
Resulta difícil opinar sobre cuestiones controvertidas sin que nadie se sienta ofendido. Una de ellas es el sabotaje a La Vuelta con el objetivo de protestar contra la masacre (“genocidio” es la palabra usada) de Israel en Gaza. Como sucede en este tipo de protestas, hay un revoltijo de motivaciones y, en algunos casos, una incongruencia de métodos. No se puede denunciar la violencia grande practicando la violencia pequeña. No se puede luchar por una causa que se considera justa tomando injustamente como rehenes a quienes no tienen ninguna responsabilidad directa en ella: corredores, policías, etc. De lo contrario, abriríamos una vía en la que todos seríamos responsables de todo (la guerra de Gaza, el calentamiento global, los altos precios de la vivienda, la pederastia, la trata de personas, el precio de la luz) y, por lo tanto, estaríamos expuestos a la justicia ejercida por los supuestamente afectados.
Lo que ha sucedido con La Vuelta es un ejemplo más de cómo una protesta discutible, pero legítima, puede ser instrumentalizada al servicio de intereses espurios. Es otro indicador de esa estrategia perfectamente conocida que consiste en “agitar la calle” (el motivo es lo de menos) para desviar la atención de lo que no interesa que se airee. Naturalmente, hay que utilizar causas que resulten creíbles y conciten, según los casos, la indignación popular o la compasión mediática. Es la estrategia del “ángel malo” que actúa sub angelo lucis (como si fuera un ángel de luz) de la que Ignacio de Loyola nos advierte en el libro de los Ejercicios Espirituales y para la que se necesita un olfato especial.

Si uno denuncia esta estrategia en el caso del sabotaje a La Vuelta, enseguida será tildado de corresponsable de las matanzas de Gaza, de colaboracionista con el gobierno de Israel, de equidistante cobarde y de otras lindezas por el estilo. No hay que caer en la trampa racional del callejón sin salida o en la provocación emocional. En todo proceso de discernimiento sano, distinguir y cribar son dos operaciones imprescindibles. ¿Quién en su sano juicio puede justificar las muertes indiscriminadas y la hambruna a la que está siendo sometida la población de Gaza? Parece claro que la reacción de Israel al inhumano ataque de Hamás es absolutamente desproporcionada e injusta y que la comunidad internacional debe reaccionar con energía, más allá de los intereses económicos y geoestratégicos. Los derechos humanos están por encima de las alianzas políticas.
Pero, dicho esto, es necesario añadir que quienes conocen de cerca el conflicto que enfrenta desde hace décadas a israelíes y palestinos hablan de matices que se nos escapan a quienes observamos las cosas a distancia. La protesta valiente es inseparable de la prudencia sabia. Y aquí es donde se abre un espacio amplísimo para la instrumentalización. Quienes más están ayudando de cerca a la sufrida población de Gaza (médicos, enfermeros, trabajadores sociales, personal de ONGs, misioneros) no suelen coincidir con quienes se echan a las calles, enarbolan la típica kufiya palestina, derriban vallas, agreden a policías… y luego se van al bar de la esquina a tomarse un par de cervezas con los colegas de manifa para comentar las jugadas y colgar fotos y manifiestos en las redes sociales.

Como era de esperar (o más bien de temer), los periódicos de ayer contemplaron estos hechos con sus gafas ideológicas. Eran muy previsibles los titulares de las portadas y el tenor de sus editoriales. Quizás es algo inevitable. A todos nos pasa. Pero, conscientes de esta distorsión perceptiva, hemos de hacer un continuo ejercicio de autocrítica, de modo que -como nos advierte Jesús- caigamos en la cuenta de la viga que hay en nuestro ojo antes de señalar la mota que hay en el ojo de los de los demás.
Reconozco que no es nada fácil y que las emociones suelen prevalecer sobre las razones. Todos necesitamos tomar distancia, liberarnos de precompresiones, abrir los ojos a los hechos, escuchar opiniones distintas y luego, de manera humilde pero coherente, tomar nuestra posición y, llegado el caso, corregirla. Siempre estamos aprendiendo.
Gracias Gonzalo por aportar un poco de luz a este tema, difícil de comprender…
ResponderEliminarGracias. Lo entiendo mejor.
ResponderEliminarMuy buen resumen de lo sucedido y que trasciendio España, las imágenes de los ciclistas y el caos fue visto por el mundo. Y de nada ayuda al tema. Lo que me preocupa mucho es este anti Israel que está apareciendo y que tieen mucho de racismo y discriminación por todo lo judío, sin tener en cuenta que opina de la violencia ejercida por su gobierno
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