lunes, 18 de octubre de 2021

Una oportunidad de oro

Esta mañana, rezando el oficio de lecturas frente al sepulcro de san Antonio Maria Claret en Vic, me han sorprendido unas palabras de la homilía de san Gregorio Magno: “Mirad cómo el mundo está lleno de sacerdotes, y, sin embargo, es muy difícil encontrar un trabajador para la mies del Señor; porque hemos recibido el ministerio sacerdotal, pero no cumplimos con los deberes de este ministerio”. No creo que hoy se pueda decir, como en tiempos del papa Gregorio, que “el mundo está lleno de sacerdotes”. Más bien, solemos quejarnos de su escasez y de las pocas vocaciones que hoy surgen, sobre todo en Europa y América. Y, sin embargo, me siento interpelado por las últimas palabras: “Hemos recibido el ministerio sacerdotal, pero no cumplimos con los deberes de este ministerio”. 

Creo que la mayoría de los sacerdotes son responsables y realizan, a menudo con gran sacrificio, sus tareas. Pienso, por ejemplo, en los curas rurales que tienen que atender varias parroquias dispersas por el campo. O en quienes trabajan en las periferias de las grandes ciudades. Pero quizá la observación de san Gregorio no se refiera tanto al cumplimiento “laboral” de nuestros deberes, cuanto al espíritu evangelizador y pastoral que debe animarlos.

Hoy celebramos la fiesta de san Lucas, el autor del tercer evangelio, el gran promotor de la misión de la Iglesia guiada por el Espíritu Santo. En el fragmento de su evangelio que leemos hoy, Jesús, antes de enviar a los setenta y dos discípulos en misión, comenzó a instruirlos con estas conocidas palabras: “La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies” (Lc 10,2). Aunque este versículo se suele utilizar para hablar de la necesidad que hoy tenemos de muchos sacerdotes, en realidad Jesús no se está refiriendo a eso. Parte de una constatación que es siempre actual: la mies es abundante y los obreros pocos. Siempre faltan hombres y mujeres dispuestos a cosechar en esta inmensa mies que es el mundo. 

La solución que Jesús propone es desconcertante. No habla de hacer campañas vocacionales, ni siquiera de promover la vocación de todo laico al apostolado. Se limita a pedirnos que roguemos a Dios, el verdadero dueño de la mies, que envíe obreros a su mies. ¿Quiénes son estos obreros? No necesariamente los ministros ordenados ni las personas consagradas. Obrero de la mies es cualquier hombre o mujer que, guiado por el Espíritu de Dios, vive y proclama los valores del Reino, lo hace visible, cercano: “Está cerca de vosotros el reino de Dios”.

Volviendo a la frase inicial de san Gregorio Magno, me pregunto: Cuando la gente se encuentra con un sacerdote, ¿percibe que “el Reino de Dios está cerca” o lo ve solo como un funcionario de una multinacional de servicios religiosos llamada Iglesia católica? ¿Somos los sacerdotes “obreros” entusiastas en esta inmensa mies que es el mundo? ¿Nos conformamos con cumplir algunos horarios de trabajo o estamos siempre en “modo obrero” (es decir, dispuestos a escuchar, servir, dejarnos guiar y ayudar, etc.)?

Ayer se empezó en las iglesias particulares la fase diocesana del próximo Sínodo. Es una hermosa oportunidad para que obispos, sacerdotes, religiosos y laicos caminemos juntos, nos hagamos preguntas, compartamos conversaciones y, en definitiva, nos sintamos “obreros” enviados por Dios a la mies del mundo. Muchas cosas pueden cambiar si nos tomamos en serio estos dos años de camino. Es una ocasión única, de oro, para abordar juntos muchas de las cuestiones sobre las que llevamos hablando desde años y que parece que nunca encuentran el momento oportuno. Lo importante es que no reduzcamos estas conversaciones a meros desahogos, intercambio de opiniones, críticas amargas o ejercicios de presión. 

Las conversaciones sinodales solo serán fructíferas si están guiadas por el Espíritu que nos une a todos y nos hace al mismo tiempo diversos. Si alguien ha subrayado el papel del Espíritu en la vida y misión de la Iglesia ha sido precisamente san Lucas. Su evangelio es una excelente hoja de ruta para este camino sinodal.

1 comentario:

  1. Ante la respuesta a las preguntas que te haces y que nos transmites, lo que se me ocurre decir es que tanto en los sacerdotes como en los laicos hay de todo… Hay sacerdotes que se entregan del todo y dan testimonio de su fe y otros que se dedican “a cumplir”… no están en “modo obrero”. Lo mismo pasa con los laicos.
    Te agradezco a ti, Gonzalo, que estás en “modo obrero”, siempre dispuesto a escuchar, a servir…
    Gracias por hacernos caer en la cuenta de que Jesús “Se limita a pedirnos que roguemos a Dios, el verdadero dueño de la mies, que envíe obreros a su mies”. Algo importante y que no somos muy conscientes de ello.
    En la diócesis de Vic hay confusión con el “Sínodo”… se está trabajando con el Sínodo de la diócesis que se planteó, se empezó a trabajar y la epidemia lo ha retrasado… Este curso tendría que acabarse… O sea que estamos ante el planteamiento de dos Sínodos, tema que no es fácil de digerir para muchos. ¡El Espíritu tendrá trabajo!

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