viernes, 13 de julio de 2018

Chancletas y mochilas

Escribir al filo de la medianoche en el aeropuerto de Doha es un ejercicio de resistencia. La mayoría de los pasajeros dormitan mientras esperan sus vuelos de conexión. Todo es impecable: la limpieza, la climatización y el servicio. Afuera hace 36 grados. Eso es lo que nos dijo el comandante del avión poco antes de aterrizar. Dentro debemos de estar en torno a 22. Es julio. Además de los trabajadores que vienen de Filipinas, India, Sri Lanka y otros países asiáticos, hay muchísimos turistas europeos. Los más jóvenes van vestidos con uniforme de turista: chanclas en los pies, pantalones vaqueros descoloridos, camisetas arrugadas de varios colores y la inevitable mochila. Es como si todos se hubieran puesto de acuerdo para vestir como si viajaran a la playa o a un parque de aventuras. Es el turismo de masas, un fenómeno que mueve a millones de personas en todo el mundo. Abundan las parejas jóvenes, pero también veo familias con niños e incluso ancianos que, por su atuendo, juegan a ser jóvenes en excedencia. 

Hoy se viaja mucho. ¿Qué es lo que le impulsa a una joven pareja española, italiana o francesa a pasar una o dos semanas en Sri Lanka o en algún otro lugar exótico de Tailandia o Laos? No lo sé, aunque tuve la oportunidad de encontrarme con una pareja madrileña en una plantación de té el pasado mes de mayo. Es frecuente usar el verbo “desconectar”, pero descubro que la mayoría sigue conectadísima. No se separan de sus teléfonos móviles y no hacen más que mandar fotos a través de WhatsApp a sus familiares y amigos. Siempre me ha llamado la atención este tipo de turismo agotador que algunos emprenden. Se ve que yo, acostumbrado a viajar todo el año, tengo un concepto más sedentario de las vacaciones. Mi ideal es no hacer nada, o lo menos posible. Pero veo que hay otros que quieren acumular kilómetros, fotografías, monumentos, playas, comidas, conciertos... Es como si las vacaciones fueran un remedo de ese viaje al lugar de la felicidad que nunca acaba de aparecer. Bueno, a estas horas de la madrugada solo los búhos se ponen filosóficos. Yo tengo que cortar para tomar mi vuelo a Roma. Mañana será otro día.

5 comentarios:

  1. Genial reflexión y comentario de madrugada. Un abrazo

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  2. P. Gonzalo:
    Mi cordial saludo fraternal! Doy gracias a Dios por haberle protegido y asistido en tan admirable misión apostólica!
    Buen retorno a casa en Roma. Y que tidos los que se favorecieron espiritualmente de su presencia, conserven a través del recuerdo, "El pado del Señor Jesus"! Felicidades!!

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