.  Este fenómeno resulta extraño en Oriente donde la presencia de Dios parece permear todo, sin dualismos que nos empobrecen.

Isaac Newton (1643-1727) es considerado como uno de los mejores científicos de todos los tiempos. Fue el primero en demostrar que las leyes naturales que rigen el movimiento en la Tierra y las que gobiernan el movimiento de los cuerpos celestes son las mismas. Se puede decir con un ejemplo. La fuerza de atracción gravitatoria que hace caer un fruto a la tierra desde un árbol es la misma que mantiene a la Luna en torno a nuestro planeta. La tradición popular ha ligado el descubrimiento de esta ley física a una manzana, pero parece demostrado que nunca le cayó a Newton una manzana encima de la cabeza. En estos casos, la historia cuenta poco. La leyenda se impone. La “manzana de Newton” se ha convertido en un símbolo de la búsqueda científica, de la pasión por desentrañar las leyes de la naturaleza y de las llamadas experiencias eureka. Esta “manzana” sigue siendo muy atractiva hoy. Vivimos una verdadera fe en la ciencia, por más que esta confianza no se traduzca siempre en inversiones, dedicación, seriedad metodológica, etc. Solemos ser científicos de boquilla, pero, a la hora de la verdad, nos dejamos llevar por otros elementos que a duras penas pueden resistir el control científico.

Llegamos así a la tercera y más actual manzana, la de Steve Jobs (1955-2011), cofundador y presidente ejecutivo de Apple, la empresa estadounidense que diseña y produce equipos electrónicos, programas informáticos y servicios en línea. ¿Quién no ha visto en infinidad de lugares su famoso logo corporativo? Parece que, en su origen, el logo de Apple pretendía conectar con la célebre manzana de Isaac Newton. Era una forma de resaltar el avance científico. Pero hay también una curiosa leyenda urbana que considera que el mordisco de la manzana es un homenaje al matemático británico Alan Turing, quien se suicidó comiendo una manzana envenenada con cianuro. El arco iris de colores que figuraba en el logo desde 1977 a 1998 haría referencia a la bandera arco iris, una especie de homenaje velado a la homosexualidad de Turing. Parece que ninguna de estas teorías ha sido confirmada. En cualquier caso, la manzana mordida se ha convertido en el gran icono de la sociedad de la información en la que nos encontramos inmersos. 

¿Quién nos iba a decir que un saludable fruto como la manzana iba a tener tanta carga simbólica? Sabíamos que “an apple a day keeps the doctor away” (una manzana al día mantiene lejos al médico), pero no que las manzanas pueden cambiar el curso de la historia. Quizá por eso son tan caras en los países tropicales.


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