lunes, 4 de octubre de 2021

Un santo para el siglo XXI

Tumba de san Francisco en Asís

Estuve en Asís el pasado 18 de septiembre. Sentía la necesidad de visitar una vez más los lugares de san Francisco, cuya fiesta celebramos hoy, antes de abandonar Italia. No olvido el impacto que me causó su figura tal como la recreó Franco Zeffirelli en la película Hermano sol, hermana luna (1972). Entonces, yo también quería ser un juglar de Dios como el joven Francisco. Hablando hace un mes con monseñor José Rodríguez Carballo, actual secretario de la CIVCSVA y antes ministro general de los Franciscanos, me confesaba que esa hermosa película les había hecho mucho daño. Cuando le pregunté por el sentido de su irónica frase, me respondió con sorna gallega: “Muchos jóvenes han querido hacerse franciscanos atraídos por la figura del Francisco hippy presentada por Zeffirelli y, claro, cuando han conocido la Orden, se han dado cuenta de que la vocación franciscana es otra cosa. Han salido igual que han entrado”. 

Y, sin embargo, a diferencia de lo que sucede con otros personajes del pasado, en el caso de Francisco toda idealización romántica se queda corta. La realidad supera con creces a la ficción. Su experiencia de configuración con Cristo fue tan profunda que no hay modo de exagerarla. Me pregunto a qué quedaría reducido el Evangelio si Dios no nos regalara de vez en cuando hombres y mujeres con la capacidad de encarnarlo hasta las últimas consecuencias. Lo más probable es que acabáramos descafeinándolo hasta hacerlo insignificante. Personas como Francisco de Asís nos ayudan a creer que es posible seguir a Jesús viviendo de otra manera, volviendo del revés los valores del mundo.

Aprecio mucho el intento por encarnar el Evangelio en el mundo de hoy, por practicar a fondo el diálogo fe-cultura, pero echo de menos el vigor de la santidad. No es suficiente con la aportación de teólogos agudos y arriesgados, con propuestas sinodales innovativas y con proyectos solidarios. Se necesitan hombres y mujeres que estén dispuestos a dar su vida por Jesús, que no gasten toda su energía en “pensar” el cristianismo, sino en hacerlo vida. Hoy padecemos un exceso de enfoques y un gran déficit de modelos. Naufragamos en el mar de las mil interpretaciones, alumbramos infinitos proyectos y nos desangramos en fútiles luchas intestinas. Mientras, crece el número de personas que no han experimentado la alegría de haberse encontrado con Jesús. ¿Qué nos está pasando? 

Francisco no fue ni teólogo ni reformador social. Fue sencillamente un enamorado de Jesús. Todo lo demás fue consecuencia de esta pasión. A Francisco lo hemos hecho modelo de casi todo. ¡Hasta san Juan Pablo II lo proclamó Patrono de la Ecología el día 29 de noviembre de 1979! En el decreto decía así: “Entre los santos y los hombres ilustres que han tenido un singular culto por la naturaleza, como magnífico don hecho por Dios a la humanidad, se incluye justamente a San Francisco de Asís. Él, en efecto, tuvo en gran aprecio todas las obras del Creador y, con inspiración casi sobrenatural, compuso aquel bellísimo Cántico de las Criaturas, a través de las cuales, especialmente del hermano sol, la hermana luna y las estrellas, rindió al Omnipotente y buen Señor la debida alabanza, gloria, honor y toda bendición”.

Hablando con religiosos, sacerdotes y laicos, caigo en la cuenta de la necesidad imperiosa que tenemos hoy de vivir un cristianismo con alma. Necesitamos cristianos “locos” en el siglo XXI. Si no rompemos las reglas de juego que nos impone la cultura de lo políticamente correcto, acabaremos siendo una sal que no sala y una luz que no alumbra. No se trata, pues, de que nos adaptemos pasivamente a la sociedad en la que vivimos, sino de que, desde dentro, dejemos que Cristo la renueve. 

¿Qué hubiera sido de Europa sin la fuerza de Benito de Nursia y sus monasterios? ¿De qué modo Francisco de Asís y sus compañeros nos ayudaron a volver los ojos a Jesús y al Evangelio sine glossa? ¿Cómo logró Ignacio de Loyola y su compañía de Jesús buscar en todo la gloria de Dios? Las grandes transformaciones, las más profundas y duraderas, pasan a través de los santos, por más que hoy se nos quiera vender como panacea un modelo pragmático y tecnológico. 

Dios también suscita hombres y mujeres santos en este primer tercio del siglo XXI, pero no siempre tenemos ojos para verlos y valentía para seguirlos. A menudo, estamos distraídos, nos dejamos seducir por otras voces que parecen más sugestivas, pero que, en el fondo, nos apartan de la meta. Acercarnos hoy a la figura de Francisco de Asís nos devuelve la confianza en que la Iglesia, por ruinosa que esté, puede ser reconstruida cuando nos dejamos guiar por el Espíritu de Dios. Con él, recuperamos la conciencia de pertenecer a una sola familia humana y de sentirnos en comunión con todas las criaturas. Francisco de Asís, en definitiva, nos lleva al centro y, desde él, nos ayuda a abrirnos a todo el universo. Por eso, pocas figuras cristianas son más universales y apreciadas que el poverello de Asís. Hizo honor a la verdadera vocación católica (es decir, ecuménica y universal). Francisco es un patrimonio de la humanidad. Todos tenemos algo de franciscanos. ¡Hasta el Papa!



1 comentario:

  1. Sí, es posible seguir a Jesús viviendo de otra manera, pero necesitamos traducirlo, cada cual, a su vocación, a su estado de vida. No todos estamos llamados a lo mismo pero sí, hablando de Dios, estamos llamados a encarnarlo, como dices, hasta las últimas consecuencias, estemos donde estemos.
    También existe mucha gente con ganas de enamorarse de Jesús y no lo consigue, porque no saben y no pueden distinguir entre la sensibilidad y la entrega que se requiere. No son caminos fáciles. No siempre se consigue la suficiente confianza para dejar que Cristo nos renueve.
    La historia de Francisco de Asís, es como un imán, siempre atrae con fuerza.
    Gracias Gonzalo, por la fuerza con que nos contagias para seguir a Jesús.

    ResponderEliminar

En este espacio puedes compartir tus opiniones, críticas o sugerencias con toda libertad. No olvides que no estamos en un aula o en un plató de televisión. Este espacio es una tertulia de amigos. Si no tienes ID propio, entra como usuario Anónimo, aunque siempre se agradece saber quién es quién. Si lo deseas, puedes escribir tu nombre al final. Muchas gracias.