martes, 28 de septiembre de 2021

Nacer de nuevo

Varios de mis compañeros y amigos del bachillerato están ya jubilados o están a punto de hacerlo. Liberados de las cargas profesionales, pueden explorar y disfrutar otras dimensiones de la vida. Yo me dispongo a comenzar una nueva etapa misionera después de 18 años en Roma. Cambio de trabajo y de lugar. No hay jubilación posible, como no sea la que se desprende de la palabra “júbilo”. Me atrae la idea de comenzar una nueva aventura vital. Lo de menos es cambiar de lugar de residencia y hasta de ocupación ministerial. Los misioneros hemos sido entrenados para la itinerancia. Lo que importa es aprovechar esta coyuntura para un nuevo y discreto renacimiento. En este contexto es imposible no evocar la conversación nocturna entre Jesús y Nicodemo. Reproduzco un fragmento:

“Jesús le contestó: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios». Nicodemo le pregunta: «¿Cómo puede nacer un hombre siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y nacer?». Jesús le contestó: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu” (Jn 3,3-6).

Nacer de nuevo no implica regresar al vientre materno para empezar una segunda existencia, sino “nacer del Espíritu”, dejarse guiar por el Viento de Dios. Esto significa no disponer de una hoja de ruta clara. A algunas personas les produce mucha inseguridad no saber con precisión qué tienen que hacer, cómo y con quién. Yo me lo tomo con serenidad y un poco de humor. La vida se va abriendo paso por entre los pliegues de lo que sucede. Lo que importa es escuchar mucho, hablar poco, abrir los ojos y… dejarse llevar. En una cultura tan controladora como la nuestra no es fácil vivir la espiritualidad del “dejarse llevar”. Nos parece una rendición irresponsable. Hemos ensalzado tanto el ideal de la persona que toma las riendas de su vida en las manos que cualquier abandono en las manos de Dios se nos antoja sospechoso. Y, sin embargo, la invitación de Jesús a “nacer de nuevo” tiene mucho que ver con una actitud de abandono y confianza. 

He vivido lo suficiente como para saber que lo que programamos en la vida constituye solo un pequeño porcentaje de lo que vivimos. Las mejores cosas escapan a toda programación. He tenido la oportunidad de experimentarlo de manera muy intensa a lo largo de este año 2021. Dejarnos conducir por el viento del Espíritu nos libera de la obsesión por el futuro y nos permite acoger con sencillez las briznas de vida que vayan apareciendo por el camino. Nacer de nuevo implica entrenarnos en la humildad (no somos los dueños de nuestra vida), en la solidaridad (necesitamos siempre la ayuda de los demás) y en el buen humor (nada es tan grave que nos quite el amor).

Acabo de sacar el billete de avión para mi nuevo destino. En los próximos días acabaré de cerrar algunos asuntos y embalar mis pertenencias. No me gustan las despedidas. En realidad, todo es un “hasta luego”. Estamos llamados a encontrarnos en cualquier recodo del camino y, por supuesto, en la meta definitiva. Más que mirar al pasado, fijo mi mirada en el futuro que está por nacer. Dejo que el Espíritu me sacuda por dentro y ponga en danza nuevas oportunidades. Siempre he creído que “the best is yet to come” (lo mejor está por llegar) porque Dios nos atrae hacia Él. Con esta actitud emprendo una etapa incierta. Acostumbrado a programar y ejecutar, abro un compás de espera. Mientras, espero que el horizonte se aclare, las motivaciones se purifiquen y surjan nuevas oportunidades. 

¿Cuándo se jubila un misionero? ¡Nunca! El fundador de mi congregación, san Antonio María Claret, decía que el verdadero misionero imita a Jesús en orar, trabajar, sufrir y buscar siempre la gloria de Dios y la salvación de todos. Es probable que llegue un momento en que el segundo verbo (trabajar) se ponga entre paréntesis, pero siempre quedará un amplio campo para orar, sufrir (es decir, amar) y seguir buscando. Estos verbos son más que suficientes para justificar toda una vida.

1 comentario:

  1. Gonzalo, estés donde estés, siempre llevarás contigo este ardor misionero que te apasiona y que te caracteriza.
    Gracias por compartir, confidencialmente, este momento de tu vida que te lleva a “nacer de nuevo”… y como dices a vivir con una actitud de abandono y confianza…
    Estés donde estés, la oración nos une y el Blog también… Te deseo que vivas tu nuevo destino con mucha paz y “júbilo”… Un abrazo.

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