Como muchos adolescentes
y jóvenes de los años 70, viví con interés el estreno de dos musicales sobre
Jesucristo que siguen dando que hablar casi 50 años después. Me refiero a Godspelly Jesus Christ Superstar. Recuerdo perfectamente
que asistí a una representación de Godspell en el teatro Marquina de Madrid en diciembre de
1974. Entonces yo estudiaba el curso preuniversitario (COU). Me quedé tan fascinado
por esa representación festiva del evangelio, que me aprendí de memoria todas las canciones
e incluso el guion. Si no recuerdo mal, el sacerdote periodista José Luis Martín Descalzo fue el encargado de hacer la versión al español, con la colaboración de José María Pemán para la letra de las canciones. Aunque tratan de seguir de cerca el original inglés, no siempre es fácil conservar su sentido y su fraseo. Más que de una traducción literal, se trata, en realidad, de una adaptación, teniendo en cuenta el genio de la lengua española y el contexto cultural.
En el curso 1977-1978 tuve la oportunidad de dirigir una versión amateur de Godspell con
un grupo de jóvenes. Disfrutamos mucho durante los meses de ensayo, en el momento del estreno (día de Navidad de 1977) y en las diversas representaciones en sitios tan dispares como el teatro de una residencia de ancianos, el aula magna de un colegio universitario, el polideportivo de una ciudad escolar o la plaza de un pequeño pueblo almeriense. Desde entonces, me acompaña la música fresca de esa obra
y, sobre todo, el tono festivo que imprimió al evangelio. Detrás se adivinaba claramente Las fiesta de locos de Harvey Cox. Es verdad que esta teología ha pasado de moda, suena demasiado hippie, pero su esencia ha sido recogida por la exhortación Evangelii gaudium del papa Francisco. El evangelio sigue siendo una buena noticia, una explosión de alegría, también para los hombres y mujeres del siglo XXI. Esto sí que no pasa de moda nunca.
Hoy, sin embargo, quiero
fijarme en una canción de la segunda obra, Jesus Christ Superstar, musicalmente más elaborada que la anterior.Mi primer contacto con ella fue en un cine de Bilbao. Salí impactado. Yo debía de tener 16 años. En la versión española la canción que he elegido para la entrada de hoy se llama “Todo
ha sido un sueño”. El título original en inglés es diferente: “Could we start again, please?” (o sea, ¿Podríamos
empezar de nuevo, por favor?). Es una especie de confesión entre María
Magdalena y Pedro momentos antes de la muerte de Jesús. Cuando se dan cuenta del desenlace que se
avecina, quisieran “empezar de nuevo” (versión inglesa) porque tienen la
impresión de que “todo ha sido un sueño” (versión española). Más en concreto,
María Magdalena, la amiga de Jesús, reconoce que “ahora, por vez primera,
creo que estábamos equivocados”. Por eso, le pide a Jesús que le diga que “es
solo un sueño” (quizás mejor una pesadilla). La versión española descarga
todo en la persona de Jesús:“tu camino se rompió”. El “di que ha
sido un sueño” cambia el sentido original. No es que lo vivido antes haya
sido un sueño, sino que el desenlace inesperado parece un sueño; o sea, algo
sorpresivo con lo que no contaban. ¿Cómo puede morir crucificado un líder tan popular?
Escuchando de
nuevo esta canción (tanto la versión original de la película en inglés como la
nueva versión española hecha por Isabel y Nacho), pienso que a veces podemos reconocernos
en las voces de María y de Pedro cuando pensamos en nuestra experiencia de fe. Como
ellos, admiramos y queremos a Jesús, pero hay muchas cosas de él que nos
desconciertan, que no llegamos a comprender bien. Quisiéramos tomarnos en serio su evangelio, pero vemos que no
acaba de encajar con el estilo de vida que hoy se lleva. Sí, pero no. O no, pero sí. Nos convence su mandamiento nuevo del amor, por ejemplo, pero nos cuesta aceptar que eso implique morir a nosotros mismos, cargar con
la cruz diaria e incluso dar la vida. En pocas palabras, admiramos a Jesús, pero
nos cuesta seguirle tal como él nos propone. No es fácil pasar de la distracción a la dedicación. Esta es la diferencia entre un admirador y un seguidor.
Os dejo con la
letra original en inglés y con la versión española que se popularizó en la década
de los 70. A continuación, podéis ver también los vídeos correspondientes. Para
la versión española quise rescatar algún vídeo de la obra teatral de Camilo Sesto,
pero tanto la imagen como el sonido eran de poca calidad, así que me incliné
por una grabación reciente de estudio, hecha por Nacho Lozano con una alumna de su taller de canto.
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