Es tan rico y profundo –como también mal interpretado– el mensaje de este Primer Domingo de Cuaresma que, aunque resulte largo, os recomiendo leer el comentario exegético que realiza el biblista italiano Fernando Armellini en el enlace anterior. Una entrada del Rincón no da para muchas explicaciones. Todos los años el primer domingo de Cuaresma nos presenta la narración de las tentaciones de Jesús. Van desfilando los relatos de Mateo, Marcos y Lucas según los tres ciclos litúrgicos. Este año (ciclo A) nos toca la versión de Mateo, un duelo de “palabra contra palabra”. Tanto el tentador como Jesús se remiten a la Palabra de Dios, pero con una intención diversa: en el primer caso, para manipularla; en el segundo, para acogerla como guía. Tenemos aquí esbozadas las dos actitudes básicas de todo creyente en relación con la Escritura: manipularla según nuestros intereses o acogerla con humildad y confianza.
Tanto el relato
del libro del Génesis (cf. Gn 2,7-9;3,1-7) como el de las tentaciones (Mt
4,1-11) son auténticos “mitos”; es decir, narraciones que no pretenden hacer
crónicas de hechos históricos, sino reflexiones sobre aspectos esenciales de la
vida usando un lenguaje simbólico. En este sentido, el relato del Génesis no puede ser más actual. Su mensaje es contundente. Los seres humanos podemos “comer” (un verbo muy usado
en la Biblia) de todos los árboles del paraíso, de todo lo creado, excepto del “árbol
de la vida” que está en mitad del jardín, y del “árbol del conocimiento del
bien y el mal”. Estos símbolos expresan un mensaje claro: no somos inmortales (aunque
hay científicos que aspiran a vencer la muerte con inusitado optimismo) ni podemos fijar el bien y el
mal a nuestro antojo (aunque hay filósofos y políticos que lo hacen con
descaro). Ambas son tentaciones que recorren la historia humana y que hoy han
adquirido proporciones inquietantes. La “serpiente” (nuestro propio yo astuto y
orgulloso) nos empuja siempre en esa dirección. Pero cuando los seres humanos
nos arrogamos las facultades de Dios, entramos en una fase de autodestrucción,
nos quedamos “desnudos”. ¿No es un aviso que nos previene contra muchos
intentos actuales que se presentan como progresistas y liberadores?
En el Evangelio, Jesús experimenta las mismas tentaciones que el pueblo de Dios en el desierto. Sus respuestas al tentador están conectadas con tres acontecimientos del Éxodo: las murmuraciones del pueblo a causa de la comida y el don del maná (cf. Ex 16); las protestas por la falta de agua (cf. Ex 17) y la idolatría representada por el becerro de oro (Ex 32). El pueblo cayó en las tres pruebas; Jesús las supera apelando a la fuerza de la Palabra de Dios. El mensaje del Evangelio de Mateo es muy alentador para quienes seguimos a Jesús hoy. También nosotros somos sometidos constantemente a prueba para calibrar la calidad de nuestra fe. En realidad, nunca sabemos si creemos o no hasta que no experimentamos la fuerza de lo que nos empuja en dirección contraria a la fe. Dentro de nosotros hay una “serpiente” (por usar el símbolo del Génesis) o un “tentador” (el término de Mateo) que nos alejan de Jesús y su Evangelio. Solos no podemos resistir. La fuerza nos viene de la Palabra. Por eso, es tan importante una espiritualidad que se nutra de la Escritura, que aprenda a escrutar la voluntad de Dios en lo que él mismo ha querido revelarnos y que encuentre en ella una lámpara para nuestros pasos, una luz en el sendero. La Cuaresma es un tiempo favorable para –en palabras del papa Francisco– apagar la televisión y los móviles y abrir la Biblia.
En el Evangelio, Jesús experimenta las mismas tentaciones que el pueblo de Dios en el desierto. Sus respuestas al tentador están conectadas con tres acontecimientos del Éxodo: las murmuraciones del pueblo a causa de la comida y el don del maná (cf. Ex 16); las protestas por la falta de agua (cf. Ex 17) y la idolatría representada por el becerro de oro (Ex 32). El pueblo cayó en las tres pruebas; Jesús las supera apelando a la fuerza de la Palabra de Dios. El mensaje del Evangelio de Mateo es muy alentador para quienes seguimos a Jesús hoy. También nosotros somos sometidos constantemente a prueba para calibrar la calidad de nuestra fe. En realidad, nunca sabemos si creemos o no hasta que no experimentamos la fuerza de lo que nos empuja en dirección contraria a la fe. Dentro de nosotros hay una “serpiente” (por usar el símbolo del Génesis) o un “tentador” (el término de Mateo) que nos alejan de Jesús y su Evangelio. Solos no podemos resistir. La fuerza nos viene de la Palabra. Por eso, es tan importante una espiritualidad que se nutra de la Escritura, que aprenda a escrutar la voluntad de Dios en lo que él mismo ha querido revelarnos y que encuentre en ella una lámpara para nuestros pasos, una luz en el sendero. La Cuaresma es un tiempo favorable para –en palabras del papa Francisco– apagar la televisión y los móviles y abrir la Biblia.
¿qué tal la noche? Los huesos nos dan la "lata" o notamos más la molestia o el dolor sobre todo por la noche.
ResponderEliminarEspero que hayas podido descansar razonablemente.
Abrazos
Querido amigo Gonzalo: Espero que vayas mejorando de tu incidente en medio de esta avanzada civilización
ResponderEliminarPedimos a nuestro hermano Jesús por ello
Por cierto tu o Dolors ¿podéis indicarme cómo encontrar el comentario sobre el evangelio de este sacerdote italiano?. Un abrazo.
Lo encuentras en el siguiente enlace: https://celebraciondelapalabra.wordpress.com/2020/02/28/primer-domingo-de-cuaresma-1-de-marzo-de-2020-ano-a/
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